Julio Diz

Nació en la ciudad de Lanús, Buenos Aires, Argentina, el 27 de junio de 1956. Desde muy pequeño concurrió al cine, descubriendo a Walt Disney en el viejo Cine Monumental de la ciudad de Bernal. Ya de grande, Román Polanski y su film, “Cul de Sac” fueron los movilizadores hacia el cine de culto. En los años ’70, estudió cine en la EDAC, (Escuela de arte cinematográfico) de la ciudad de Avellaneda. En los ’80 cursó en CECINEMA, (Centro de estudios cinematográficos) dirigido por José Santiso, y asistió al Seminario Introducción al lenguaje cinematográfico, dictado por Simón Feldman. Incursionó en el Cine de Súper 8 y 16 MM. Asociado a UNCIPAR (Unión cineistas en paso reducido), fue cofundador del Biógrafo de la Alondra. Es editor de Woody y todo lo demás, Series de antología y el presente blog. Actualmente trabaja en su primer libro, “Los tiempos del cine”.

lunes, 14 de enero de 2019

"Gravedad"', el vértigo y el éxtasis.


por Sergio Benítez.


La tercera entrega de la saga de Harry Potter ya había supuesto un salto cualitativo con respecto a su anterior filme. ‘Hijos de los hombres’ (‘Children of men’, 2006) confirmaba que Alfonso Cuarón era uno de los talentos cinematográficos más personales y excelsos con los que contaba el séptimo arte en este inicio de s.XXI. Con ‘Gravity’ (id, 2013) el cineasta mexicano no sólo logra alcanzar la más alta cima que haya coronado jamás sino que, teniendo en cuenta los niveles de maestría que demuestra durante sus ejemplares noventa minutos, podría aventurar sin miedo a equivocarme que el realizador podría retirarse sabiendo que nunca podrá llegar a superar la perfección aquí conseguida.

Mucho hay en el metraje de ‘Gravity’ a lo que uno puede asirse para calificar de algo más que sobresaliente a la cinta de Cuarón, tanto que pretender desgranarlo aquí requeriría un doble esfuerzo por mi parte que, sinceramente, no estoy dispuesto a realizar; al menos no en sus dos vertientes…y me explico: poder hablar con propiedad del filme exigiría incidir una y otra vez en remarcar la perfección alcanzada en todos los sentidos técnicos que uno pueda imaginar pero, más importante aún, solicitaría de éste redactor el intentar verbalizar muchas de las personales emociones que transmite una cinta que no da descanso al espectador.

Y como quiera que reiterar discursos nunca ha sido santo de mi devoción, y cualquiera que se acerque a los cines durante estos días podrá comprobar que, se analice por donde se analice, ‘Gravity’ es P E R F E C T A, me voy a permitir —me vais a permitir— que deje de un lado la disección técnica y base esta crítica en el terreno puramente sensorial. Esa es la intención inicial, otra cosa es que lo consiga.




Una de las impresiones más evidentes con las que salía del cine tras acometer la sin par experiencia que resulta ser ‘Gravity’ es que la cinta de Cuarón funciona, y funciona como un reloj suizo, a dos niveles muy diferentes. Si toda la película es una experiencia sensorial constante en la que nuestra vista y oído son puestos a prueba una y otra vez hasta límites que pocas veces —por no decir ninguna— se han podido experimentar en una sala, también lo es al mismo tiempo en un campo de percepción que trabaja a un nivel completamente inconsciente, provocando gracias al asombroso uso de un 3D que nunca ha estado más justificado, una total inmersión en el relato de supervivencia que el cineasta y su hijo describen en un guión pulido al máximo para que los únicos flecos que se le puedan achacar sean aquellos que encontrará un experto en astronáutica.




En el primer nivel, el puramente sensorial, el espectador se quedará sin aliento con la extrema belleza plástica que desprende todo el conjunto, con el asombro que genera el que uno realmente llegue a plantearse si la cinta ha sido rodada en el espacio exterior, con ese impecable plano secuencia inicial de quince minutos —entrar en disquisiciones de su autenticidad es hacerle flaco favor a las intenciones del cineasta—, con aquellos momentos de auténtico terror en los que la cámara se vuelve subjetiva, con un diseño de sonido destinado a potenciar esas nada desdeñables cualidades terroríficas del relato y con una música con la que Steven Price logra que las extremas emociones que nos transmiten Bullock y Clooney se sientan mucho más cercanas.

Estimulados hasta el éxtasis nuestros dos sentidos con el espectáculo que Cuarón despliega en una hora y media que deja clara —por si a alguien se le había olvidado— que la épica no se mide en minutos como las grandes superproducciones de Hollywood nos han intentado vender este pasado verano, el plano general final y el fundido a negro que le sigue sirve para que el inconsciente, que hasta entonces ha trabajado de forma salvaje tratando de asimilar hasta la última migaja de información que el cineasta plasma en celuloide, comience a asentar ciertos posos de reflexión que, sin lugar a dudas, aumentan sobremanera y en progresión geométrica las sobresalientes sensaciones que la cinta deja en el respetable.




Las más inmediatas son, no cabe duda, el quedarse con ganas de mucho más, de permanecer sentado en la sala y esperar a que la siguiente función comience para dejarse llevar de nuevo por unas imágenes que agotan el tesauro de superlativos más completo que uno pueda imaginar, de volver a sentir como la adrenalina nos invade, como la respiración se nos entrecorta y como podemos llegar a sentir la falta de aire, el frío del espacio y la infinita soledad del cosmos, sensaciones todas estas que encuentran sublime traslación en los momentos de más desaforada poética visual de la cinta.

Pero es cuando ha transcurrido cierto tiempo cuando el constante repaso mental a ciertos momentos deja atrás la excitación para dar via libre a la aprehensión de la precisa contundencia del discurso del filme acerca de la capacidad de superación del espíritu humano y de sus indómitas cualidades, un mensaje que podrá antojársele a muchos demasiado simplista o poco efectivo en las formas en las que queda concretado, pero que al que esto suscribe le sirve como apoyo último para poder aclarar que ese algo más que sobresaliente que comentaba al principio no es sino un claro eufemismo de la Obra Maestra sin paliativos que es ‘Gravity’.

Espectacular y emocionante obra de arte

por Mikel Zorrilla.



En la memoria de todo cinéfilo hay un puñado de películas que fueron decisivas para que el séptimo arte ocupase un lugar primordial en su existencia. Además, lo más probable es que la pasión por muchas de ellas sea compartida con no pocos amantes del cine, existiendo una especie de consenso oficioso sobre la importancia capital que determinados títulos han tenido. También es obvio, por mucho que a algunos les cueste aceptarlo, que no existe película alguna con la capacidad de maravillar a todo el mundo, por lo que perder el tiempo en discusiones al respecto no podría ser más improductivo.

Soy perfectamente consciente de que hasta cierto punto el discutir si una película es buena o mala puede llegar a ser divertido, pero lo realmente importante es lo que nosotros mismos hayamos disfrutado con ella. Por mi parte, soy el primero que defiende la capacidad de entretener como una de las claves para que un largometraje pueda gustarme, pero hay un número reducido de películas que trascienden esa categoría y sustituyen el simple entretenimiento por hacerte sentir una fascinación tal hacia lo que sucede en pantalla que el resto de cosas a tu alrededor dejan de existir. ‘Gravity’ (Alfonso Cuarón, 2013) es una de ellas.



’Gravity’, una experiencia inolvidable

No ha sido necesario que ‘Gravity’ llegue a estrenarse comercialmente en país alguno para que las expectativas de los cinéfilos hacia ella se disparen tanto que sería un milagro que uno no acabase decepcionado de una forma u otra. Al menos eso era lo que temía, pero ni 15 minutos fueron necesarios para ser plenamente consciente de que tenía ante mí una película que no solamente iba a provocar la rendición de público y crítica, sino que estaba destinada a marcar época, tanto a nivel visual como sensitivo.

‘Gravity’ comienza con un muy publicitado —falso— plano secuencia que difícilmente podría funcionar mejor para todo lo que busca conseguir Alfonso Cuarón con él. Sin apenas esfuerzo logra que nos familiaricemos y encariñemos con los protagonistas del relato, pero al mismo tiempo nos deslumbra visualmente sin por ello dejar de prestar atención al más mínimo detalle de su impecable reconstrucción espacial. Todo ello evitando la sensación de ser un mero ejercicio de virtuosismo de puesta en escena, sino una fluida introducción de todo lo que está por llegar.

A duras penas se me ocurre algún actor de su misma edad en Hollywood que pueda cumplir tan bien la función que desempeña George Clooney en ‘Gravity’. Él es el oxígeno que necesitamos para poder respirar y la esperanza que nos hace confiar en que podamos superar una situación difícil, consiguiendo todo esto a través de una actitud entrañable y cercana en la que sobresale su tendencia a recordar grandes momentos de su pasado, esos mismos que muchas veces son lo único que nos salva de tirar la toalla y mandarlo todo a la porra.




Emociones a flor de piel

No obstante, la auténtica protagonista emocional es una Sandra Bullock que realiza un titánico despliegue físico y psicológico sólo al alcance de auténticos virtuosos de la interpretación. Cuarón no duda en exprimirlo para que nuestra inmersión en la historia sea tan profunda que aceptemos pasar por alto pequeños detalles del guión escrito junto a su hijo Jonás en los que se toma pequeñas licencias, ya sea para potenciar el lado más espectacular de ‘Gravity’ —el, por otro lado, efectivo momento extintor— o porque son cosas que tienen que suceder para que la historia siga progresando con una precisión milimétrica.

Ni tan siquiera 90 minutos dura ‘Gravity’, pero su visionado te llega a tocar tan dentro de ti que es como si hubieras recibido una información que requería de fácilmente 30 o 45 minutos adicionales. Muchos hubieran apostado por ello mediante la utilización de flashbacks del pasado traumático del personaje de Sandra Bullock o simplemente alargando más de la cuenta los instantes con mayor capacidad para impactar visualmente a los espectadores —las luchas contras los restos espaciales que amenazan con acabar con la vida de los protagonistas—, pero Cuarón no cede a la tentación y a cambio se ve recompensado con un inusual ritmo vertiginoso, pero en el que al mismo tiempo hay espacio para momentos más íntimos, con simbolismos constantes, pero llegando a ellos con una naturalidad y visceralidad tal que cualquier alternativa parece inviable.

Alfonso Cuarón ya nos había regalado una magnífica película titulada ‘Hijos de los hombres’ (‘Children of Men’, 2006), cinta con la que ‘Gravity’ comparte varias constantes vitales, pero todas ellas han sido pulidas y mejoradas, demostrando también tener la capacidad para ofrecernos el relato espacial más fascinante de toda la historia del cine. Para ello ha contado con un equipo de primera que nos ha permitido sentir literalmente que estamos flotando en el espacio, completamente indefensos ante la infinidad de peligros que nos acechan.

Básico para ello resulta el trabajo fotográfico de Emmanuel Lubezki, quien ya había demostrado un gran talento visual —y un arsenal muy amplio y variado— en todas sus colaboraciones previas con Cuarón, ya que la minuciosa reconstrucción del insondable espacio exterior es algo que se traslada al espectador, mientras que el añadido del 3D funciona aquí no como una forma de elevar el lado más espectacular de ‘Gravity’ —que lo tiene y es absolutamente impecable, aunque quizá lo sea aún más en formato IMAX, pero no tuve la oportunidad de verla así—, sino otra forma de potenciar la necesaria sensación de que estamos allí con Sandra Bullock. Ya es cosa de Cuarón que abandonemos esa equidistancia y nos convirtamos directamente en Ryan Stone, suframos con ella —la angustia que transmite hace que hasta se te entrecorte la respiración— y sus pequeñas victorias se conviertan en motivo de júbilo para nosotros, y vaya si lo consigue.




La gran mayoría de veces siento que la banda sonora de una película no es más que un añadido más para crear tensión o dramatismo intentando esquivar al máximo posible su naturaleza como mero artificio. Hay películas que lo consiguen y otras que logran crear una sincronía tan perfecta con determinadas escenas que acaban pasando a la historia. En ‘Gravity’ se consigue que todo encaje como un traje hecho a medida, pero es en el tramo final cuando la música compuesta por Steven Price alcanza tal grado de mimetismo e integración con lo que sucede en pantalla.
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15. Shenzou - Gravity [soundtrack] - Steven Price
TheSoundtrackJunkie
►channel for epic soundtracks: http://bit.ly/183HQDm ►Soundtrack composed by: Steven Price ►Playlist: http://goo.gl/rzwnpJ ►TheSoundtrackJunkie on facebook: http://on.fb.me/15HVO8H Gravity soundtrack Gravity score Gravity soundtrack Gravity ost Gravity soundtrack Gravity o.s.t. Gravity soundtrack Gravity official soundtrack Gravity soundtrack Gravity original soundtrack Gravity soundtrack Gravity official score Gravity soundtrack Gravity original score Gravity soundtrack Gravity filmmusik Gravity soundtrack Gravity soundtrack by Steven Price Gravity soundtrack Gravity score by Steven Price Gravity soundtrack Gravity ost by Steven Price Gravity soundtrack Gravity o.s.t. by Steven Price Gravity soundtrack Gravity official soundtrack by Steven Price Gravity soundtrack Gravity original soundtrack by Steven Price Gravity soundtrack Gravity official score by Steven Price Gravity soundtrack Gravity original score by Steven Price Gravity soundtrack Gravity filmmusik by Steven Price Gravity soundtrack official Gravity soundtrack Gravity soundtrack official Gravity score Gravity soundtrack official Gravity ost Gravity soundtrack official Gravity o.s.t. Gravity soundtrack official Gravity official soundtrack Gravity soundtrack official Gravity original soundtrack Gravity soundtrack official Gravity official score Gravity soundtrack official Gravity original score Gravity soundtrack official Gravity filmmusik Gravity soundtrack official Gravity soundtrack by Steven Price Gravity soundtrack official Gravity score by Steven Price Gravity soundtrack official Gravity ost by Steven Price Gravity soundtrack official Gravity o.s.t. by Steven Price Gravity soundtrack official Gravity official soundtrack by Steven Price Gravity soundtrack official Gravity original soundtrack by Steven Price Gravity soundtrack official Gravity official score by Steven Price Gravity soundtrack official Gravity original score by Steven Price Gravity soundtrack official Gravity filmmusik by Steven Price Gravity soundtrack -- Music composed by Steven Price --- Tracklist: 1. "Above Earth" 2. "Debris" 3. "The Void" 4. "Atlantis" 5. "Don't Let Go" 6. "Airlock" 7. "ISS" 8. "Fire" 9. "Parachute" 10. "In The Blind" 11. "Aurora Borealis" 12. "Aningaag" 13. "Soyuz" 14. "Tiangong" 15. "Shenzou" 16. "Gravity" "Score" "Movie" "Gravity Soundtrack" "Gravity" "Steven Price" "Soundtrack" "Sound" "Soundtrack" "track" "theme" "Gravity Soundtrack" "score" "movie" "tv" "film" "ost" "O.S.T" "music" "Gravity Soundtrack" "Game" "orginal soundtrack" "Gravity Soundtrack" "orginal motion picture soundtrack" "official soundtrack" "trailer" "Gravity Soundtrack" "Gravity" "Steven Price" "Gravity" "Sound" "Soundtrack" "track" "theme" "Gravity Soundtrack" "score" "movie" "tv" "film" "ost" "O.S.T" "music" "Gravity Soundtrack" "Game" "orginal soundtrack" "Gravity Soundtrack" "orginal motion picture soundtrack" "official soundtrack" "trailer" "Gravity Soundtrack" "Gravity" "Steven Price" "Gravity" "Sound" "Soundtrack" "track" "theme" "Gravity Soundtrack" "score" "movie" "tv" "film" "ost" "O.S.T" "music" "Gravity Soundtrack" "Game" "orginal soundtrack" "Gravity Soundtrack" "orginal motion picture soundtrack" "official soundtrack" "trailer" "Gravity Soundtrack" "Gravity" "Steven Price" "Sound" "Soundtrack" "track" "theme" "Gravity Soundtrack" "score" "movie" "tv" "film" "ost" "O.S.T" "music" "Gravity Soundtrack" "Game" "orginal soundtrack" "Gravity Soundtrack" "orginal motion picture soundtrack" "official soundtrack" "trailer" "Gravity Soundtrack" "Gravity" "Steven Price" "Gravity" "Sound" "Soundtrack" "track" "theme" "Gravity Soundtrack" "score" "movie" "tv" "film" "ost" "O.S.T" "music" "Gravity Soundtrack" "Game" "orginal soundtrack" "Gravity Soundtrack" "orginal motion picture soundtrack" "official soundtrack" "trailer"
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— que no tengo dudas en atribuirle gran parte del mérito de que estuviese literalmente con la piel de gallina durante los minutos finales.




Hay películas que te entran por los ojos, otras por el cerebro y algunas que te tocan el corazón. ‘Gravity’ es el perfecto ejemplo de que se pueden conseguir las tres cosas y de paso dejarte con la boca abierta y echado tan hacia delante en tu butaca por la tensión que un ligero empujón te haría caerte de bruces. No es que estemos solamente ante la mejor película de 2013 y de los últimos años, sino ante una obra de arte llamada a hacer historia y a conseguir que la pasión de muchos cinéfilos primerizos crezca hasta tal punto que ya nunca podrán dejar de ver películas con la esperanza de volver a encontrar otra con la capacidad para provocarles las mismas sensaciones que ‘Gravity’.

‘Gravity’ es una de esas películas que justifican el hecho de que el cine sea considerado un arte. No es perfecta, pero tampoco le hace falta.

Fuente: Blog de Cine

viernes, 4 de enero de 2019

Martin Scorsese... íntimo.

Nuestra generación

Declaraciones

Francis Ford Coppola


Coppola era, de alguna manera, el guia, el líder. Es algo mayor que nosotros. Y era un poco el padrino del grupo de cineastas de mi generación. Nos inspiró mucho, era una especie de modelo. Nos ayudo mucho. Jay Cocks me presentó a Coppola, al igual que me presentó a Mario Longardi, el agente de Fellini, y a muchos otros en Roma. Reuní mis documentales y mis películas de estudiante para el festival de Sorrento, en 1970, y fue allí donde conocí a Francis. En aquella época él escribía "El padrino" (The Godfather, 1972). Nos entendimos muy bien. Con su mujer y sus hijos nos fuimos a Pompeya y nos paseamos un poco. Cuando hice "Calles peligrosas" (Mean Streets, 1973) había que pagar cinco mil dólares a la San Gennaro Society (es un santo cuya efigie se ve en la escena de la procesión, rodada en la calle), y yo no los tenía. Le pedi a Francis si me podia prestar ese dinero, y lo hizo. Fue la primera persona a la que se lo devolví después de vender la película, y el fue el primer espectador de la película. Llevé una copia a San Francisco para mostrársela. El me animó. Nos guió mucho. Ya había rodado "El padrino", y la noche que le mostré "Calles peligrosas" pensó en De Niro para El padrino 2 (The Godfather, Part II, 1974).



Cuando hubo hecho "El padrino 2", una de las películas más grandes de la historia del cine,  empezó a ocuparse de su estudio. No dejaba de proponerme que trabajara con él. Pero nunca me ha apetecido trabajar bajo la responsabilidad de otro. Creo que es porque soy perezoso y no quiero trabajar para nadie. En realidad, no pienso que hubiera trabajado "para" él, pero la situación quizás no me habría permitido expresarme totalmente. Francis tiene sus sueños. Se concentra, trabaja y, algunas veces, sus sueños se concretan. En lo que a mí respecta, la cosa es diferente: ya es mucha suerte si llego a soñar una película a la vez y luego consigo realizarla. Pienso que en esa época, toda esta actividad -producir películas, supervisarlas- me habría impedido trabajar. Es cierto que hoy en día produzco películas de otros cineastas, pero esto no me desvía demasiado de mi trabajo. Pero en aquella época, ciertamente yo no habría podido concentrarme en mi carrera y producir al mismo tiempo. Cuando se trabaja en un estudio se depende de los responsables del estudio, eso me resulta imposible. Pero Francis me ayudó y me animó de verdad durante todos esos años. Leyendo el libro de Julia Philips, "You'll never eat lunch in this town again", me enteré de que a él no le gustaba "Taxi Driver". Nunca me lo había dicho. Fue hace más de veinte años. Hace unos seis años, el productor Irwin Winkler me dijo que Paul Schrader y Michael Chapman detestaba "Toro Salvaje". Thelma Schoonmaker me contó que al equipo de rodaje no le gustaba el tema de la película. Se preguntaban porqué perdia el tiempo haciendo una película sobre ese fracasado. Me quedé muy sorprendido. Pero posteriormente, en una cena, Paul le contó a Thelma que había vuelto a ver la película y que le había gustado. Me parece verdaderamente muy amable por su parte. No he visto a Chapman desde hace años. Recientemente, yo estaba rodando "Buenos amigos"(Goodfellas, 1990) en exteriores y él pasaba por allí, y se interesó por saber quién estaba rodando. Cuando le dijeron que era yo, vino a buscarme para decirme lo mucho que le habían gustado mis últimas películas. Fue verdaderamente amable.






Julia Philips: brillante productora, tiene en su haber "Taxi Driver", 1975, "Encuentros cercanos del tercer tipo", 1977, entre sus películas más celebres.
Michael Chapman: fue el operador jefe de "Taxi Driver", de "El último rock", 1978 y de "Toro Salvaje", 1980.
Thelma Schoonmaker: es la montadora de películas de Scorsese desde "Toro Salvaje".


Extraído de Martin Scorsese, mis placeres de cinéfilo, Editorial Paidos, 1998.