Julio Diz

Nació en la ciudad de Lanús, Buenos Aires, Argentina, el 27 de junio de 1956. Desde muy pequeño concurrió al cine, descubriendo a Walt Disney en el viejo Cine Monumental de la ciudad de Bernal. Ya de grande, Román Polanski y su film, “Cul de Sac” fueron los movilizadores hacia el cine de culto. En los años ’70, estudió cine en la EDAC, (Escuela de arte cinematográfico) de la ciudad de Avellaneda. En los ’80 cursó en CECINEMA, (Centro de estudios cinematográficos) dirigido por José Santiso, y asistió al Seminario Introducción al lenguaje cinematográfico, dictado por Simón Feldman. Incursionó en el Cine de Súper 8 y 16 MM. Asociado a UNCIPAR (Unión cineistas en paso reducido), fue cofundador del Biógrafo de la Alondra. Es editor de Woody y todo lo demás, Series de antología y el presente blog. Actualmente trabaja en su primer libro, “Los tiempos del cine”.

lunes, 28 de noviembre de 2016

Analízame por Viggo Mortensen.

"No me parezco de ninguna manera a Freud"

Entrevista por Pablo Scholz

El actor, que vivió de niño en el Chaco, habla de su papel en "Un método peligroso". Además, adelanta que podría interpretar "Purgatorio" en un teatro porteño.





¿Qué estás haciendo en Londres?

Aguantando a los ingleses..., un pueblo muy listo y muy tozudo.

¿Muy tozudo? ¿Por qué?

No sé, bueno, no entremos en eso. (Risas).

La agente de prensa inglesa de "Un método peligroso", la película en la que Viggo Mortensen interpreta a Sigmund Freud, Michael Fassbender a Carl Jung y Keira Knightley a la paciente Sabrina Spielrein, fue la que llamó a Buenos Aires. Viggo está dispuesto, como siempre, y, como nunca o por primera vez, no va a hablar de San Lorenzo de Almagro.

¿Vos cómo te llevabas con el psicoanálisis antes de que David Cronenberg te pidiera interpretar a Freud?

Cuando me lo preguntó pensé, bueno, está más loco de lo que pensaba. Porque yo no me parezco de ninguna manera a Freud en ninguna época de su vida, primero, y entonces... Pero leí el guión y vi que era muy bueno, históricamente muy correcto, basado en cartas entre Jung y Freud, y otros, diálogos muy lindos, muy bien escritos, era algo de calidad y trabajar con Cronenberg siempre es un lujo. Acepté aunque me sorprendía que él pensara que yo era el actor adecuado. Entonces fui conociendo a Freud y dándome cuenta de cosos que no sabía.

¿Cómo qué, por ejemplo?

Que tenía un muy buen sentido del humor y que era un tipo bastante más caluroso, digamos más amigable, más alegre de lo que yo había imaginado. Eso me dio la clave para poder enfrentarme a tanto diálogo, mucho más de lo que suelo tener como actor en el cine.

Tenés mucho texto. Y has comparado mucho el sentido del humor de Cronenberg con el de Freud...

Es que son bastante, bastante parecidos, es una cosa muy seca, ¿sabés? El tipo de persona que cuenta cosas graciosas, pero muy inteligentes, a veces tajantes, sin apenas sonreír, y si no te das cuenta de que es una broma, él sigue adelante nomas, y si no lo pillaste, bueno, te quedas con una cosa literal, pero si te das cuenta de que es gracioso, sos cómplice de alguna manera.




¿Digamos que Cronenberg tuvo que esforzarse mucho para convencerte para el papel? ¿Estabas reticente para trabajar de vuelta con él?

No, el año antes de rodar me lo ofreció, y en ese momento no pude porque estuve todo ese año cuidando a mi madre, que estaba muy enferma, y por eso había tenido que dejar "Purgatorio", la obra de teatro de Ariel Dorfman que hice en España y que después retomamos. Creo que aprendí más haciendo la obra de Dorfman que lo que he aprendido en cierto modo actuando los últimos quince años de mi vida. Y Cronenberg me dijo "Bueno, una lástima..."

Pero lo llamó a Christoph Waltz...

Y como Christoph Waltz recién había ganado un Oscar por "Bastardos sin gloria", la de Tarantino, decidió ser más ambicioso, digamos, y se fue a hacer una película de un estudio grande, "Agua para elefantes", y nada, entonces me llamó de nuevo. "Mirá, siempre pensé en vos primero para este papel. ¿Ahora podes?" Y dije: "Bueno, la verdad es que sí, tengo un huequito, ¿te parece de verdad que yo soy el adecuado?". Entonces, me puse las pilas. Como siempre, los obstáculos a los que enfrentas, los miedos, son las cosas que después son las más valiosas, ¿no?.

¿Cómo ves la relación que había entre Freud y Carl Jung? ¿Cómo la llegaste a entender?

Eh..., al fin y al cabo, creo que una cosa muy humana es lo que hace, entre otras cosas, muy entendible, interesante y dramática la película. Yo creo que en el fondo intelectualmente no había tantas diferencias, especialmente en esa época, antes de la Primera Guerra Mundial. Que se querían mucho, se respetaban, compartían ideas. A lo mejor era un poco la diferencia de edad, pero más era una cuestión de orgullo... y de diferencias de crianza, culturales. Uno era hijo de luteranos, de pastores, y el otro era un judío ateo. O sea, muy diferentes. Y en esa época, especialmente en Austria, había muchísimo antisemitismo. Y Freud tenía que ser muy ágil verbalmente, usando las palabras de una forma inteligente para hablar de cosas de las que no se podía hablar. Y él apreciaba a los humoristas de la época, como Nestro y Bush en Austria, y a Oscar Wilde, a Mark Twain; la sátira le interesaba mucho. El humor, digamos, era un arma de defensa para Freud.




¿Qué es lo que vos notás que te dejó desde el comienzo la saga de "El señor de los anillos"?

Bueno, sobre todo, más oportunidades para trabajar. O sea, nunca hubiera podido trabajar con Cronenberg, no hubiera podido hacer, qué sé yo, Alatriste o cosas así. Así que, bueno, agradezco el éxito inesperado tan apabullante que tuvimos. ¿no?

Antes de que la gente de prensa nos interrumpa y corte la charla, ¿seguís escribiendo poesía?

Sí, Sí, no tanta como digamos el año pasado, pero tengo algunas cosas, tengo para empezar a construir otro libro, me parece. Y sigo con la idea de seguir editando a otros autores. Hay un público para eso, pequeño pero hay, para la poesía, así que...

Este asunto de que actuar también es una especie de terapia, ¿vos lo suscribís?

Sí, no quiere decir que hay que aprovecharse de todo el mundo para tirar todos los trapos sucios sobre la mesa, pero mi manera de trabajar, desde el principio de mi carrera, que he ido afinando, se basa en lo mismo: siempre me pregunto qué pasó entre la cuna y en la primera página del guión. Entonces sigo haciendo lo mismo, que es mirar para atrás, para saber cuáles son las fuentes del comportamiento, de la composición de lo que es el adulto. Y es, supongo, una forma de psicoanálisis que me hago, o que hago a los personajes.

Para hacer de Freud estuviste en Viena.

 Sí, accedí a muchas fuentes para poder leer todo sobre él, sobre sus colegas, sus amigos de la época.

¿Tenes algo más con Cronenberg?

Siempre él tiene dos o tres proyectos que está mirando, porque no le sale tan fácil como a Woody Allen una película al año. Aunque le gustaría, me parece... Siempre le cuesta conseguir el dinero a pesar de ser uno de los grandes de la historia. Y una posibilidad es una secuela de "Promesas del Este". Pero veremos si logra juntar el dinero. Va a ser interesante. Acá vino la chica. Me parece que hasta acá llegamos...




SENTADO SOBRE LAS MANOS DE FREUD

Las mejores memorias que tiene de personificar a Freud restan referidas al cambio físico que tuvo que hacer, con la ayuda del departamento de maquillaje (los ojos, la nariz, las entradas en el cabello) "y, bueno, engordar un poco también, que fue divertido -dice Mortensen-. Y los diálogos, que acabaron gustándome mucho. Jugar con las palabras era como un ejercicio. Yo, cuando entraba a actuar, iba a una escuela de teatro. Y el director me dijo: "Sos un actor muy físico. Estás gesticulando mucho, no sé si es una cosa cultural, pero estás como loco y me gustaría que te sentaras para hacer la escena". Pero, ¿y si es muy física la escena?, me quejé. Me dijo "No me importa. Sentate, y además sentate sobre tus manos, y así vamos a hacer la escena en un par de días". Y entonces tuve que sacar más provecho de la voz, de las palabras, de los giros verbales... Claro, no tan gestual...

Exacto, y fue un ejercicio bastante bueno. Sencillo, pero bastante eficiente, ¿no? Eso fue en cierta medida lo que tuve que hacer con Freud. Buscar la forma de usar las palabras como armas, defensivas, ofensivas, de seducción, de manipulación...


Extraído de Diario Clarín, suplemento Espectáculos, 24 de marzo de 2012.



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