Julio Diz

Nació en la ciudad de Lanús, Buenos Aires, Argentina, el 27 de junio de 1956. Desde muy pequeño concurrió al cine, descubriendo a Walt Disney en el viejo Cine Monumental de la ciudad de Bernal. Ya de grande, Román Polanski y su film, “Cul de Sac” fueron los movilizadores hacia el cine de culto. En los años ’70, estudió cine en la EDAC, (Escuela de arte cinematográfico) de la ciudad de Avellaneda. En los ’80 cursó en CECINEMA, (Centro de estudios cinematográficos) dirigido por José Santiso, y asistió al Seminario Introducción al lenguaje cinematográfico, dictado por Simón Feldman. Incursionó en el Cine de Súper 8 y 16 MM. Asociado a UNCIPAR (Unión cineistas en paso reducido), fue cofundador del Biógrafo de la Alondra. Es editor de Woody y todo lo demás, Series de antología y el presente blog. Actualmente trabaja en su primer libro, “Los tiempos del cine”.

lunes, 20 de agosto de 2007

La película olvidada: Luna de papel


Por Héctor Díaz(*)
Luna de papel (Paper Moon, 1973) es la película que Peter Bogdanovich filmó tras sus dos mayores éxitos, La última película (1971) y ¿Qué pasa director? (1972), sobre un guión adaptado de la novela Addie Pray, de Joe David Brown. El proyecto había estado originalmente a cargo de John Huston, y la idea era que lo protagonizaran Paul Newman y su hija en la vida real, Nell Potts; pero ellos dos también se bajaron cuando Huston lo abandonó. Bogdanovich acababa de formar The Director’s Company, junto a dos de sus compañeros generacionales, Francis Ford Coppola y William Friedkin, una empresa destinada a hacer películas con un presupuesto limitado pero absoluta libertad creativa. Paper Moon cayó entonces en el momento justo en las manos de un director cinéfilo y obsesionado con el cine clásico. Es la época en la que Bogdanovich estrechaba su famosa y conflictiva relación con Orson Welles, quien entonces le sirvió como una suerte de consultor (no acreditado), y le dio incluso consejos para conseguir esa encantadora fotografía contrastada en blanco y negro.
Al día de hoy, la increíble Tatum O’Neal sigue siendo la actriz más joven que haya ganado un Oscar jamás (tenía diez años), aunque fuera injustamente en la categoría “de reparto”. Jodie Foster encarnaría el mismo personaje dos años después en una fallida continuación televisiva que duró apenas unos meses.
Me gusta mucho el cine y al principio creí que eso sería un obstáculo para poder elegir, pero me dejé guiar por una corazonada. Había una película que se me presentaba insistentemente: Luna de papel. Una película entrañable, de esas que se quedan alojadas en uno para siempre. Narra básicamente un viaje que hacen un hombre y una niña por Estados Unidos, durante la Depresión de los ’30. Los personajes son interpretados por Ryan O’Neal y su hija, Tatum O’Neal. Ella tenía ocho años y un enorme talento. No sé si volvió a actuar o no, a veces me pregunto qué habrá sido de ella. En la película ellos se conocen casualmente en el entierro de la madre de la niña, una prostituta de pueblo, al que asisten sólo la huérfana, dos señoras viejas y el cura. Pero durante la ceremonia vemos acercarse por el fondo un auto destartalado manejado por Ryan O’Neal, que parece haber tenido un vínculo bastante intenso con la fallecida. Las dos viejas notan que hay un parecido entre el señor y la niña y sospechan que quizás hay algún parentesco, y como tienen encomendado trasladar a la niña a la casa de una tía y no tienen cómo llevarla, le piden el favor. Allí comienza la road movie ambientada en la Gran Depresión y a pesar de que se lo nombra a Roosevelt y se expone la crítica situación económica, nunca se pone pretenciosa. Sólo se propone contar una historia pequeña con mucha naturalidad y un guión brillante.La película es genial, de esas que decís “no puedo estar disfrutando cada minuto”. El tipo es un buscavidas, un ladronzuelo que se dedica a seleccionar obituarios de hombres en los diarios pare embaucar a las pobres viudas vendiéndoles Biblias. Yo siempre tuve predilección por una escena que ocurre bastante al comienzo, cuando el tipo y la nena todavía están reconociéndose. El antecedente es otra escena en la que Ryan O’Neal, ya responsable de la niña, intenta sobornar al hermano del tipo que fue el responsable de la muerte de la madre. Le pide dos mil dólares para no denunciarlo. El tipo lo piensa y le dice: “Te doy doscientos”. “Perfecto”, contesta O’Neal. La chica, desde afuera, escuchó toda la conversación. Con esos 200 dólares, el tipo compra un boleto de tren de 20 dólares para despachar a la chica, envía un telegrama a la tía avisando la llegada y se compra un auto viejo, pero mejor que el que tenía. Después, lleva a la nena a tomar algo a un bar y en ese bar transcurre mi escena predilecta, una escena brillante. La nena le dice que no quiere ir a lo de la tía, que no la conoce, que nunca se ocupó de su madre. El le dice que su madre era muy buena persona y que hizo feliz a mucha gente. La nena le pregunta si él es su padre y el tipo se lo niega. La nena le dice: “Si no sos mi papá entonces dame mis 200 dólares”. Con toda la comida en la boca, medio temblando, él lo sigue negando, pero la nena empieza a presionar y a golpear la mesa diciendo “¡Quiero mis 200 dólares!”. Todo el bar empieza a mirar y él le dice que está bien, que ese dinero es de ella pero que a él le corresponde una parte por haberlo conseguido. Ella dice que no le importa nada, que quiere la plata. Entonces él tiene que confesar: “Ya no los tengo”, dice. “¡Entonces tendrás que conseguirlos!”, dice la nena. Es la excusa para seguir adelante con la película y poner en evidencia que ella es ferozmente más inteligente que él.Luna de papel no fue la primera película que vi de Bogdanovich, un tipo muy inteligente y un director muy difícil de encuadrar. Creo que la primera fue La última película, que tuvo una segunda parte veinte años después en Texasville, con los mismos actores y personajes. También vi Esa cosa llamada amor, la última película donde actuó River Phoenix. Ahí me hice fan y vi todas las demás, pero Luna de papel es mi preferida. Creo que me pega tanto porque de pequeño yo tuve una relación entrañable con un tío. Era raro el parentesco; en realidad era mi primo pero era mucho más grande que yo. Vivía en Córdoba, y yo me divertía mucho con él. Mucho más que con mi viejo. Me instalaba todos los veranos completos en Córdoba; él era un chanta total, me llevaba por los bajos fondos, tenía misterio, aventura, humor, todos elementos que en esta película están muy vivos.Esta pareja de ficción construye un vínculo amplio. Es una relación de padre e hija, pero también de compinches, de socios, de pareja. Ella se preocupa por seducirlo, quiere gustarle como mujer y él la trata como a una mina. Luego de haberla visto algunas veces, reconocí lo obvio, que los actores eran realmente padre e hija, o sea que estaban jugando todo el tiempo con esa doble faz, seguramente divirtiéndose como locos.Vi Luna de papel por primera vez hace más de 10 años, en mi período de fanatismo por Bogdanovich. Un día la dieron en cable, la grabé y la pude ver varias veces más, solo o acompañado. Me gusta compartirla, aunque no tanto como para prestarla sin la seguridad de que volverá. Quizás ese celo sea el que explique más que ninguna otra cosa haberla elegido entre tantas.

(*) Héctor Díaz es un actor argentino
Fuente: Suplemento "Radar", Diario "Página/12", 21/01/07

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