Julio Diz

Nació en la ciudad de Lanús, Buenos Aires, Argentina, el 27 de junio de 1956. Desde muy pequeño concurrió al cine, descubriendo a Walt Disney en el viejo Cine Monumental de la ciudad de Bernal. Ya de grande, Román Polanski y su film, “Cul de Sac” fueron los movilizadores hacia el cine de culto. En los años ’70, estudió cine en la EDAC, (Escuela de arte cinematográfico) de la ciudad de Avellaneda. En los ’80 cursó en CECINEMA, (Centro de estudios cinematográficos) dirigido por José Santiso, y asistió al Seminario Introducción al lenguaje cinematográfico, dictado por Simón Feldman. Incursionó en el Cine de Súper 8 y 16 MM. Asociado a UNCIPAR (Unión cineistas en paso reducido), fue cofundador del Biógrafo de la Alondra. Es editor de Woody y todo lo demás, Series de antología y el presente blog. Actualmente trabaja en su primer libro, “Los tiempos del cine”.

jueves, 12 de noviembre de 2015

"A los Estados Unidos no les gusta mirarse".



Tras siete años sin dirigir, regresó detrás de cámaras en “Leones por corderos”. El film –en el que también actúa, con Meryl Streep y Tom Cruise- analiza la política bélica norteamericana.

 


Por David M. Halbfinger, para The New York Times y Clarín

Robert Redford llega a las oficinas de Leones por corderos empapado luego de correr un mediodía por el Napa Valley. Es una buena preparación, ya que seguramente va a tener unos meses muy candentes. Está dando los últimos toques  a su película más política desde “Todos los hombres del presidente” y se dispone a la pelea.

Como si quisiera prepararse para la batalla, Redford colgó columnas de opinión que condenan al gobierno de Bush en una cartelera de la casa que alquiló y convirtió en centro de posproducción. “El perfil de un cobarde”, es uno de los títulos. “Esta vez no digan que no estábamos sobre aviso”, dice otro.

En una hoja amarilla se leen en mayúsculas las palabras “Frustración, responsabilidad y tristeza” de su puño y letra. Es un recordatorio, un resumen de los temas del film. Pero Redford hace una mueca cuando le pregunto sobre la nota. “Tal vez se podría eliminar tristeza”, sugiere. “Eso asusta al público y lo aleja”.


De todas maneras, agrega, “me parece muy triste.”

Redford, que tiene setenta y un años, (en el momento del rodaje), generó muchas expectativas con Leones por Corderos, a pesar de que la misma contó un presupuesto modesto de 35 millones de dólares. La película es la primera que protagoniza Tom Cruise desde su racha de mala prensa y su salida de Paramount el año pasado. Es la primera de United Artists desde que Cruise y su socia, Paula Wagner,  se hicieron cargo del sello. Y es el primer trabajo como director de Redford desde la decepcionante “Leyendas de vida”, del año 2000. Tendrá que estar a la altura de sus estrellas, entre las que se encuentran el propio Redford y Meryl Streep, cuya presencia ya da lugar a especulaciones sobre las posibilidades de la película de alcanzar el Oscar.

Por otra parte, a Redford le preocupa que su película se vea injustamente agrupada con varias películas de guerra que se estrenan en estos días. “Quería decirle al estudio que no la convirtiera en algo sobre la guerra –dice-. No es sobre eso. La guerra es el catalizador, pero no es el tema. Es algo más importante.”

El guión de Matthew Michael Carnahan (que también escribió “The Kingdom”), relaciona tres confrontaciones: un senador republicano (Cruise) trata de venderle una nueva estrategia para la guerra de Afganistán a una persona escéptica de Washington (Streep); un profesor universitario (Redford) trata de alentar a un estudiante de ciencias políticas talentoso pero reticente (Andrew Garfield); y dos soldados (Derek Luke y Michael Peña) intenta sobrevivir a un enfrentamiento en una montaña de Afganistán.



Si “El candidato”, la crítica de 1972 a las campañas políticas, terminaba con el personaje de Redford preguntando, “¿Qué hacemos ahora?”, “Leones por corderos” hace una pregunta diferente pero con mucha más insistencia: “¿Cómo llegamos aquí?”

“Lo que me atrajo fue pensar  cuales son los factores ocultos que nos llevan al mismo lugar una y otra vez –dice-. Hay patrones de conducta que siempre nos salieron muy caros y que ahora nos cuestan mucho más, nos cuestan todo vestigio de respeto que hayamos tenido en el mundo. Cuando analizo mi época, cuando recuerdo el macartismo, y luego Watergate, el escándalo Irán-contras, y ahora esto… Si se analiza todo eso se ve que hay un hilo común. La misma sensibilidad: “Todo pasa por ganar”. El poder. Y las consecuencias son cada vez de mayor magnitud”.

La película juzga con severidad a los políticos, los periodistas, los grupos mediáticos, los jóvenes. En definitiva, a todos, excepto a quienes se ofrecen como voluntarios para luchar por su país.

“Se puede decir que esto relaciona diferentes cosas que hice a lo largo de mi carrera”, señala Redford. Menciona “El candidato”, su clásico político; “Todos los hombres del presidente”, que inspiró a una generación de periodistas; y el thriller de espionaje “Los tres días del cóndor”. “También están las películas sobre el poder del engaño, como “Quiz Show”, agrega.

Redford declara que hace mucho tiempo que quería hacer una película sobre la politización de las universidades, “sobre un profesor que no fuera ortodoxo y que se opusiera al poder en una institución convencional.”

La idea que se convirtió en “Leones… se le ocurrió a Carnahan, el guionista, hace un año, un día estaba haciendo zapping en busca de un partido de fútbol. “Había estado pensando en que ridícula era la guerra y en cómo habíamos podido elegir a un tipo que no se preocupaba por leer una historia militar antes de iniciar no una sino dos guerras, cuando lo peor que se puede hacer es librar una guerra en dos frentes”, recordó Carnahan, que tiene 34 años. “Encontré una nota de la CNN sobre cuatro o cinco soldados que se había ahogado cuando su camioneta había caído al Tigris y pensé: “Dios mío, qué manera horrible de morir.” Luego seguí haciendo zapping porque quería encontrar el partido”.

“Esa noche me di cuenta que soy tan hipócrita como la gente de nuestro país que no soporto –agrega-, la clase de gente que saltea las noticias para llegar a los chimentos. Eso se convirtió en “Leones por corderos”. Fue mi forma de exorcizar eso, de expresarlo y de ver si tenía algún eco.”

El proyecto puede haber establecido un nuevo récord de velocidad. La agencia CAA lo adoptó y pronto lo llenó con sus clientes: Streep, Redford y Cruise, que buscaba una nueva película para iniciar su nueva incursión en la dirección del estudio United Artists. “Es el cronograma más exigente con el que trabajé”, dice Redford: apenas un año entre el anuncio y el estreno.

Redford trabajó con Carnahan en el ajuste del guión, para “lograr que las palabras tuvieran la mayor fuerza posible despojándolas de todo adorno.” Carnahan señaló que ese trabajo “no puede hacerse sin desplegar los argumentos que supongo tienen lugar en la vida real, en las oficinas del Congreso y de los diarios, así como en combate.”

Para Redford, la película es “sobre los que nos sirven y los que elegimos”. Pero afirma que le preocupa que “a los Estados Unidos no les gusta mirarse.”

Como era previsible, algunos bloggers conservadores calificaron la película de antiestadounidense, infiriendo que el personaje de Cruise tendrá que ser el villano para adaptarse a los puntos de vista liberales de los realizadores. “Estoy preparado para las malas interpretaciones –señala Redford-, pero habría sido lo más fácil del mundo convertirlo en un villano que se alisa los bigotes y simplemente disfrutar con su caída. Sin embargo, pensé: “No. Hay que darle un lugar legitimo en la historia”.

El senador de Cruise asesta algunos de los golpes retóricos más poderosos de la película. “Cuanto mejor es, más atemorizador resulta”, dice  Redford. “Tiene que haber una similitud con lo que vivimos los últimos seis años: doble discurso, no contestar preguntas de forma directa, todos esos elementos de manipulación. Pero mejor.”

Redford comenta que vaciló en dirigir la película, pero que le gustó el papel que interpretó y que disfrutó lo que llama el duelo entre profesor y alumno. Para el papel del estudiante –un papel que “sin duda habría interpretado cuando empecé”- buscó en vano una cara nueva estadounidense antes de decidirse por Garfield, un actor de teatro británico a cuyo acento contribuye que es hijo de un estadounidense. “A Bob (Redford) le gusta estar seguro de todo”, declaró Garfield, que agregó que por momentos el duelo actoral le resultó aterrador.

Garfield agregó que durante la producción experimentó algo así como un despertar político. Leía a Noam Chomsky entre una toma y otra. Ahora, con la vehemencia propia de sus 24 años, agrega: “Espero que la película sirva como un llamado a las armas para mi generación”. Las expectativas de Redford en relación con la película no son tan ambiciosas. "Lo único que espero es que la gente piense –dice-. Que la película entretenga de forma tal de hacer a la gente pensar.”

Traducción: Joaquín Ibarburu

Extraído de Diario Clarín, sección Espectáculos, martes 13 de noviembre de 2007.

 

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