Julio Diz

Nació en la ciudad de Lanús, Buenos Aires, Argentina, el 27 de junio de 1956. Desde muy pequeño concurrió al cine, descubriendo a Walt Disney en el viejo Cine Monumental de la ciudad de Bernal. Ya de grande, Román Polanski y su film, “Cul de Sac” fueron los movilizadores hacia el cine de culto. En los años ’70, estudió cine en la EDAC, (Escuela de arte cinematográfico) de la ciudad de Avellaneda. En los ’80 cursó en CECINEMA, (Centro de estudios cinematográficos) dirigido por José Santiso, y asistió al Seminario Introducción al lenguaje cinematográfico, dictado por Simón Feldman. Incursionó en el Cine de Súper 8 y 16 MM. Asociado a UNCIPAR (Unión cineistas en paso reducido), fue cofundador del Biógrafo de la Alondra. Es editor de Woody y todo lo demás, Series de antología y el presente blog. Actualmente trabaja en su primer libro, “Los tiempos del cine”.

miércoles, 8 de agosto de 2007

Recordando a Michel Serrault



Por Alfredo Di Bernardo

En esta semana de duelo para los cinéfilos, en la que fallecieron
dos directores de culto como Ingmar Bergman y Michelangelo Antonioni,
se produjo también otra muerte ligada al ambiente cinematográfico que,
quizás por su cercanía temporal con las otras dos, no tuvo idéntica
repercusión mediática: la de Michel Serrault.

No soy crítico de cine, de modo que no me propongo mensurar aquí
las cualidades tecnicas de este prestigioso actor francés, ni tampoco
evaluar los méritos artísticos de las películas en las que intervino.
Escribo estas líneas sólo como espectador, dejándome llevar por el
impulso de evocar la profunda impresión que dejó en mí la primera y
definitiva vez que lo vi actuar.

Debo remontarme para ello a 1984, a una noche calurosa de
noviembre en la que fui al cine con el propósito primordial de
reencontrar en la pantalla a la bellísima Isabelle Adjani, actriz cuya
potencia expresiva y sugerente hermosura constituían para mí, en aquel
entonces, un descubrimiento reciente que me había cautivado por
completo. Era sábado, y en el Chaplin daban "Una mujer inquietante",
título levemente ramplón con que se conoció en la Argentina a
"Mortelle randonnée", oscuro, negrísimo drama policial dirigido por
Claude Miller. Es curioso; si tuviera que improvisar una lista con mis
películas favoritas, probablemente ésta no aparecería en los primeros
lugares. Pero así como hay libros que permanecen en nuestro recuerdo a
causa de una sola de sus páginas, también hay películas en las que un
puñado de escenas, un clima, un diálogo o un personaje son suficiente
razón para concederles un lugar especial en nuestra memoria. En mi
caso, "Una mujer inquietante" es una de ellas.

Michel Serrault encarna allí a Beauvoir, un detective apodado "El
Ojo" que, a pesar de los años transcurridos, anda por la vida sin
haber podido reponerse de la desaparición de su pequeña hija. Isabelle
Adjani compone a Catherine, una asesina del tipo "viuda negra" cuyos
crímenes parecen más ligados al intento de llenar su vacío afectivo
que al placer de alzarse con fortunas ajenas. Beauvoir se lanza tras
los pasos de Catherine y la película muestra las alternativas de esa
persecución. Sin embargo, no es el suspenso propio de los thrillers lo
que resulta fascinante, sino la tensión que se establece entre ambos
personajes. Porque el detective empieza a desarrollar la ¿infundada?
sospecha de que esa joven tan peligrosa como escurridiza es su hija
perdida. La sospecha deviene esperanza y luego, obsesión. Beauvoir
queda así enfrentado al dilema moral y emocional de optar entre
cumplir con su deber de capturar a la asesina y su deseo acaso
irracional de protegerla. La trama policial pasa a ser apenas una
excusa, el marco necesario para mostrar la historia terrible de dos
seres desamparados que a duras penas pueden consigo mismos. Beauvoir
necesita imperiosamente a su hija; Catherine busca a ciegas el cariño
del padre ausente.

Imposible permanecer indiferente ante tanta desolación, menos aún
si uno carga -como yo en aquellos días- con una irresistible atracción
hacia los personajes atormentados. En la pantalla se juega un ajedrez
profundo y apasionante, merced a un notable duelo actoral que atrapa,
conmueve y lastima. Y yo estoy ahí, en la penumbra de la butaca,
contemplándolo hechizado, mientras mis 19 años se enamoran
definitivamente de Isabelle Adjani y tienden puentes de infinita
compasión hacia ese hombre desesperado que está a punto de
desbarrancarse en la locura.

La película termina con una voz en off que pronuncia una frase
demoledora (tal vez la mejor frase final de todas las películas que he
visto en mi vida), una metáfora cuya terrible belleza no sólo gobernó
mis pensamientos esa noche durante la solitaria caminata de regreso
hacia mi casa, sino que aún hoy, más de dos décadas después, mantiene
su capacidad de conmocionarme cada vez que pienso en ella.

Michel Serrault participó en 135 películas a lo largo de su
extensa trayectoria. El beneplácito de la crítica lo rescatará tal vez
por títulos como "Ciudadano bajo vigilancia" o "El placer de estar
contigo". El gran público lo recordará seguramente por su divertida
actuación en "La jaula de las locas". A mí, en cambio, la sola mención
de su nombre habrá de remitirme, inevitablemente, a aquel detective
atribulado que me emocionó en el cine Chaplin.

Gracias por esa noche y hasta siempre, monsieur Serrault.


Alfredo Di Bernardo
alfdibernardo@ciudad.com.ar





El adiós a Michel Serrault

Por Claudio D. Minghetti
Si bien trabajó en más de un centenar de películas, y a las órdenes de muchos directores notables, a Michel Serrault siempre se lo recordará como Albin Mougeotte, mejor conocido como el travesti Zaza Napoli, pareja oficial de Renato Baldi -el inolvidable e insuperable Ugo Tognazzi- de la comedia La jaula de las locas . Parecía hecho de medida y, a esa altura, ya lo era, porque Serrault lo había interpretado en cerca de mil funciones a las órdenes de Jean Poiret. El papel le mereció el primero de los tres Cesar (el premio máximo del cine francés) que recibió en su extensa carrera cinematográfica.

Sin embargo, Serrault no era nuevo en esto de actuar sobre un escenario o frente a las cámaras. Nacido y criado en el seno de una familia católica, alguna vez pensó en convertirse en sacerdote. Sin embargo, ocurrió todo lo contrario. En lugar de tomar los votos, el joven Michel inició una carrera como actor en los cabarets parisienses de la orilla izquierda del Sena. A pesar de no ser admitido en el conservatorio, siguió su camino como si nada y comenzó a filmar una película tras otra, desde comedias algo livianas hasta propuestas que se convertirían en clásicos, como ocurrió, por ejemplo, con Las diabólicas (1955), de Henri-Georges Clouzot, donde compuso un pequeño papel. Desde entonces, la cantidad de películas en que participó, tanto para cine como para televisión, superó el centenar. "Prefiero interpretar cinco minutos un papel interesante en una mala película que hora y media de un papel insignificante en una buena película", se le escuchó decir.

Serrault también tuvo otros momentos importantes en su carrera, como Asesinos y ladrones , de Sacha Guitry; El reposo del guerrero , de Roger Vadim; La cara del otro, de Pierre Tchernia, su desempeño en primerísimo plano en Ciudadano bajo vigilancia , un memorable relato de suspenso de Claude Miller que ratificó su talento; El secreto del presidente , de Francis Girod; Sólo se muere dos veces, de Jacques Deray; recientemente, No va más , nuevamente con Chabrol, y Artemisia , de Agnes Merlet, en la que compuso al padre de la pintora protagonista.

En enero, la televisión francesa presentó una versión de El avaro , de Molière, en la que compuso a Harpagón, y Paris vite et reviens tard , de Regis Wargnier, así como un documental que repasa toda su obra.

Al enterarse del deceso, la ministra de Cultura de su país, Christine Albanel, señaló que el actor había "conquistado al público de todas las capas sociales y podía interpretar los papeles más diversos". En coincidencia, el presidente francés, Nicolas Sarkozy, expresó: "Nos abandonó un monumento del teatro, el cine y la televisión, un artista que impresionó a todos los franceses con su enorme talento".

Claudio D. Minghetti
Fuente: Diario La nación
www.lanacion.com.ar

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