Julio Diz

Nació en la ciudad de Lanús, Buenos Aires, Argentina, el 27 de junio de 1956. Desde muy pequeño concurrió al cine, descubriendo a Walt Disney en el viejo Cine Monumental de la ciudad de Bernal. Ya de grande, Román Polanski y su film, “Cul de Sac” fueron los movilizadores hacia el cine de culto. En los años ’70, estudió cine en la EDAC, (Escuela de arte cinematográfico) de la ciudad de Avellaneda. En los ’80 cursó en CECINEMA, (Centro de estudios cinematográficos) dirigido por José Santiso, y asistió al Seminario Introducción al lenguaje cinematográfico, dictado por Simón Feldman. Incursionó en el Cine de Súper 8 y 16 MM. Asociado a UNCIPAR (Unión cineistas en paso reducido), fue cofundador del Biógrafo de la Alondra. Es editor de Woody y todo lo demás, Series de antología y el presente blog. Actualmente trabaja en su primer libro, “Los tiempos del cine”.

sábado, 23 de marzo de 2013

Charla con Daniel Metz.

«En Austin, podemos filmar tranquilos» Daniel Metz en su visita al 26 Festival de Mar del Plata.





Charla con Daniel Metz, productor y co director de Slacker 2011, Proveniente de Austin, Texas, ciudad natal de Richard Linklater, Daniel Metz, junto con su socio Bryan Poyser, concibieron un proyecto tan original como ambicioso. Fanáticos del segundo, pero más trascendente film del director de Escuela del Rock, se propusieron generar una remake del mismo, pero convocando a los más trascendentes realizadores cinematográficos de Austin. Dividieron la película en 24 escenas, y cada uno de los participantes tuvo la libertad absoluta para filmar una escena seleccionada como mejor quisiera. Si quería reproducirla exactamente igual, podía hacerlo o si querían darle otra interpretación también podían. La idea era recrear una Austin 2011 y enfrentarla con la Austin Linklentiana del ´91.

¿Cómo fue el proceso de selección de los directores que conforman la película?

Junto con Bryan Poyser, mi socio, discutimos acerca de los directores de Austin que nos gustan, realizadores que ya tuvieran una ópera prima filmada, exhibida en algún festival grande de cine de Estados Unidos. Seleccionamos 30 directores que nos gustaban. Bryan se encargó de reunir el dinero, ya que trabaja con un organizador de festivales y nos juntamos con todos ellos. Le presentamos el proyecto en una reunión. A algunos no les interesó y se fueron, pero la mayoría aceptaron el desafío y compartieron la idea. Escribimos en una pizarra los 24 segmentos del film original, y cada uno empezó a decir, “quiero hacer esto, quiero hacer lo otro”. Fue bastante fácil porque cada uno sentía una atracción por cada segmento.

Uno de los directores que eligieron es Jay Duplass, uno de los hermanos Duplass, que tienen bastante trascendencia a nivel mundial. ¿Costó convencerlo para que participe?

No, para nada. Jay y Mark Duplass, estudiaron dirección de cine en Austin e hicieron sus primera obras allí, así que están bastante apegados a la ciudad, a pesar de que viven en Los Angeles ahora. Pero la mayoría de la gente que está relacionada con la industria cinematográfica en Austin, fue inspirada de alguna forma por Slacker. La mayoría de ellos aprovechó la oportunidad de participar en algo relacionado con el film. Jay, especialmente, estaba muy emocionado con la idea, porque de hecho a él, el film lo influyó mucho. Además dentro de unos meses, él va a asistir al casamiento de Bryan. Ellos son muy amigos. Cuando se juntaron, le dijo cuan excitado estaba de participar, así que vino a Austin para realizar su escena, que considero es una de las más asombrosas del film.

¿Cómo es distribuir una película como Slacker 2011, con lo difícil que es estrenar cine tan independiente en Estados Unidos?

Todavía no conseguimos distribuidor. Quizás en los próximos meses lo hagamos. Hay un gran número de salas que se dedican a mostrar cine independiente a través de Estados Unidos. Y todos con los que hablé hasta ahora, están bastante interesados en mostrar la película y acordé con ellos exhibirla. Como es una obra conectada a otra que tuvo tanta repercusión, y además, como hay tantos directores, y varios de ellos tienen sus pequeños grupos de fans, no es difícil conseguir salas.

¿Cuánta libertad le dieron a cada director para trabajar a nivel estético y cómo fue el proceso de edición para compaginar estilos?

Pusimos muy pocas limitaciones acerca de qué cosas debían respetar cada uno de ellos, pero en sí tuvieron mucha libertad para filmar con el estilo que deseaban. Algunos filmaron en 35 mm, algunos en 16 mm, algunos en video, una persona filmó con una cámara que genera pixeles, muy vieja. Algunos filmaron planos secuencia muy largos como en la película original, otros quisieron hacer algo más moderno a la hora de la edición. Uno quiso hacerlo muy estilo avant garde. Todos muy diferentes. Una vez que tuvimos los cortes de los directores de las escenas, Bryan y yo, vimos la película y decidimos cortarla un poco. Le sacamos diez minutos, solo algunos segundos de cada escena. Esa fue solamente nuestra opinión de cómo el film debía estar terminado. Llevamos la película a una casa productora de Austin para la post producción, compuesta por tres personas, que se dedican a hacer la mezcla de sonido, la corrección de color y la edición final. Ellos le aportaron una mejor consistencia visual y sonora, dándole un mismo nivel de volumen, para que los efectos sonoros suenen reales, y el balance color sea el mismo o cual debía ser el color característico de cada escena. Volvimos varias veces con ellos, y les dijimos, lo que nos gustaba o no. Los que realizaron la post-producción hicieron un trabajo maravilloso, convirtiéndolo en una sola gran película y no en 24 cortos juntos. Ahora, ellos empezaron a trabajar con grandes producciones de Hollywood y se convirtieron en profesionales.

¿Cómo era el estilo Slacker en el ´91 y cómo es el estilo Slacker 2011?

Con respecto a la película, algunas locaciones son las mismas, algunos diálogos son los mismos, algunos actores son los mismos. En cuánto a la cultura de Austin, es la pregunta que nos hicimos Bryan y yo. ¿Qué cosas cambiaron en la cultura Slacker en estos 20 años? Es la pregunta que el film trata de responder. Desde que salió el film original, o debido al film de Richard Linklater, Austin ha crecido en su cantidad de habitantes. Tienen veinte veces más de población ahora. Un poco porque el film puso a Austin en el mapa. No lo sé. Ahora hay una actitud más formal con respecto a entonces, no más conservadora, pero sí más formal. Hay gente muy acaudalada, viviendo en condominios y no en departamentos chicos y viejos. Algunas cosas son más caras, restaurantes de lujo, negocios y hay mucho más por hacer también. Más gente apoya la cultura y el arte, la música, el cine como nunca había sucedido antes. Por ejemplo, hay una escena del film que lo demuestra: en la original, unos policías entran en un club continental, hay una banda tocando punk, música pesada y solamente hay tres personas mirándolos. En nuestro film, hay una banda con clarinetes, guitarras, trompetas y piano, y los miran cincuenta personas. Es el mismo club. Hay más gente en todas partes.

¿Se puede trasladar la cultura Slacker a otra ciudad de Estados Unidos?

Sí y no. Podés encontrar comunidades similares en diferentes ciudades. Y hay películas que muestran eso: personas jóvenes en Nueva York, jóvenes en New Portland, Oregon. Quizás en Los Angeles, California o San Francisco, pero lo que no se puede hacer es conseguir 24 directores de cine disponibles para que trabajen juntos, y que trabajen básicamente por nada de dinero, para producir todo el film en conjunto. Pensá que en un lugar como Nueva York, tenés que lidiar con agentes, representantes, con diferentes aspectos como permisos, egos, porque es una actitud diferente, pero en Austin hay una sensación de apoyo comunitario y la gente tiene la energía y el tiempo libre de hacer un proyecto por amor, y no solamente por dinero o hambre. En ese sentido, pudimos juntar a todos estos directores para que trabajen en forma compartida. Es muy inusual eso.

¿Cuál fue la principal dificultad que tuviste como productor?

No voy a decir que fue fácil. Lo más complicado fue convencer a los directores para que participaran de esta loca idea, porque la actitud ante el término remake, es en todas partes, que son un engaño o se hacen simplemente para ganar dinero y, además, carecen de originalidad. Pienso que tuve que luchar contra eso, pero les demostré que había verdaderas convicciones para hacer una remake de esta película particular. Además, como son 24 directores, cada uno de ellos trae a sus productores, guionistas, actores, hay mucha competitividad creativa y tuve que equilibrar sus egos, para que cada uno filme de la manera que quisiera y estuvieran todos felices. Que cada uno sienta que están contribuyendo con ideas creativas, para que se pueda realizar un solo film consistente y no 24 cortos.

¿Creés que teniendo en cuenta la evolución que tuvo la carrera de Richard
Linklater, él podría haber hecho una remake o secuela de la Slacker original?


Pienso que una de las principales razones por las que hice el film, y por la que es tan especial la original, es que Richard Linklater filmó sobre personas que conocía, amaba y con que vivía. Eran sus amigos o gente que sabía quien era, con la banda que le gustaba, personas con las que disfrutaba trabajar y eso es algo que tiene nuestro film también. Es acerca de la comunidad de Austin. Eso no se traduce afuera, pero cuando se proyecta, todos identifican a los personajes. ¡Ah! este tipo es el que trabaja en tal club, esa es la banda que aparece, ese es el comediante, tal persona es la dueña de ese negocio. Es esa sensación. Pero también tiene que ver con el momento y el lugar. Linklater no podría hacer de nuevo el film, porque ya no forma parte de la cultura de Austin. Es algo más, una leyenda del lugar. No se pone en contacto como antes, está desconectado, está en Hollywood ahora mismo, y trabaja con actores como Jack Black. Es bueno, pero no es el mismo, no es uno de nosotros, no pertenece más a la gente de Austin. Eso se perdió. No podría hacer una película igual. Eso no significa que nos dio la espalda. De hecho es el que ha dado el mayor apoyo a la industria del cine en Austin, invierte dinero en nosotros para que hagamos películas. De hecho, sigue viviendo de vez en cuando en Austin, nos apoya, nos da dinero, pero ya no pertenece a Austin ni la cultura Slacker.

Varios directores estadounidenses o que viven en Estados Unidos, que están en el Festival como Joe Dante o Alex Cox dijeron que tienen la libertad para hacer las películas que quieren, pero se les dificulta mucho encontrar alguien que invierta en ellas o las compre. Inclusive es más difícil ahora que en los años ´60 o ´70 cuando el cine independiente hacía furor ¿Cómo vivís vos como productor independiente esta situación?

Es un poco complicado porque hay demasiados niveles para filmar en Estados Unidos. Alex o Joe quieren hacer producciones independientes demasiado caras. Una película de 5 millones o 10 millones, incluso un millón son independientes, pero también es más difícil conseguir el dinero para hacerlas. Un montón de cineastas independientes o seudo independientes están en una zona intermedia. Quizás con una película que cuesta más de 150 mil doláres, pero menos de 20 millones es muy difícil conseguir el dinero, porque no pueden recuperarlo al invertirlo en algo tan chico. Pero también existen directores como todos los que estamos involucrados en Slacker 2011, a excepción de Jay Duplass, o incluso él también, que nuestras películas salen mucho menos de eso y no es muy difícil conseguir el dinero. Conseguir 20 o 30 mil dólares no es muy dificil porque se puede recuperar. Pienso que siempre fue difícil, John Cassavetes luchó toda su vida con eso. Nadie quería invertir su dinero en sus primeras películas, ni querían exhibirlas. Gente como Scorsese debía asumir otros compromisos y filmar películas porno con patinadoras desnudas. Creo que nunca fue fácil para nosotros contar nuestras historias. Pero ahora mismo, estamos bastante bien. Los equipos son bastante económicos, no necesitamos comprar material fílmico, sería grandioso hacerlo, pero no se puede hacer muy seguido. Grabar en video no nos cuesta nada. Mucha gente está entrenada para escribir, diseñar vestuario, sonido. No es muy costoso y es bastante fácil hacer un film pero la pregunta es ¿cómo hacer que la gente vaya a verlas? ¿Es eso un problema? Tienen que ser buenas. Si son buenas, los festivales las van a mostrar o apoyar. No hay muchos cines que muestren nuestras películas, pero algunos lo hacen. Tienen mente abierta para verlos y si deciden que son buenos, los exhiben. Y además está Internet para subirlos, así que no es tan malo.

Fuente: mardelplatafilmfest.com

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