Julio Diz

Nació en la ciudad de Lanús, Buenos Aires, Argentina, el 27 de junio de 1956. Desde muy pequeño concurrió al cine, descubriendo a Walt Disney en el viejo Cine Monumental de la ciudad de Bernal. Ya de grande, Román Polanski y su film, “Cul de Sac” fueron los movilizadores hacia el cine de culto. En los años ’70, estudió cine en la EDAC, (Escuela de arte cinematográfico) de la ciudad de Avellaneda. En los ’80 cursó en CECINEMA, (Centro de estudios cinematográficos) dirigido por José Santiso, y asistió al Seminario Introducción al lenguaje cinematográfico, dictado por Simón Feldman. Incursionó en el Cine de Súper 8 y 16 MM. Asociado a UNCIPAR (Unión cineistas en paso reducido), fue cofundador del Biógrafo de la Alondra. Es editor de Woody y todo lo demás, Series de antología y el presente blog. Actualmente trabaja en su primer libro, “Los tiempos del cine”.

viernes, 30 de marzo de 2007

Clásicos nativos: Más allá del olvido






Escribe: Daniel López

Aunque siempre fué considerado principalmente como un realizador de films de contenido social, Hugo del Carril (1912-1989), en verdad, asumió el tema como telón de fondo de algunos largometrajes: el más famoso de ellos, "Las aguas bajan turbias" (1952), es, en realidad, un frondoso melodrama que tiene como subtema el de la explotación de los trabajadores rurales.

Resulta singular, al menos curioso, que su mejor film, el más cuidado en lo estético, el más profundo, no contenga una pizca de lo que los estudiosos llaman "realidad social": Más allá del olvido (1955) es también y decididamente un melodrama desatado, acaso uno de los más brillantes que ha dado el cine argentino en toda su historia junto a "Dios se lo pague" (Luis César Amadori, 1947).




En un principio está la novela original, Bruges, la morte, escrita por el belga Georges Rodenbach (Tournai, 1855/París, 1898) como un tributo a la mítica ciudad. En esa novela, Brujas es la protagonista de la historia, en la que un hombre ama profundamente a su mujer, se desgarra ante su muerte por enfermedad, cae en la desesperación, emprende un viaje intentando olvidarla y, en París, conoce a una sosías de la amada. Allí comienza otra historia, en la que el hombre rescata a esa mujer de los cabaret en los que se gana la vida como artista de espectáculos vagamente circenses, explotada por un cafishio de lo peor; cree enamorarse, se casan y la lleva a vivir a su mansión. Esta pobre mujer, inculta, bruta y ordinaria debe enfrentarse a una servidumbre respetuosa pero hostil y, sobre todo, a la constante comparación que su marido establece con la otra. Tras mucho luchar, la patética criatura por fin parece conseguir el amor de su marido por ella misma, y no por un recuerdo, pero allí aparece el cafishio y, despechado, la mata.

Argentina Sono Film compró los derechos de la novela para utilizarla como oportuno vehículo para la más exclusiva de sus estrellas, Laura Hidalgo (Zully Moreno filmaba también para otras productoras, aun siendo accionista de la empresa). En un principio, Atilio Mentasti ofreció la dirección a Carlos Schlieper, pero éste, hombre inteligente, decidió que no era un tema apropiado para él y prefirió hacer otra de sus deliciosas comedias brillantes, "Alejandra" (1955), con Delia Garcés y Jorge Rivier, la pareja con la que un año antes había logrado su obra maestra, "Mi marido y mi novio".

Mentasti contempló entonces otra posibilidad para llevar adelante el proyecto. Leopoldo Torre Nilsson había hecho para la empresa "Para vestir santos" (1954), un melodrama popular con Tita Merello y Jorge Salcedo. Nilsson estuvo de acuerdo en dirigir "La sombra", como todavía se titulaba el guión de Eduardo Borrás, y hasta eligió a Lautaro Murúa como oponente de la Hidalgo. Sin embargo, el viejo Mentasti, repentinamente, derivó a Nilsson a otro proyecto (Graciela, 1955, con Murúa y Elsa Daniel) y contrató a Hugo del Carril como realizador y actor en el que fué su primer titulo para Argentina Sono Film, compañía que lo había tenido como actor en cinco films (Madreselva, 1938; La vida de Carlos Gardel, 1939; Confesión, 1940; Canción de los barrios, 1941; Vida nocturna, 1954). Los Mentasti nunca digirieron debidamente el hecho de que el actor y cantante hubiera filmado sus mayores éxitos para el EFA primero, para Estudios San Miguel después y para sí mismo más adelante.




Iniciado el 20 de junio de 1955, el rodaje de Más allá del olvido debió suspenderse el 21 de octubre: previsiblemente, tras el golpe militar de septiembre, que derrocó al presidente Perón, Del Carril fué detenido, acusado de contrabandear película virgen ¡al Uruguay!. Pasó casi dos meses en la cárcel de la avenida Las Heras, en compañía de Atilio Mentasti, detenido por otros cargos, pero ambos fueron absueltos. El 2 de diciembre reanudó la filmación, que completó justo para celebrar el año nuevo.

Aún hoy, Más allá del olvido es un film excelente, que no ha envejecido en absoluto. Acostumbrado al género, Del Carril pensó que debía llevarlo a sus extremos, como ya había ensayado en "La Quintrala" (1953). Es preciso decir que contó con un notable guión del español Borrás, hombre que tenía un gran oficio pero que con Del Carril encontró un interlocutor menos tolerante que, por ejemplo, Daniel Tinayre. Con ambos hizo la mayor parte de su obra cinematográfica, pero Tinayre le estimulaba y hasta alentaba un catolicismo desaforado y una verborragia incontinente cuyo mayor ejemplo es "La patota" (1960).

Del Carril y Borrás, sin olvidar que la estrella era Laura Hidalgo pero acaso conscientes de sus nulos recursos interpretativos, volcaron el protagonismo en el hombre, trazando el retrato de un enfermo. No los asustó la obvia comparación, en la segunda parte, que muchos establecerían con "Rebecca" (1940), el clásico de Alfred Hitchcock, en lo que la novela de Rodenbach tiene de parecido con la de Daphne Du Maurier, una similitud apenas formal. El director de fotografía Alberto Etchebehere logró, a su vez, unos climas estupendos, en blanco y negro, y con la ausencia de la ciudad de Brujas.

En 1981, otro belga, Roland Verhavert, dirigió una nueva versión de la novela de Rodenbach, titulada, Brugge, die stille. El film nunca llegó a estas playas, pero tampoco se tuvieron de él mayores noticias: parece difícil superar Más allá del olvido.


Seleccionado de la Revista Film
Diciembre/Enero de 1993

1 comentario:

  1. Aníbal:
    Felicidades. Estoy contenta de poder asistir a esta inauguración, a esto que promete ser un recreo inolvidable.
    Cariños,
    Mariú

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