Julio Diz

Nació en la ciudad de Lanús, Buenos Aires, Argentina, el 27 de junio de 1956. Desde muy pequeño concurrió al cine, descubriendo a Walt Disney en el viejo Cine Monumental de la ciudad de Bernal. Ya de grande, Román Polanski y su film, “Cul de Sac” fueron los movilizadores hacia el cine de culto. En los años ’70, estudió cine en la EDAC, (Escuela de arte cinematográfico) de la ciudad de Avellaneda. En los ’80 cursó en CECINEMA, (Centro de estudios cinematográficos) dirigido por José Santiso, y asistió al Seminario Introducción al lenguaje cinematográfico, dictado por Simón Feldman. Incursionó en el Cine de Súper 8 y 16 MM. Asociado a UNCIPAR (Unión cineistas en paso reducido), fue cofundador del Biógrafo de la Alondra. Es editor de Woody y todo lo demás, Series de antología y el presente blog. Actualmente trabaja en su primer libro, “Los tiempos del cine”.

sábado, 9 de marzo de 2013

La película olvidada: El parador del camino, 1948, de Jean Negulesco.




'El Parador del Camino', el poder de los celos

Por Alberto Abuín

‘El Parador del Camino’ (‘Road House’, 1948) fue realizada por Jean Negulesco justo después de su famosa ‘Belinda’, y tenía en su haber 8 películas habiendo empezando cuatro años antes a dirigir, eso si no contamos su labor no acreditada en la estupenda ‘Ciudad de Conquista’ de Anatole Litvak en 1940. La presente película fue una más que ayudó a cimentar su prestigio crítico en el que es considerado como un de los directores más elegantes del cine norteamericano, especializado sobre todo en melodramas, muchos de ellos con tintes de thriller.





‘El Parador del Camino’ narra la historia de Lily Stevens, una cantante contratada por Jefty Robbins, el dueño de un parador para comprobar si le va mejor en su negocio. Contra todo pronóstico, ya que Lily no posee una voz especialmente dotada para la canción, la chica se convierte en todo un éxito del lugar logrando que cada vez acuda más gente a verla, hipnotizados por la capacidad de transmitir de ella sin tener buena voz. Robbins se enamora de ella, pero ella se fija en Pete Morgan, su mejor amigo, y los problemas empiezan.

Lo que sorprende especialmente de la película, es la facilidad con la que su argumento, que parte de una premisa totalmente típica (un triángulo amoroso), se va enredando cada vez más, centrándose sobre todo en la obsesión del personaje interpretado por Richard Widmark en la que era su tercera película como actor. Además, es curioso como su personaje empieza siendo de lo más simpático y amable, para terminar convirtiéndose en alguien odioso, una imagen más acorde con el magnífico actor, que solía bordar los papeles de villano (su debut en el cine es inolvidable). Es en esta parte donde la película presenta sus mejores cartas, ya que consigue hacer creíble e interesante algo tan estúpido como los celos, gracias a la portentosa labor de Widmark y el giro que su personaje da.



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