Julio Diz

Nació en la ciudad de Lanús, Buenos Aires, Argentina, el 27 de junio de 1956. Desde muy pequeño concurrió al cine, descubriendo a Walt Disney en el viejo Cine Monumental de la ciudad de Bernal. Ya de grande, Román Polanski y su film, “Cul de Sac” fueron los movilizadores hacia el cine de culto. En los años ’70, estudió cine en la EDAC, (Escuela de arte cinematográfico) de la ciudad de Avellaneda. En los ’80 cursó en CECINEMA, (Centro de estudios cinematográficos) dirigido por José Santiso, y asistió al Seminario Introducción al lenguaje cinematográfico, dictado por Simón Feldman. Incursionó en el Cine de Súper 8 y 16 MM. Asociado a UNCIPAR (Unión cineistas en paso reducido), fue cofundador del Biógrafo de la Alondra. Es editor de Woody y todo lo demás, Series de antología y el presente blog. Actualmente trabaja en su primer libro, “Los tiempos del cine”.

jueves, 25 de agosto de 2011

Estrellas en el cielo: Elizabeth Taylor, (1932-2011).



Muere la leyenda del cine Elizabeth Taylor.


Elizabeth Rosemond Taylor falleció a los 79 años, debido a una insuficiencia cardíaca; llevaba dos meses en el hospital Cedars-Sinai de Los Ángeles; la podrían enterrar en el cementerio WestWood Village Memorial Park.


Elizabeth "Liz" Taylor, un mito de la historia de Hollywood, falleció a los 79 años de edad en Los Ángeles, debido a una insuficiencia cardíaca, tras un vida intensa entregada al cine, su pasión a los hombres y las joyas.

Ganadora de dos Oscar por su papel en Butterfield 8 (1960) y ¿Quien le teme a Virginia Wolf? (1966), así como de una estatuilla honorífica por su labores humanitarias (1993), protagonizó más de 50 películas, algunas tan conocidas como Mujercitas (1949), La gata sobre el tejado de zinc caliente (1958) o Cleopatra(1963).

Temperamental, carismática y rebelde, esta actriz que debutó en plena edad dorada de Hollywood se casó en ocho ocasiones, dos de ellas con el actor Richard Burton, su gran amor junto con su tercer marido, el productor Michael Todd, según admitió ella misma.

Elizabeth Rosemond Taylor nació el 27 de febrero de 1932 en Hampstead (Londres), donde vivió hasta que a los siete años sus padres, de origen estadounidense, decidieron instalarse en California (Estados Unidos), ante el inminente inicio de la II Guerra Mundial.


Su vocación artística le vino por parte materna. Su madre había sido actriz teatral, mientras que de su padre heredó su amor por el arte.

Taylor atesoró durante su vida una gran colección de suntuosas joyas entre las que destacan un diamante de 33.19 quilates que perteneció a la mujer de un colaborador de los nazis y otro que fue propiedad de la esposa favorita del emperador indio Shah-Jahan, en cuya memoria mandó erigir el célebre Taj Mahal.

Dio sus primeros pasos en el cine con 10 años, en el filme There's One Born Every Minute (1942), que fue seguido por Lassie Come Home (1943) y dos películas más antes de saltar al estrellato con National Velvet (1944), un pedestal del que ya no se bajaría.

Después llegaría Mujercitas (1949) y ya en los 50, títulos como Gigante (1956), en el que compartió cartel con Rock Hudson y el mítico James Dean, Raintree County (1957) con su amigo Montgomery Clift o La gata sobre el tejado de zinc caliente (1958) junto a Paul Newman.


La tercera llegó con Suddenly, Last Summer (1959), un año antes de que diese inicio su década de gloria en la que se coronó como la reina de Hollywood, gracias en parte a películas como Cleopatra en la que llegó a cobrar un millón de dólares, el mayor sueldo de la historia por entonces.

En los 60 recibió dos estatuillas, se casó con Richard Burton por primera vez -fue su matrimonio más duradero (12 años)- y estrenó 14 películas como The Taming of the Shrew (1967), antes de que su luz comenzase a apagarse en el firmamento del cine.

Conocida por su diminutivo, "Liz" fue considerada una de las mujeres más bellas de su tiempo y de sus famosos ojos "violeta" su marido Burton llegó a decir que eran "tan sexy que equivalían a pornografía".

A partir de los 70 comenzó poco a poco su declive, forzado en gran medida por sus serios problemas de salud, una cruz que arrastró durante toda su carrera, si bien su última película fue en 1994, Los picapiedras.

Elizabeth Taylor, que fue nombrada Dama del Imperio Británico por la Reina de Inglaterra en 2000, pasó por el quirófano al menos en treinta ocasiones y no por razones estéticas.

Dolencias en la espalda, cuello, piernas, diversas fracturas, dos sustituciones de cadera, un tumor cerebral benigno o un tratamiento contra el cáncer de piel fueron algunos de sus padecimientos.


La actriz, que también se sometió a una cura de desintoxicación de alcohol y pastillas, reconoció que se vio al borde de la muerte en varias ocasiones, especialmente por neumonía o por una arritmia cardiaca.

Sus últimos años redujo mucho sus apariciones en público, que siempre hacía en su silla de ruedas debido a una osteoporosis, pero mantuvo su actividad como líder de campañas contra el sida, una enfermedad que se llevó a algunas de sus amistades.


La vida azarosa de una leyenda de Hollywood.

Elizabeth Taylor era una estrella a los 12 años, una divorciada a los 18, diosa del cine a los 19 y viuda a los 26.

Su mejor papel, el papel que la definió, más allá de la pantalla, fue el de la propia ''Elizabeth Taylor'', siempre casándose o divorciándose, entrando o saliendo de hospitales, luchando sus batallas contra distintas adicciones, dolencias físicas y la gordura.

La legendaria actriz de ojos violeta cuya tumultuosa vida personal y perenne fama la convirtieron en una de las últimas estrellas del cine de antaño y antecesora de las celebridades de hoy.

Taylor fue, a la vez, la más solitaria y desafortunada de las actrices, la más fuerte y la más vulnerable. Contaba con extraordinaria gracia, fortuna y una voluptuosa belleza, y ganó tres premios Oscar, incluyendo uno por su trabajo humanitario.

Era la más fiel de las amigas y una defensora de los gays en Hollywood, cuando el sida era todavía un estigma en la industria y más allá. Pero también padeció múltiples problemas de salud, romances fallecidos (con ocho matrimonios, dos con el actor Richard Burton) y tragedias personales.

''Creo que me estoy volviendo fatalista'', dijo en 1989. ''Demasiado ha pasado en mi vida para no volverme fatalista''.

Fue una niña estrella que creció y envejeció ante un público que la adoró y al cual fascinó e impresionó. Llegó a Hollywood cuando los estudios controlaban de cerca la vida de los actores y su imagen. Fue la gran sobreviviente de la industria, y una de las primeras en llegar a la categoría de celebridad -famosa por ser famosa, su trabajo en la gran pantalla fue con frecuencia inseparable de los rumores que la rodearon.


Taylor reveló en noviembre del 2004 que padecía de un edema pulmonar. Pero aun así desestimó periódicamente reportes de que la muerte estuviera llamando a su puerta diciendo que usaba una silla de ruedas sólo por problemas crónicos de la espalda, que comenzaron cuando a los 12 años de edad se cayó de un caballo.

"Anda, vamos, ¿luzco como que me estoy muriendo?", dijo en mayo de 2006 en una entrevista televisiva para el programa "Larry King Live" de CNN. "¿Luzco o sueno como si tuviera Alzheimer?", señaló. Los tabloides reportan esas cosas "porque no tienen más basura que escribir".

Cuando al año siguiente cumplió 75 años, dijo que el secreto de su longevidad era "no entregarse".

En los últimos años, fue vocera de varias causas, principalmente de la investigación del sida. Su labor le mereció un Oscar especial, el Premio Jean Hersholt Humanitario, en 1993.

Al aceptar el reconocimiento dijo: "Apelo a ustedes para que busquen en la profundidad de su ser, para demostrar que somos una raza humana, para demostrar que nuestro amor supera nuestra necesidad de odiar, que nuestra compasión es más convincente que nuestra necesidad de culpar".

Asumió sus problemas de salud con una actitud estoica.

"Mi cuerpo es un verdadero desastre", dijo Taylor a la revista W en el 2004. "Si lo ves en el espejo, está completamente convexo y cóncavo".

En sus últimos años fue rara vez vista en pantalla, pero en 1994 tuvo una pequeña participación en la adaptación cinematográfica de "Los Picapiedras". En el 2001 apareció en la película para televisión "These Old Broads" junto a su otrora rival romántica Debbie Reynolds, cuyo esposo, Eddie Fisher, la dejó por Taylor en los años 50. La película la escribieron Carrie Fisher, Fisher y la hija de Reynolds.


Taylor causó sensación en Hollywood con "National Velvet" ("Fuego de Juventud"), el filme de 1945 en que la hermosa niña de 12 años lleva a un caballo a la victoria en la prestigiosa carrera Grand National.

El crítico James Agee escribió de Taylor: "Desde la primera vez que vi a la niña ... quedé asfixiado con el tipo de adoración que habría sentido de haber estado en su mismo salón de la escuela primaria".

"National Velvet", su quinta cinta, también marcó el comienzo de la larga lista de problemas de salud de Taylor. Durante la producción cayó de un caballo y el resultado fue una lesión en la columna que no dejó de acecharla.

Taylor pasó de ser una niña estrella a una belleza deslumbrante en "El padre de la novia" en 1950. Dijo que la primera vez que le pidieron que actuara fue en 1951 en "Un lugar en el sol", basada en la novela de Theodore Dreiser "Una tragedia americana". La película fue dirigida por George Stevens y coprotagonizada por su gran amigo Montgomery Clift.

En 1957 fue postulada a un Oscar por su papel de belleza sureña frustrada en "El árbol de la vida".

En 1958 fue elogiada por la crítica con la versión cinematográfica de "La gata sobre el tejado de zinc" de Tennessee Wllliams, en el papel de Maggie la Gata, con Paul Newman. Nuevamente fue nominada a un Oscar.


Un año después obtuvo otra postulación por su actuación en "De repente, el último verano", otra adaptación de Williams, que protagonizó con Clift.

Ganó su primer Oscar a la mejor actriz por "Butterfield 8", en la que dio vida a una muchacha medio casquivana, sin futuro, junto a Eddie Fisher, con quien se casó antes del estreno del filme.

Durante un ataque casi fatal de neumonía en 1961, Taylor se sometió a una traqueotomía. Asistió a la ceremonia de los Oscar con una venda en la cicatriz para aceptar su estatuilla por "Una venus en visón".

En medio de la ovación del público, subió con dificultad al escenario.

"Realmente no sé cómo expresarles mi gratitud", dijo en un emotivo discurso. "Supongo que simplemente tendré que agradecerles con todo el corazón". Fue uno de los momentos más dramáticos en la historia de los Oscar.

Pero Taylor dijo después que "Una venus en visón" no representó nada importante para ella.

Taylor conoció a Burton mientras interpretaba el papel principal en la épica de 1963 "Cleopatra", en la que el distinguido actor galés hizo de Marco Antonio. Su romance causó tal sensación que hasta el Vaticano se involucró, denunciándolo como un "capricho de niños adultos".

Aunque su matrimonio de 1964 no floreció, juntó a una de las parejas más famosas del cine moderno.

El par protagonizó ''Hotel Internacional'' (1963), ''Castillos en la arena'' (1965), ''¿Quién le teme a Virginia Woolf?'' (1966), ''La mujer indomable'' (1967), ''Los comediantes'' (1967), ''Dr. Faustus'' (1967), ''La mujer maldita'' (1968), ''Bajo el bosque lácteo'' (1971) y ''Hammersmith is Out'' (1972).

El arte habría imitado la vida en ''¿Quién le teme a Virginia Woolf?'', en la que Taylor y Burton hicieron de marido y mujer que peleaban ferozmente y bebían mucho. Taylor se llevó el Oscar por su actuación como la maliciosa Martha.


La pareja se divorció en 1974, se volvió a casar en 1975 y se divorció nuevamente en 1976, generando en el trayecto una avalancha publicitaria.

''Peleamos muchísimo'', dijo Burton una vez, ''y vemos a la gente a nuestro alrededor que no sabe qué hacer durante estas tempestades. No peleamos cuando estamos solos''.

En 1982, Taylor y Burton trabajaron en una producción rodante de la obra de Noel Coward ''Vidas privadas''. Burton murió dos años después.

Elizabeth Rosemond Taylor nació en Londres el 27 de febrero de 1932, hija de Francis Taylor, un comerciante de arte, y Sara Sothern, una actriz de teatro estadounidense.

Desde muy niña estudió ballet y a los tres años bailó para las princesas Isabel (la futura reina) y Margaret Rose en el Hipódromo de Londres. A los cuatro años recibió un caballo que aprendió a montar con maestría.

A principios de la Segunda Guerra Mundial los Taylor se mudaron a Estados Unidos.

Francis Taylor abrió una galería en Beverly Hills y, en 1942, su hija debutó en la gran pantalla con un pequeño papel en la comedia ''There's One Born Every Minute''.

Su salto a la fama llegó poco después. Mientras trabajaba para el productor de MGM Sam Marx, el padre de Taylor se enteró de que el estudio buscaba a una niña inglesa que actuara junto a Roddy McDowall en ''Lassie, la cadena invisible''.

Taylor hizo la prueba para el filme y no sólo obtuvo el papel, sino también un contrato a largo plazo.

Aún en la escuela a los 16 años, salía corriendo del salón de clases al estudio donde haría escenas de amor apasionadas con Robert Taylor en ''El conspirador''.

''Tengo las emociones de una niña en el cuerpo de una mujer'', dijo una vez. ''Me apresuré a ser mujer por las películas. Eso me ocasionó grandes momentos de infelicidad y dudas''.


Pronto inició una serie de romances muy públicos. Sus primeros amores incluyeron al hombre de sociedad Bill Pawley, al beisbolista Ralph Kiner y al astro del fútbol estadounidense Glenn Davis. Se casó con Conrad Hilton Jr., hijo de un magnate de hoteles, en mayo de 1950 a los 18 años. El matrimonio duró hasta diciembre.

Cuando se casó con el actor británico Michael Wilding en febrero de 1952, él tenía 39 años y ella 19. Con él pasó cuatro años y medio casada y tuvo dos hijos, Michael Jr. y Christopher Edward.

Entonces se casó con el productor de cine Michael Todd, también 20 años mayor que ella, en 1957. La pareja tuvo una hija, Elizabeth Francis, y Todd murió en un accidente aéreo en 1958.

El padrino de su boda con Todd fue Fisher. éste dejó a su esposa, Debbie Reynolds, para casarse con Taylor en 1959. La actriz se convirtió al judaísmo antes de la boda.

Taylor y Fisher se mudaron a Londres, donde ella filmaba ''Cleopatra''. Fue allí donde conoció a Burton, quien también estaba casado. Se unieron en matrimonio en 1964, poco después de su divorcio de Fisher. Dicha unión produjo su cuarta hija, María.

Cuando su segundo matrimonio con Burton terminó, se casó con John Warner, un ex secretario de la Armada, en diciembre de 1976. Warner fue elegido senador de Virginia en 1978. Se divorciaron en 1982.

En octubre de 1991 se casó con Larry Fortensky, un camionero y trabajador de la construcción al que conoció mientras ambos recibían tratamiento en el Centro Betty Ford en 1988. Esta vez era ella quien le llevaba 20 años al marido.

La boda se realizó en la hacienda del cantante Michael Jackson y fue un circo mediático que incluyó la bulla de helicópteros, un periodista que aterrizó en paracaídas cerca de la pareja y un columnista de chismes como escriba oficial.

Pero en agosto de 1995, Taylor y Fortensky anunciaron su separación. Seis meses después ella presentó su solicitud de divorcio numero seis y éste se hizo oficial en 1997.


''Mis padres me enseñaron que si uno se enamora, si uno quiere tener un romance, uno se casa'', declaró alguna vez. ''Supongo que soy muy anticuada''.

Sus intereses filantrópicos incluyeron ayuda al Fondo Israelí para Víctimas de Guerra, el Variety Clubs International y la Fundación Estadounidense de Investigación para el Sida.

Recibió la Legión de Honor, el más prestigioso reconocimiento de Francia, en 1987 por sus esfuerzos contra el sida. En mayo del 2000 la reina Isabel II hizo de Taylor una dama por sus aportes a la industria del espectáculo y labor caritativa.

En 1993, el Instituto Estadounidense de Cine (AFI según sus siglas en inglés) le dio el premio a los logros de una vida y en 1999 un estudio sobre las leyendas del cine la ubicó en la casilla No. 7 entre las actrices.

Durante los últimos años de su carrera, el sobrepeso de Taylor, sus múltiples dietas y tumultuosos romances fueron tema de chismes y chistes.

''Es asombroso que no haya explotado'', escribió sobre su aumento de casi 30 kilos (60 libras), tras haberlas perdido exitosamente, en su libro de 1988 ''Elizabeth Takes Off''. ''Comer pasó a ser una de las actividades más placenteras que pude encontrar para llenar las horas de soledad y comí y bebí desenfrenadamente''.

Sus múltiples problemas de salud la llevaron a someterse a más de una veintena de operaciones. Una vez casi muere al atragantarse con un hueso de pollo. En 1990 estuvo al borde de la muerte por una neumonía. En 1994 y 1995 le reemplazaron las dos caderas y en febrero de 1997 le extirparon un tumor cerebral benigno.

En 1983 reconoció una adicción de 35 años a las pastillas para dormir y los analgésicos. Taylor recibió tratamiento por problemas de abuso de drogas y alcohol en la Clínica Betty Ford en Rancho Mirage, California.

Volvió a la clínica a finales de 1988 tras recibir tratamiento por una lesión en la columna. Se negó a decir si era por una adicción a medicinas con receta.


Cuando cumplió 50 años, Taylor reflexionó en una entrevista:

''No apruebo completamente algunas cosas que he hecho o que hago. Pero yo soy yo. Dios sabe, yo soy yo''.

Le sobreviven sus hijas María Burton-Carson y Liza Todd-Tivey, sus hijos Christopher y Michael Wilding, 10 nietos y cuatro biznietos.


Cleopatra y Virginia Woolf marcaron su carrera.

Elizabeth Taylor es recordada por su interpretación de la reina de Egipto y de la escritora, sin olvidar sus comienzos en la cinta National Velvet, donde su inocencia conquistó al público

Con su interpretación de la reina de Egipto, Taylor lució su belleza y junto a la escritora fueron los papeles principales que colocaron a la actriz Elizabeth Taylor como una de las favoritas de la pantalla grande, sin olvidar sus comienzos en la cinta National Velvet, donde su inocencia e imagen enternecedora dominaron al público desde los inicios de su carrera.

Pero ninguno de estos papeles avasallo con la vida privada de la actriz, quien se caso en ocho ocasiones, dos con su compañero, el actor Richard Burton.

La carrera de la inglesa despuntó a los 12 años, cuando protagonizó la cinta basada en un caballo de carreras, National Velvet, en 1944, para después ganarse al público con su participación en El coraje de Lassie y la adaptación cinematográfica de la novela Mujercitas.

Una Mujer Marcada le brindó su primer Óscar a la mejor actriz.

Con el drama romántico "La gata sobre el tejado de zinc caliente" recibió su segunda nominación al premio Óscar por Mejor actriz.

Después causo sensación al encarnar a la legendaria emperatriz de Egipto, Cleopatra, en 1963, así Taylor se coronó como la primera actriz que cobró un millón de dólares por una cinta.


El filme no solo le trajo una buena suma de dinero y conquistó a sus seguidores con sus pupilas violetas. Elizabeth encontró el amor durante la filmación y comenzó un romance con su colega Richard Burton, la relación llegó al matrimonio en dos ocasiones.

Con su actuación en ¿Quién le teme a Virginia Woolf?, considerada su mejor interpretación, al lado de su esposo Richard Burton. El encarnar a la escritora le valió su segundo premio Oscar a la mejor actriz. La intensa actuación de la pareja dejaba entrever la crisis que vivían en la vida real.

Después de la gloria, la decadencia comenzó a entrar en su vida y en su carrera, pues siempre se vio envuelta en escandalosos y tormentosos matrimonios, además de ser víctima de varias enfermedades.

Sin mucho éxito y con fuertes criticas participó en El pájaro azul, en la década de los setenta, después hizo A Little Night Music y El espejo roto.

Sus últimas participaciones en el cine se dieron en la comedia Los Picapiedra, en 1994, donde interpretó a la molesta e incomoda suegra de Pedro Picapiedra; en The Nanny, en 1996, y en la película para televisión These Old Broads, de 2001.


Un amor de película marcó la vida de Liz Taylor

El actor Richard Burton conquistó el corazón de la actriz durante el rodaje de la cinta Cleopatra, su relación fue tan apasionada como destructiva.

"¿Alguien te ha dicho alguna vez que eres una chica muy bonita?". Así, de una forma tan manida como cursi comenzó la historia de amor más turbulenta del cine, la que protagonizaron Cleopatra y Marco Antonio, Elizabeth Taylor y Richard Burton.

Fue en el rodaje de la mastodóntica película sobre la reina de Egipto, en 1961, cuando se produjo el encuentro que marcaría la historia de ambos actores pero también la del cine, que vio cómo, una vez más, la realidad superaba la ficción más retorcida.

Se habían conocido unos años antes pero el flechazo se produjo en una pausa del rodaje del filme de Joseph Mankiewicz, un proyecto en el que Taylor era la gran estrella, con un sueldo faraónico para la época, de un millón de dólares.

La dueña de los ojos violetas más impresionantes del cine traía consigo, con tan sólo 29 años, tres matrimonios fallidos -con Conrad Hilton, Michael Wilding y Michael Todd- y un cuarto a punto de terminar, con Eddie Fisher, tras el escándalo que supuso el comienzo de su relación con él cuando aún estaba casado.

Pero sería un galés rudo a la vez que cultivado, con una fuerza natural innegable y un inmenso talento para actuar, amar y beber el que conquistaría el corazón de la que estaba considerada como la mujer más bella del mundo.

"¿Alguien te ha dicho alguna vez que eres una chica muy bonita?. Yo pensé: el gran amante, el gran ingenioso, el gran intelectual galés y sale con esa frase cursi. Pero entonces me di cuenta de que sus manos estaban temblando como si tuviera la parálisis del sábado noche. Tenía la peor resaca que había visto en mi vida. Y estaba claramente aterrorizado por mí. Simplemente me dio pena y me di cuenta de que era humano. Ese fue el comienzo de nuestra relación" .

De esta forma tan sencilla Taylor contaría el inicio de su complicada historia de amor con Burton, una historia que no acabó ni con la muerte del actor galés.

La protagonista de La gata sobre el tejado de zinc caliente, confesaría años después de la muerte de Burton que aún conservaba sus fotos, sus cartas y sus recuerdos. Y que Burton le había escrito una carta unos días antes de su muerte en Suiza en 1984 en la que hablaba de la posibilidad de una reconciliación.


No hubiera sido impensable una nueva unión en la trayectoria de una relación que pasó por todas las etapas posibles, que incluyó dos matrimonios y una hija, y que acaparó portadas y cotilleos tanto por sus escenas idílicas como por las sonoras disputas que protagonizaron.

Tras el encuentro en el rodaje de Cleopatra llegó una primera etapa de amor y pasión dentro y fuera de la pantalla, que acabó en 1964 en el primer matrimonio de la pareja -segundo para él, quinto para ella.

Su relación era en todo momento extrema y excesiva, pasaba del amor al odio, del rechazo a la dependencia absoluta de una manera tan brutal como pública.

Con pocas y precisas palabras, Burton definió su relación: "Podría escapar de ella durante miles de años y seguiría siendo mi bebé. Nuestro amor es tan violento que nos abrasamos mutuamente" .

Un fuego que vivieron frente al público, que fue testigo de sus broncas, sus borracheras, sus adicciones, sus debilidades. Se convirtieron en la pareja de moda sin pretenderlo y sin fingir lo que no eran.

¿Quien le teme a Virginia Woolf?, por la que la actriz ganó uno de sus dos Óscar, fue un claro y descarnado reflejo de lo que pasaba en la vida real. La historia agresiva de una pareja alcoholizada y amargada plasmó con un realismo doloroso lo que Taylor y Burton vivían más allá de las pantallas.

Una relación autodestructiva que les impedía vivir juntos o separados. El primer divorcio llegó en junio de 1974 y el segundo matrimonio en octubre de 1975.


Apenas unos meses -hasta agosto de 1976- duró la segunda tentativa para un amor que sin embargo no se apagó.

Pese a los matrimonios posteriores de ambos, siguieron manteniendo un estrecho contacto y sus conversaciones telefónicas duraban horas.

Después de la muerte de Burton, su imagen siguió presente en múltiples fotos en la casa de Liz y las cartas de amor que le escribió durante años, en el cajón de su mesilla de noche.


Datos curiosos sobre la vida de Elizabeth Taylor.


Celebró su último cumpleaños el 27 de febrero, el mismo día que la entrega de los premios Oscar de este año.

Murió rodeada de sus dos hijos y dos hijas.

Sus ojos eran color violeta.


Se dice que nació con un doble juego de pestañas, lo que realzaba su mirada.

Sus padres eran estadounidenses, pero nació en Gran Bretaña.

Su familia se mudó en la década de 1930 a Los Angeles, cuando era inminente el inicio de la Segunda Guerra Mundial.

Su primera prueba de pantalla fue a los 10 años para los estudios Universal, que la despidió poco después de hacer su primera película There´s One Born Every Minute.

Fue contratada por la MGM poco después.

Su segunda cinta fue Lassie vuelve a casa en 1943.

Su primer matrimonio fue con Conrad Hilton en 1950 y duró poco menos de un año.

Su primera nominación al Oscar fue en 1957 por Raintree County.

Su tercer esposo, Michael Todd, murió en 1958 en un accidente aéreo.

En 1960 ganó su primer Oscar por Butterfield 8.

Cobró un millón de dólares en 1963 por hacer Cleopatra, la primera ve que se pagaba tal cantidad a una actriz.

En el set de Cleopatra, conoció a sus dos veces esposo, Richard Burton.

Durante los años setenta, estuvo recluida en centros de desintoxicación por su alcoholismo y bajo tratamiento por depresión.

Su última aparición en cine fue en Los Picapiedras, en 1994, como la madre de Vilma.

Filmografía


1942 There's One Born Every Minute
1943 Lassie vuelve a casa
1944 Jane Eyre
1944 The White Cliffs of Dover
1944 National Velvet
1946 Courage of Lassie
1947 Life with Father
1947 Cynthia
1948 A Date with Judy
1948 Julia Misbehaves
1949 Mujercitas
1949 Conspirator
1950 The Big Hangover
1950 Father of the Bride
1951 Father's Little Dividend
1951 A Place in the Sun
1951 Quo Vadis
1952 Love Is Better Than Ever
1952 Ivanhoe
1953 The Girl Who Had Everything
1954 Rhapsody
1954 Elephant Walk
1954 Beau Brummell
1954 The Last Time I Saw Paris
1956 Gigante
1957 Raintree County
1958 La gata sobre el tejado de zinc caliente
1959 Suddenly, Last Summer
1960 Scent of Mystery
1960 Butterfield 8
1963 Cleopatra
1963 The V.I.P.s
1965 The Sandpiper
1966 ¿Quien le teme a Virginia Woolf?
1967 The Taming of the Shrew
1967 Doctor Faustus
1967 Reflejos en un ojo dorado
1967 The Comedians
1967 The comedians en Africa
1968 Boom!
1968 Ceremonia secreta
1969 Anne of the Thousand days
1970 The Only Game in Town
1970 Here's Lucy
1972 X,Y, and Zee
1972 Under Milk Wood
1972 Hammersmith is Out
1973 Divorce His, Divorce Hers
1973 Night Watch
1973 Ash Wednesday
1974 Identikit
1974 That's Entertainment!
1976 The Blue Bird
1976 Victoria en Entebbe
1977 A Little Night Music'
1978 Return Engagement
1979 Winter Kills
1980 The Mirror Crack'
1981 General Hospital
1983 Between Friends
1984 Hotel
1984 All My Children
1985 Malice in Wonderland
1985 North and South
1986 There Must Be a Pony
1987 Poke Alice
1988 Young Toscanini
1989 Sweet Bird of Youth
1992 The Simpsons
1992 Captain Planet
1993 The Simpsons
1994 Los picapiedras
1996 The Nanny
2000 God, the Devil and Bob
2001 These Old Broads



Fuente: www.ads.eluniversal.com.mx

viernes, 19 de agosto de 2011

Aquellos cines de Mar del Plata, segunda parte.

Aquellos viejos cines marplatenses

Publicado por Diario on, 27 de octubre de 2009

Rubén Viaro –empleado municipal- reconstruyó la historia de los cines de esta ciudad. Reunió datos olvidados, testimonios, fotos, documentos y recuperó reliquias de algunas salas que viven en el corazón de los marplatenses. Escribió un libro, aún no editado, que piensa donar a las escuelas. Esa obra comenzó a gestarse, sin que el propio Viaro lo supiera, en los parques del Archivo Museo Histórico Municipal, donde se desempeñaba como jardinero.

El periodista Gustavo Visciarelli, publicó el domingo 25 de octubre en el diario LA CAPITAL, un espectacular artículo sobre la historia de los cines de Mar del Plata.

La primera parte de la historia puede resumirse así: Rubén Viaro (37) es empleado comunal y desde hace 14 años trabaja en el Archivo Museo Històrico Municipal Roberto Barili. Su tarea original era mantener el parque que rodea el històrico edificio de Lamadrid 3870, pero su verdadero oficio -la carpintería- y una oculta vocación lo llevaron por caminos inesperados. "Un dìa se me ocurrió hacer unas vitrinas en el Museo porque las que estaban eran muy vetustas", comenta Viaro, quien a partir de ese trabajo fue convocado a montar el stand de Mar del Plata en La Rural, tarea que realiza desde hace cuatro años. "Seguí haciendo cosas acá, en el Museo...marcos, vitrinas, y se me dio por iniciar trabajos de investigaciòn para armar muestras en este lugar", añade. Desde entonces comenzó a rastrear documentos de interés en el archivo e hizo un curso de computaciòn para digitalizar imágenes y exhibirlas en las salas del museo, todo ello en marcos, vitrinas o stands que él mismo construye.





Un cine abandonado

La segunda parte de la historia nos lleva al primer piso del Archivo-Museo. Allí hay una habitaciòn donde proyectan videos de Mar del Plata a los escolares que visitan el lugar. Hace algunos años, Rubén observó que el recinto estaba amoblado con sillas de plàstico y que la decoración no se ajustaba a una sala de proyecciones. "Se nos ocurrió hacer algo que se pareciera más a un cine y me conecté con el dueño del Normandie, del puerto, que cerró hace años y que estaba abandonado. Le pedimos algunas butacas y nos respondió que nos lleváramos lo que quisiéramos. Encontramos una boletera (panel perforado donde se colocaban las entradas), unos telèfonos, uno de esos baldes de incendio que se llenaban con arena porque no habìa matafuegos, unos programas que estaban tirados… y empezamos a buscar butacas".

El relato de Viaro sobre aquella incursión en el cine toma inesperada atmòsfera cinematográfica: "Estaba todo destruido... los agujeros del techo eran terriblemente grandes. Recorrimos el cine en medio de la oscuridad, alumbrándonos con una linterna, y vimos que en el pullman había butacas en buenas condiciones porque ese sector estaba más protegido. Las sacábamos en filas de cinco para poder bajarlas porque era la altura que nos daba para que uno la sostuviera de arriba y otro de abajo. Contratamos un camión y trajimos cincuenta butacas, las mejorcitas, con hierro forjado, con su tapizado original".

Hoy la sala de video del Archivo-Museo está amoblada con butacas rescatadas del viejo Normandie; y luce una decoración temática que rememora los viejos cines marplatenses.





Las salas perdidas

Comienza, entonces, la tercera parte de esta historia. Después de aquella incursión en el Normandie, Viaro se abocó a reconstruir la historia de los cines de Mar del Plata, un tema que nunca lo habìa atraído. "Ví que podìa ser algo que le guste a la gente y decidí escribir un libro que pienso donar a las escuelas de Mar del Plata", afirma. De tal manera, además de compilar datos históricos y testimonios, obtuvo innumerables reliquias, algunas de las cuales cedió al Archivo para decorar la sala.

Al hallar escasa bibliografía sobre los cines marplatenses, obtuvo el grueso de la información hojeando los diarios que se editaron en Mar del Plata desde principios del siglo XX y que, en gran cantidad, se encuentran en el Archivo. "La investigación que hice -señala Viaro- indica que entre 1900 hasta 1998 funcionaron en Mar del Plata 99 salas donde se proyectaron pelìculas, sin contar las que funcionaban en los clubes. El primer cine, que no era tal, funcionó en 1901 en El Palacio de las Novedades, que estaba en el Paseo General Paz, lo que serìa hoy sería el boulevard. Tenìan un salòn donde daban teatro, donde había bailes... se podìa tomar el té y a su vez se proyectaban pelìculas. Era tipo biògrafo".




Los grandes cines

Superando el perìodo en que las salas de proyección eran locales acondicionados para pasar pelìculas, sobrevino una época de oro en que empezaron a contruirse grandes cines "entre ellos el Nogaró, Gran Mar, Atlantic, Opera, Ocean Rex, Ideal, y Normandie", comenta Viaro.

"Hay un caso curioso. El Atlantic fue construído por los Varese. Es de estilo art decò, el ùnico de ese estilo en Mar del Plata. Se hizo una encuesta popular en el diario La Capital para ponerle nombre y diariamente publicaban los resultados de la compulsa. La gente iba a votar al diario. Venían punteando Atlantic y Varese y ganò el primer nombre por unos votos. En el hall del cine hay una placa recordando que la inauguraciòn fue el 14 de febrero de 1935. Los padrinos fueron el presidente Agustìn P. Justo y Angiolina Astengo de Mitre. Tenìa 1600 plateas y el ingeniero fue Julio Ratery".

Viario comenta que otro episodio curioso se produjo durante la construcción del Gran Mar, porque "hubo un error de càlculo y se quedaron cortos con una vara de hierro. Tuvieron que desarmar toda la platea de arriba y traer una vara de hierro de Buenos Aires. Lo que iba a demandar seis meses, tardó dos años" hasta su inauguración en el año 1953.

Las salas más recordadas

- América y Atlas (Corrientes y Luro)- Funcionan como teatros.

- Argentino (Alvarado 2164)- Funcionó hasta 1967- En su edificio opera una
emisora de frecuencia modulada.

- Atlantic (Luro 3240)- Templo evangélico.

- Belgrano (Belgrano 3424)- Supermercado chino.

- Bristol e Intimo (Rivadavia 2100) - Demolidos en la década del 70

- Cine Hotel Provincial – Volverá a funcionar esta temporada como teatro.

- Colón (H Yrigoyen 1655) - Funciona como teatro

- Diagonal (Diagonal Pueyrredón 3300)- Funciona como espacio cultural.

- Don Bosco (Rivadavia 4894) - Fue desactivado.

- Gran Mar (Salta casi Luro )- Funciona un templo.

- Ideal (12 de Octubre 3468) – Desaparecido. Opera allí una entidad bancaria.

- La Botonera (Rivadavia 3148)- Hay locales comerciales

- Lido y Neptuno (Santa Fe 1751)- Funcionan como teatros

- Luro (Avenida Luro 4450)- Funcionó un bailable y hoy está cerrado.

- Mignon (San Martín 2460)- Desaparecido. Hay locales comerciales.

- Normandie (12 de Octubre 3247)- Cerrado

- Ocean Rex (Independencia 1725) - Funciona un bingo

- Odeón (Entre Ríos 1828) - Funciona como teatro

- Opera (Independencia 1641)- Templo evangélico

- Radio City y Roxy (San Luis 1742)- Salas de teatro en período de reapertura.

- RE-FA-SI (Luro 2332)- Funciona como teatro.

- Regina (San Martín 2456)- Paseo de compras.

- Sacoa – Funcionó en la galería del mismo nombre donde hoy se encuentra la sala de juegos electrónicos.



Fuente: 2009 Cosas de Antes , un blog del Diario La Capital de Mar del
Plata.

miércoles, 17 de agosto de 2011

Aquellos cines de Mar del Plata, primera parte.




LOS CINES DE MAR DEL PLATA EN EL RECUERDO


4 mayo, 2010

por Luna

Entre 1900 hasta 1998 funcionaron en Mar del Plata 99 salas donde se proyectaron películas, sin contar las que funcionaban en los clubes. El primer cine, que no era tal, funcionó en 1901 en El Palacio de las Novedades, que estaba en el Paseo General Paz, lo que hoy sería el boulevard. Tenían un salón donde daban teatro, donde había bailes… se podía tomar el té y a su vez se proyectaban películas. Era tipo biógrafo.

En la llamada “Rambla Francesa”, inaugurada en 1913, “había dos cines importantes: el Splendid y el Palace Teatre. En 1936 deja de funcionar el Splendid y pasa a llamarse Royal Teatre. Si ustedes van al teatro Colón de esta ciudad van a encontrar dos tableros de publicidad que eran originales del Splendid y que fueron restaurados.





En Rivadavia entre San Luis y Córdoba -donde luego se instalaría el famoso restaurante “Ambos Mundos”- funcionaron alternativamente tres cines: Sol (1908), Ideal (1912) y Moderno (1916), comenta Viaro. “Eran salas precarias. Y también estuvieron los cines en el interior del Hotel Bristol (Rivadavia y la costa). Se trataba del Variedades, el Intimo y el Bristol. Como funcionaban en las galerías y eso fue lo último que se demolió, siguieron hasta la década del ’70″.

En el puerto “hubo varios cines. En la década del ’20 y el ’30 funcionó muy precariamente el Fénix en la zona de 12 de Octubre y Acha. Después aparece lo que vendría a ser el Ideal en 12 de Octubre (al 3200). En 1957 en ese lugar construyeron el Normandie, de modo que el Ideal se trasladó a 12 de Octubre al 3400″. Luego de una historia azarosa, el Ideal, fundado en 1925, sucumbió al paso del tiempo y hoy es una sucursal bancaria. Corrado fue propietario del Ideal del puerto y de otros tres cines.
Uno de ellos fue el Argentino, que tenía 510 butacas y sobrevivió hasta marzo de 1967en Alvarado 2164. Después funcionó como templo, como gimnasio y actualmente es una FM perteneciente al nieto de Corrado, comenta Viaro. Otra de las salas pertenecientes a este empresario fue la del Select, “que estaba en Luro y Neuquén, donde hay una estación de servicio. Era el cine de un hotel, pero luego el hotel dejó de funcionar y quedó la sala hasta la década del ’50″. Y su cadena de cines se completaba con el Avenida, de Luro y Guido, donde actualmente funciona una mueblería. Era muy precario, de hecho le decían el fulerín. Viaro cuenta que Corrado fue, además, el encargado general del Cine Nogaró, de Luro y Corrientes, que funcionó desde 1957 en un predio donde antiguamente estaban las barracas de Pedro Luro. Tenía 3.000 butacas: platea, pullman y superpullman. En la platea hoy funciona el teatro Atlas, en el pullman el teatro América y en el superpullman no se hizo nada. Todavía hay signos de ahumamiento en la parte superior del edificio”. Invocando el testimonio de Corrado, Viaro se refiere que al incendio que arrasó el Nogaró el 1 de enero de 1968 y que se produjo por la negligencia de un empleado, mientras probaban unos nuevos reflectores de gran potencia, los colocó cerca de un gran cortinado.






INCENDIOS DE CINES

El primer cine que se incendió en Mar del Plata “fue el Circo Romano, que funcionó en las primeras décadas del siglo XX en Catamarca y Belgrano. Había actuaciones circenses y proyecciones. Es asombrosa la solidaridad que había en aquella época: los otros cines hicieron funciones para recaudar fondos y ayudar a los empleados que se habían quedado sin trabajo por el incendio, que se produjo el 24 de marzo de 1930″“El segundo incendio -continúa- ocurrió en 1955 y destruyó el teatro Odeón, que era una joya arquitectónica. Era teatro y cine y, además, tenía pista de baile”.Funcionaba en Entre Ríos casi Rivadavia, donde fue reconstruido años después. El tercer incendio ocurrió en la década del ’60 y arrasó misteriosamente la “Casa del Pueblo”, un sitio donde se desarrollaba intensa actividad cultural y política. Posteriormente fue construido allí el Cine Diagonal, “cuyo arquitecto fue Roberto Covas y donde Mercedes Sosa cantó en la inauguración”.





Los barrios también tuvieron cines importantes “como el Luro, que fue inaugurado el 19 de mayo de 1949 con la película Juan Globo, protagonizada por Luis Sandrini. Y hubo un cine en Punta Mogotes en la calle Puán al 1900, que se llamaba Casino… funcionó como veinte años en temporada de verano. Posteriormente fue una iglesia evangélica”. La televisión abierta, el cable, el video y luego el DVD fueron aplicando golpes mortales a las grandes salas. Algunas lograron sobrevivir como teatros. Otras se subdividieron en microcines y otras desaparecieron para convertirse en bingos, templos evangélicos o complejos comerciales. “Los equipos se fueron vendiendo a las salas del interior de la provincia. Por ejemplo -puntualiza Viaro- las butacas y los telones del cine El Argentino fueron vendidas a un cine de Tandil”. La historia que nutrirá el libro de Viaro, cuyo posible título será "Salas de Cine de Mar del Plata", no olvida la fallida experiencia del autocine, que fue inaugurado “el 10 de enero de 1969 en Constitución y 184. Funcionó tres años porque no tuvo éxito”. Y, con relación a las salas de exhibición condicionada, recuerda que el Cine A “empezó como café concert al finalizar la década del ’60. Era de Claudia Lapacó, que después lo vendió. Entonces empezó a funcionar como cine y daban películas que en ese momento eran eróticas… la Coca Sarli, por ejemplo”. “Lo que hice en el libro es separar por capítulos. Primero una cronología con todos los datos que conseguí de los cines: lugar, día de fundación, capacidad, quién fue el dueño, el arquitecto, la empresa que lo construyó, la película que se estrenó en la primera función y el lugar específico, todo con sus correspondientes fotos. También están los cines que funcionaban en los colegios religiosos, hay una estadística y el panorama de cómo están todos esos cines en la actualidad.

Viaro logró conectarse con antiguos propietarios de las salas, con ex empleados y hasta con albañiles que trabajaron en la construcción de los cines marplatenses. De tal forma obtuvo, además de valiosos testimonios, por ejemplo la maquinaria del cine Don Bosco, urnas, boleteras, borderós, sellos, facturas, antiguos carbones, lámparas, los carteles originales de salida, baldes de arena, los teléfonos que comunicaban la boletería con la cabina de proyección, infinidad de fotos, empalmadoras de cintas y latas con películas completas. Hay muchas de dibujos animados de Walt Disney y una de Los Beatles, El Submarino Amarillo?, entre otras reliquias de una época de oro.


Fuente: Historia de Mar del Plata By MDP.COM.AR

viernes, 12 de agosto de 2011

La película olvidada: El halcón y la flecha, de Jacques Tourneur, 1950.

'El halcón y la flecha', alegría de vivir


Por Adrián Massanet 8 de julio de 2011



“Ahora, marqués, estamos en la oscuridad, donde una espada sólo es un cuchillo largo”

En este apacionado cine de aventuras, toca irnos ahora a una Europa de cuento recreada completamente en estudio, concretamente a la Italia de Lombardía en el siglo XII, para volver a zambullirnos en una aventura imposible que quisiéramos que fuera muy real, dirigida por uno de los más grandes directores franceses y norteamericanos de todos los tiempos, protagonizada por uno de los actores más legendarios de la llamada época dorada de Hollywood, y que nos cuenta una historia apasionante que puede servir de parábola para cualquier situación de tiranía en el mundo, pues ese es su propósito.





‘El halcón y la flecha’ (‘The Flame and the Arrow’, Jacques Tourneur, 1950) es una de las películas de aventuras más imitadas de todos los tiempos, y eso que en sí misma representa la cristalización de las corrientes aventureras más importantes de los años treinta y cuarenta, para regresar a un cine casi arcaico, con sabor a algo imperecedero de la memoria, pero que asombrosamente parece un cine renovador incluso hoy día, pues del vértigo y la tensión vivísimas de esta película aún aprenden algunos buenos directores que saben que lo sencillo y lo humano no tiene nada que ver con lo simple y lo ingenuo. Y mucho menos en el cine de aventuras, considerado demasiado a menudo como un género menor, cuando en realidad es el género de géneros (que abarca desde el western hasta el bélico, desde el terror hasta el histórico), y que propone, cuando merece la pena, una vida paralela a la nuestra con la que poder expresar nuestros más profundos anhelos.

En este caso, el de la búsqueda de la libertad, pues pocas películas hay que logren expresar esa emoción con tanta nitidez como ésta. Y lo hace articulando unos caracteres de vitalidad pura, y una puesta en escena de una sensualidad que, cuando la vi por primera vez a los ocho o nueve años me pareció enorme, y ahora, un par de décadas más tarde, creo que permanece intacta. Los grandes directores son directores sensuales, creo, y Tourneur lo era, apreciando siempre la fogosidad y el temperamento de los cuerpos, llevando a sus actores al paroxismo físico en sus más sublimes películas, exacerbando sus posturas, sus gestos, como estatuas dinámicas. Y esto se aplica en modo superlativo, por supuesto, a Burt Lancaster, pero también a su compinche Nick Cravat, a Virginia Mayo, a Robert Douglas, a Frank Allenby. Para ser un proyecto de encargo, como tantas veces dijo el cineasta, nos encontramos ante un cine de inusitada fuerza expresiva, majestuosa precisión, potenciando lo lúdico como forma de arte supremo.





La sonrisa de la aventura

Dardo Bartoli, una suerte de Robin Hood mucho más anárquico e individualista, que cree más en su libre albedrío que en ayudar a los demás, se convertirá en adalid de la lucha contra la opresión por motivos absolutamente egoístas, y en compañía de su inseparable y mudo Piccolo, se enfrentará a los dos grandes villanos de la función como un niño que cree con fe ciega en sus actos y sin preocuparse de las consecuencias. Es, por tanto, un héroe clásico al que afectará emocionalmente mucho más lo erótico (su relación con Anne de Hesse) y lo sentimental (el peligro que corre su familia) que los motivos ideológicos de sus actos. Y si Dardo es frívolo y jovial, Piccolo va más allá, en su gusto por el humor chabacano. Pero Dardo tocará, en sus andanzas, todos los palos de la aventura clásico: lo romántico, lo humorístico y lo físico. Y nosotros, espectadores, querríamos ser él en su libérrima existencia y en su forja como héroe de leyenda, en su sentido de la familia, y en su seductora presencia.

Hay grandes combates a espada (el que transcurre entre las sombras, absolutamente magistral en su planificación, en el sonido y en el guión), y grandes persecuciones, y grandes peleas, además de, claro, grandes momentos circenses, pues Lancaster y Cravat fueron compañeros circenses y aquí reverden antiguas glorias, casi como dos dibujos animados colgando de techos y lámparas, en una bastante erótica amistad capaz de producir las secuencias más divertidas e inverosímiles. Hay mucho aquí del estilo aventurero de Gene Kelly, potenciado hacia los malabarismos reales que dejan con la boca abierta, y con Tourneur entregado a ellos con delirio juvenil. Pero Tourneur es capaz de extraer de cada paisaje, de cada encuadre, de cada mixtura de colores, una emoción profunda, que se instala en la retina y te hace caer embobado de su buen gusto, de su pericia visual inimitable, que convierte el flamear de una llama en un puro deleite.





Y Burt Lancaster, con su sonrisa maravillosa y blanquísima, encarna la aventura infinita en su cuerpo de atleta y en sus ojos melancólicos, perfectamente corporeizado en Dardo. Productor de la película, supo construir un vehículo a mayor gloria de sí mismo y, al mismo tiempo, contratar a uno de los directores con mayor sentido visual (y sonoro) de la historia del cine (aunque creo que las peleas entre ambos se sucedieron en el set) para que construyera esta joya del cine de los años cincuenta, con fenomenales decorados de Lyle B. Reifsnider y no menos fenomenal fotografía de todo un icono de aquellos tiempos, el operador Ernest Haller, capaz de entender a la perfección la indescriptible sensibilidad de Tourneur con los colores y los espacios, su sentido del ritmo interno con la cámara, su necesidad de convertir una película más de acción en una obra de arte pictórica, humana, transgresora, rebelde.

Conclusiones: miles de momentos


Las piernas de Virginia Mayo bañándose en el río, la flecha que alcanza el hombro de Dardo, los gestos simpatiquísimos de Piccolo, las peleas, los diálogos como dagas envenadas… Imposible comprimirlos. Cine para ver mil veces y no cansarse. Si existe una estirpe gloriosa en el cada vez más devaluado cine de aventuras, no cabe duda de que esta maravilla se encuentra en un lugar privilegiado.

Ficha técnica ampliada

Título: El halcón y la flecha
Título original: The Flame and the Arrow

Dirección: Jacques Tourneur

País: Estados Unidos
Año: 1950
Duración: 88 min.
Género: Romance, Aventuras, Acción
Calificación: No recomendada para menores de 7 años

Reparto: Burt Lancaster, Virginia Mayo, Robert Douglas, Aline MacMahon, Frank Allenby, Nick Cravat, Lynn Baggett, Gordon Gebert, Norman Lloyd, Francis Pierlot, Robin Hughes, Victor Kilian

Distribuidora: Warner Bros. Pictures
Productora: Warner Bros. Pictures, Norma-F.R. Productions
Departamento editorial: Mitchell Kovaleski
Departamento musical: Murray Cutter
Dirección artística: Edward Carrere
Fotografía: Ernest Haller
Guión: Waldo Salt
Maquillaje: Perc Westmore
Montaje: Alan Crosland Jr.
Música: Max Steiner
Sonido: Francis J. Scheid
Vestuario: Marjorie Best



Fuente: Blog de cine.

martes, 9 de agosto de 2011

Los Marziano, de Ana Katz.



ACARICIANDO LO ÁSPERO | por Santiago García

Los Marziano, brillante tercer film de la directora Ana Katz, es un drama con toques de humor, que a pesar de tener ciertos elementos simpáticos, es básicamente un film serio y profundo que ahonda en la relación entre dos hermanos.





No hay nada más tranquilizador que encasillar un film. Tranquilizador no sólo para el espectador, sino también para el crítico, para el realizador y para los exhibidores. Los Marziano podría parecer una comedia –fue comercializada como tal- y la música inicial podría predisponernos a un tono jocoso y sonso. Pero para el espectador que logre vencer los prejuicios y pase por alto sus expectativas previas de ver una comedia simpaticona, Los Marziano, pese a ser difícil de encasillar, es una obra muy fácil de apreciar. Los Marziano hace algo que no siempre es sencillo de conseguir. Mientras que hay films independientes que se exponen como tales, películas de autor que se manifiestan raras y a contracorriente a todo nivel y en todo momento, la película de Ana Katz elije un terreno más ambiguo y complicado: el de parecer un film estándar, comercial, con actores conocidos, con cierto humor costumbrista, para luego terminar por ser algo diferente, donde aquello que parecía ser finalmente está, pero corrido del centro, y observado desde otro lugar. Esa extrañeza podrá alejar a muchos espectadores, pero no es culpa de la realizadora, esta decisión es, justamente, lo mejor del film, porque le permite esconder su juego durante gran parte del metraje e ir construyendo poco a poco el discurso que desea expresar.





Para quienes ya vieron el film –los demás pueden dejar de leer acá- está claro que hay que vender la inercia de querer reírnos de todo, para comenzar poco a poco a experimentar una forma de identificación profunda pero dolorosa con los dos personajes protagónicos. Estos dos hermanos divididos, que la historia mantiene separados hasta el final, esperable y temible, momento en el cual ambos volverán a estar juntos. Juan (Guillermo Francella) y Luis (Arturo Puig) comienzan la película cada uno con un conflicto. El primero pierde, de un día para el otro, la capacidad de leer, las palabras dejan de tener significado. El segundo cae en un pozo hecho por manos desconocidas en el campo de golf del country donde él vive. Para ambos surge un conflicto, para ambos aparece la amenaza de un orden que se derrumba. Cada uno a su modo enfrentará el problema. No pasan demasiados minutos para que hasta el más distraído de los espectadores comprenda que el humor no es sinónimo de comedia. Y que lo que están viendo no sólo no es una comedia, sino que además es una mirada aguda, llena de complejidades y matices, sobre las personas, sus comportamientos, sus ambiciones, sus sueños frustrados, sus miserias y también su corazón.

Los Marziano llega a la emoción a través de la inteligencia y no de golpes de efecto. Durante toda la película la directora nos preparó para un momento sin que nosotros supiéramos que ese momento iba a ser tan importante y emocionante. Esas criaturas llenas de limitaciones, enojos y angustias, también tienen espacio para la fraternidad. El absurdo de la vida sigue, nos subraya la directora en el plano final. Pero aunque sea por un momento, en un lugar del mundo, la aspereza de la vida ha sido mostrada con inteligencia y finalmente con afecto. Katz les permite a los dos hermanos reencontrarse y cubrir sus flancos más débiles. Si los espectadores se entregan a la inteligencia del film, no extrañarán en ningún momento la falta de comedia en gran parte de las escenas.





Los Marziano es, además de lo dicho, una película bella. Un film que produce un placer estético además de todo lo analizado. Es también un film lleno de pequeños apuntes, de detalles que van completando a los personajes y dándoles humanidad. Sin subrayados, sin explicaciones inútiles, ahí está sólo la información necesaria, pero está. Tanto Arturo Puig como Guillermo Francella comprenden cuál es el tono del film y cada uno construye su papel. Puig es un paranoico harto de su mujer y su entorno, y Francella compone a un personaje con mucha ternura pero marcado por la mediocridad. Katz no los juzga, los describe incluso con algo de piedad. Por eso Los Marziano no es una película rara, sino una película exacta. No pertenece al cine independiente marcado por rasgos modernos y tampoco pertenece a un cine industrial adocenado. En realidad, no especula con pertenecer a ninguno de los dos espacios. Pero su profundidad, sus ideas claras y, finalmente, su emotividad deberían dejarle ocupar un espacio grande dentro del cine argentino. Los Marziano es, por encima de todo, una buena película.


Ficha técnica

Título original: (Los Marziano) - 2009
Género: Comedia dramática
Duración: 89 minutos
Estreno: 2011-04-14
Origen: Argentina
Calificación: Apta para todo público
http://www.losmarzia no.com/
Interpretes: Arturo Puig, Daniel Hendler, Guillermo Francella, Mercedes Morán, Rita Cortese
Director: Ana Katz
Guionista: Ana Katz, Daniel Katz
Director de fotografía: Julián Apezteguia
Música: Nicolás Villamil, Sebastian Kramer
Montaje: Andrés Tambornino


Fuente: Revista Leer Cine.


viernes, 5 de agosto de 2011

Buenas lecturas, los libros del Bafici 2011.

Por Andrés Fevrier


Más libros de cine. Como todos los años, en el marco del Bafici se presentan libros editados especialmente para la nueva edición. Esta vez serán tres, todos muy interesantes y a un precio razonable: 30 pesos cada uno. Una novela "festivalera" del prolífico César Aira, otro sobre el estado de los géneros (que cuenta, de entrada nomás, con un gran texto de Kent Jones sobre la extraordinaria The Wire) y un tercero acerca de Kijû Yoshida, probablemente el primero que se edita en castellano sobre la obra del japonés.

Hay que apurarse a comprarlos porque si se agotan luego es difícil hallarlos. El siguiente es el detalle de cada uno y la fecha y el lugar donde serán presentados. El texto que acompaña pertenece a la gacetilla de prensa que distribuyó el festival.


Festival, de César Aira

El año pasado el escritor César Aira fue jurado del Bafici. "Vamos a ver qué novela escribe sobre el Bafici", comentó entonces uno de los programadores.
Festival fue la respuesta, pero Aira toma aquella experiencia como materia prima para crear una novela que mira la vida interna de algún festival de cine de forma sorprendente. Ese mundo, absurdo, extraño, familiar, agresivo, cálido puede tener una base real, pero encuentra su perfecta energía, su forma más sólidamente salvaje en este libro.
- Se presenta mañana a las 18 en el shopping Abasto, con César Aira y Sergio Wolf, director del festival.


El cine y los géneros: conceptos mutantes

El Bafici intenta responder a una pregunta, precisamente, mutante. ¿Qué son los géneros hoy? Pero la pregunta produce, antes que certezas, teorías imprevisibles firmadas por nombres como Stephanie Zacharek, Quintín, Adrian Martin, Marcelo Panozzo, Scott Foundas, Diego Trerotola, Kent Jones, Jim Finn y Juan Villegas, entre otros. Y la única (y mutante) certeza es que el género, desde donde se lo mire, puede generar ideas nuevas, engreídas y anárquicas.
- El libro lo presentan Jaime Pena, Quintín, Marina Yuszczuk, Fernando Chiappussi y Juan Manuel Domínguez este viernes a las 18.30 en el shopping Abasto.


Kijû Yoshida: el cine como destrucción

Parte de la Nueva Ola Japonesa, Kijû Yoshida era hasta hace unos pocos años uno de los nombres menos conocidos y fundamentales de la historia del cine japonés.
En este libro, una serie de críticos analizan la figura del director de Eros + Massacre, su importancia, su alteración a la concepción tradicional del cine, su fascinación con Ozu, su visión extremadamente sensible del mundo femenino. Además, el texto posee parte de la obra teórica de Yoshida, sus reflexiones sobre Buñuel, sobre Antonioni y sobre su propio cine.
- Se presenta el miércoles próximo a las 18.30 en el shopping Abasto. Estarán el propio Kijû Yoshida, Mariko Yoshida, Violeta Bava, Diego Brodersen y Juan Manuel Domínguez.



Fuente: cinematofilos.com