Julio Diz

Nació en la ciudad de Lanús, Buenos Aires, Argentina, el 27 de junio de 1956. Desde muy pequeño concurrió al cine, descubriendo a Walt Disney en el viejo Cine Monumental de la ciudad de Bernal. Ya de grande, Román Polanski y su film, “Cul de Sac” fueron los movilizadores hacia el cine de culto. En los años ’70, estudió cine en la EDAC, (Escuela de arte cinematográfico) de la ciudad de Avellaneda. En los ’80 cursó en CECINEMA, (Centro de estudios cinematográficos) dirigido por José Santiso, y asistió al Seminario Introducción al lenguaje cinematográfico, dictado por Simón Feldman. Incursionó en el Cine de Súper 8 y 16 MM. Asociado a UNCIPAR (Unión cineistas en paso reducido), fue cofundador del Biógrafo de la Alondra. Es editor de Woody y todo lo demás, Series de antología y el presente blog. Actualmente trabaja en su primer libro, “Los tiempos del cine”.

jueves, 22 de marzo de 2018

Ted, cuando deseas a una estrella.



Un niño mira a las estrellas y pide un deseo. Es Boston y es Navidad, así que el niño logra lo que quería: su osito Teddy, flamante regalo navideño en 1985, acaba de cobrar vida y juntos afrontan la promesa de ser mejores amigos para siempre. El tiempo pasa, y ahora el niño, John Benett (Mark Wahlberg) trabaja en una oficina de coches usados y tiene una novia preciosa, Lori (Mila Kunis).

El deslenguado y mordaz osito Ted (Seth McFarlane) es la nada recomendable compañía de John y ella espera que él madure un tanto para poder vivir al fin juntos y sin la compañía del inseparable peluche, ahora con vicios tan poco recomendables como la continua adicción al cannabis y sus demás hábitos fiesteros.
 
Seth McFarlane ha sido animador, luego creó y escribió una popular serie animada ‘Padre de Família’ (Family Guy, 1999) y finalmente siguió la fórmula con series muy parecidas, todas ellas basadas en un tipo de humor que McFarlane ha sabido prolongar, hasta contar con otras dos encarnaciones (animadas) en antena.

Caracterizadas por una notable pobreza de diseños, un feroz desprecio a la animación (toda subsidiada en Corea del Norte) y un notorio y a veces irresistible sentido del humor, las series han logrado superar sus limitaciones y tocar cimas de lo imposible gracias a un humor absolutamente absurdo en el que se combina lo desconcertante, lo grosero y lo sorprendentemente sofisticado hasta alcanzar momentos muy graciosos.
En concepción de personajes, McFarlane es bastante sencillo y basta ver sus series en versión original para comprender su sentido del humor. En su serie más conocida, el chiste estriba en que, al típico esquema de família post-Simpson, se le añade un superdotado bebé con hábitos de aristócrata inglés y un perro que es, antes que nada, un intelectual deprimido.
En su primera película, escrita junto a dos conocidos como Alec Sulkin y Wellesley Wild, los chistes son igualmente similares, aunque esta vez se toma el tradicional esquema spielbergiano (y por ende, de película ochentera) y se remueve (bien) con los tópicos de una comedia romántica más o menos reciente. Ted es un osito lenguaraz, con voz, hábitos y slang de bostoniano de clase baja. Aquí empieza y termina la broma.
 
La película tiene sus momentos decididamente divertidos, y genera carcajadas con bromas salvajes (hay dos memorables: una implicando cocaína, la otra implicando sexo salvaje) y la química entre Mark Wahlberg y Seth McFarlane es innegable. Es mucho menor el talento de McFarlane como narrador, siendo su película anodina en lo visual, excepto en el magnífico y soberbio trabajo de los animadores de FX con el osito, con algunos guiños al cine ochentero pero escasa convicción o claridad en el tono de su película.
El tercer acto es acaso el más brillante de toda la historia.: cuando el osito dibuja al personaje como un inmaduro que se niega a avanzar y descubrimos una posible (y muy divertida) historia de inmadurez muy actual. De hecho, resulta muy inteligente que el guión ligue con perpetuidad a su protagonista al cine ochentero y a sus iconos de infancia, dibujando una psique incapaz de asumir responsabilidad alguna más allá de su cultura pop ya anacrónica. Las bromas con Sam Jones, el protagonista de la muy camp ‘Flash Gordon’ (id, 1980) al respecto son geniales y las más acertadas de toda la película.


 
Mila Kunis, voz de Meg Griffin, aparece, aunque está escasamente aprovechada. Su labor es ser muy guapa, increíblemente tolerante con un idiota (por razones esotéricas y siempre misteriosas) y parecer halagada cuando el idiota reacciona. Dicho sea de paso, esto no se distingue demasiado de como suelen tratar las comedias románticas a las mujeres (les suelen dar también el don del histerismo).

La película se ve con agrado, hay un cameo decididamente genial de un actor más o menos conocido y muchas referencias a Flash Gordon. La película podría ser más divertida, y sospecho que McFarlane tiene todavía que entregar comedias sensiblemente más inteligentes que esta. Giovanni Ribisi ofrece una rutinaria parodia del malo psicópata tipo thriller, ya anticuada hace diez años, encargado de atemorizar a este Pinocho bastardo e irreverente, mucho menos gracioso de lo esperable y deseable.


Fuente: Blog de Cine.
 

miércoles, 21 de marzo de 2018

Entrevistando a Johnny Depp.

El actor más exitoso de los últimos años paseó por el cine su personaje en el film Alicia en el país de las maravillas, donde interpreta al Sombrerero loco. A los 46 años elige vivir con su familia en una isla de las Bahamas, lejos del asedio de la prensa y de las repercusiones de sus famosos personajes.

Por James Ford / The Interview People
Fotos Latinstock, gentileza Disney



Johnny Depp es uno de esos individuos que en sus principios pasó por el infierno antes de poder encontrar el paraíso. Este lugar podría referirse a su compañera de vida de los últimos quince años, la cantante francesa Vanessa Paradis, o tal vez a su escondite, una isla privada de El Caribe. Pero también puede reflejar la paz mental y la felicidad que ha encontrado como padre. Depp siempre ha admitido sentirse sobreprotector y dedicado al bienestar de sus dos hijos: Lily Rose, de 10 años y Jack, de 7 años.

 "No hay nada que realmente se compare con el amor que sentís por tus hijos" aseguró Depp. "Yo haría cualquier cosa por mis hijos. Me gusta poder pasar un montón de tiempo con ellos y hacer su mundo lo más hermoso posible. Es tan hermoso ver a mis hijos crecer..." A los 46 años, él y su familia dividen su tiempo entre la casa en Provenza (Francia), Los Angeles y la isla Pond Cay de 18 hectáreas en las Bahamas, a la que Johnny y Vanessa llaman en privado la "isla de No molestar".

"Disfruto estando a solas en mi isla con mis nenes y mi chica, porque ahí somos libres y estamos juntos. Es nuestro pequeño mundo, donde papá es sólo papá y nadie está mirándome o apuntándome con cámaras".

Con el estreno de "Alicia en el país de las maravillas", su film una vez más junto al director Tim Burton, su amigo de siempre y colaborador, Johnny Depp encarna al Sombrerero loco, un personaje extravagante que se suma a la lista de roles que casi ningun otro actor podría haber hecho tan adecuadamente, como Willy Wonka, Sweeney Todd, Jack Sparrow y Edward "manos de tijera", entre muchos otros.

¿Cómo fue interpretar al Sombrerero Loco en la versión de Tim Burton?

A veces pinto un retrato en acuarela del personaje que voy a interpretar en una película. Cuando terminé la pintura de cómo veía yo al Sombrerero Loco pensé: "Por Dios, por este papel me van a despedir".

¿Qué hay detrás de esa masa parada de pelo naranja?

Tim y yo estuvimos investigando acerca de la expresión "loco como un sombrerero", y resultó ser que en los siglos XVIII y XIX se usaba mercurio para fabricar fieltro, que es con lo que se elaboraban los sombreros. Algunas personas, luego de usar los sombreros, a veces se veían afectadas cuando el mercurio era absorbido a través de la piel. Además, quienes hacián los sombreros frecuentemente terminaban con envenenamiento por este metal, que ponía su piel naranja. Creo que el Sombrerero que creó Lewis Carroll en su libro estaba envenenado, muy envenenado. Y creo que lo afectó en todas su fibras. Salía por el pelo, por sus uñas y por sus ojos.

Cuando investigabas a Lewis Carroll y ese período de historia, qué otra cosa apareció para conformar el personaje?

Estaba fascinado con los disparates del Sombrerero Loco durante la fiesta de té. Él preguntó: "¿Por qué un cuervo es como un escretorio?". Creo que Carroll usó esa línea refiriéndose a Edgar Allan Poe, porque "El cuervo", su famoso trabajo, fue publicado dos décadas antes de que Alicia en el país de las maravillas saliera. Dentro de mi interpretación del Sombrerero eso cuadra.


El año pasado sorprendiste a un montón de gente diciendo que no veías tus películas. ¿Por qué nunca las ves?

Simplemente no me gusta verme. Me gusta mantenerme sin saber nada de mis películas hasta haber terminado mi trabajo. Luego de finalizar, el tipo en la pantalla es ese tipo y no soy yo. No tengo ningún interés en ver mis películas. Mis hijos han visto más mis películas que yo. Algún día podrán señalarme y decirle a sus hijos: "Ése es tu abuelo".

¿Como son los días en tu isla privada?

Hermosos. Es lo más cercano al paraíso donde podés estar. Amamos estar ahí porque es una manera de vida completamente diferente, te sentís más en contacto con todo, más cercano a tus hijos. Es una forma de diferente de vivir. Es un lugar donde me siento en paz, donde sólo me siento en la playa y miro el horizonte.

Estás disfrutando tu vida como hombre de familia. ¿Te sentís menos marginado ahora que encajás más en el mundo?

No sé. Mientras crecía fui un marginado y me sentía tan fuera de lugar que realmente no sé si había una vida más fácil o mejor en la cual encajar. Cuando crecés un poco dañado y roto y luego tenés un poco de éxito no sabés si sentirte bien por el trabajo que estás haciendo o por la vida que estás llevando. Pero tuve suerte. Me enderecé, conocí a una mujer hermosa que me entendió y supo cómo enderezar las curvas en mi cabeza, al menos algunas de ellas, y llevo adelante una buena vida.

Sos muy diferente de lo que eras veinte años atrás. ¿Qué significa la paternidad para vos?

No es suficiente decir que convertirme en padre es la mejor cosa que alguna vez me pasó. Nunca fui bueno para encontrar las palabras adecuadas, pero esta vez realmente no me fallan. Cuando vi a mi hija nacer fue real y el momento menos egoísta que tuve... Me siento muy afortunado de tener una hermosa familia. Vivo cada día para ellos.

¿Cómo te sentís con respecto a los premios que estás coleccionando?

Cada vez que alguien me dice que me van a dar algún tipo de premio, me quedo estupefacto. Lo primero que me digo es "¿por qué?". Yo sólo voy a trabajar como cualquiera, salvo que parece que mi trabajo es un poco raro.


Fuente: Revista Miradas. 
  

miércoles, 14 de marzo de 2018

Homenaje a King Kong, (parte 5).

Critica de "A.B.C."

Avenida: King Kong.

Por Alfredo Miralles


El Rey Kong, que así pudiera interpretarse, aceptando como inglesa la primera palabra del título. Rey, substantivo, aplicado por extensión a todo ser racional o irracional que detente el poderío en una colectividad cualquiera, es este Kong -reproducción desmesurada en el tamaño y bastante exacta en las características de lo que se cree debió de ser el antropopiteco, según las teorías darwinianas- en una selva prehistórica, injerto anacrónico en nuestra época y principal escenario, donde se desarrollan los acontecimientos de este nuevo film.


 
El nombre de Edgar Wallace influye un poco en el público, y así no puede extrañar la expectación que el estreno produjo; pero bien pronto se advierte que el autor abandonó aquí sus derroteros habituales para adentrarse en los para él nuevos del cinema, y no con independencia de criterio, sino de la mano de Merian C. Cooper, colaborador en Rango de Schoedsack, y coparticipe, asimismo, con éste en la dirección de King Kong.

En honor a la justicia, consignemos que en nada ha mejorado la obra del fallecido escritor inglés esta nueva producción, que carece incluso de originalidad, puesto que el precedente en el nudo de los hechos lo tenemos en "El doble asesinato de la calle Morgue", por ejemplo. Esto en cuanto al argumento.

Por lo que respecta a la película propiamente dicha, nada nuevo aporta en técnica; por el contrario significa un salto atrás al recurrir a teatralismos y puerilidades ya en desuso. Y tampoco en el procedimiento, pues la modalidad de utilizar muñecos en vez de seres humanos tuvo ya en Ladislas Starevitch un insuperable propulsor. El film sería, no obstante, más tolerable suprimiendo algunas escenas de dudoso gusto y reduciendo su longitud.


Fay Wray, Robert Armstrong y Bruce Cabot interpretan los
principales papeles de la obra, que defienden con bastante
dignidad.

Un solo mérito, y grande, por cierto, tiene la película: el minucioso
y abrumador trabajo de laboratorio que representa la intervención
de las bestias fabulosas y su movimiento en el mismo plano que los
actores; pero quizá no todo el público lo apreciará en su justo valor.




Fuente: Homenaje a King Kong, por Roman Gubern
Cuadernos Infimos 4, Tusquets Editor.