Julio Diz

Nació en la ciudad de Lanús, Buenos Aires, Argentina, el 27 de junio de 1956. Desde muy pequeño concurrió al cine, descubriendo a Walt Disney en el viejo Cine Monumental de la ciudad de Bernal. Ya de grande, Román Polanski y su film, “Cul de Sac” fueron los movilizadores hacia el cine de culto. En los años ’70, estudió cine en la EDAC, (Escuela de arte cinematográfico) de la ciudad de Avellaneda. En los ’80 cursó en CECINEMA, (Centro de estudios cinematográficos) dirigido por José Santiso, y asistió al Seminario Introducción al lenguaje cinematográfico, dictado por Simón Feldman. Incursionó en el Cine de Súper 8 y 16 MM. Asociado a UNCIPAR (Unión cineistas en paso reducido), fue cofundador del Biógrafo de la Alondra. Es editor de Woody y todo lo demás, Series de antología y el presente blog. Actualmente trabaja en su primer libro, “Los tiempos del cine”.

viernes, 27 de septiembre de 2013

Nuestras estrellas: Carlos Carella, 1925-1997.



Homenaje a Carlos Carella. Actor, militante, director, dirigente sindical: todas las facetas de un hombre que fue fiel a sus ideales y a su mod0 de luchar por ellos.

Nacido en Avellaneda y Boyacá, Carlos Alberto Carella Castaño gambeteó a su documento un par de veces. Fue Jorge Loguarro, a fines de los ’40, presentador de la orquesta de Domingo Federico mientras de día laburaba como tallerista. Fue Carlos Alauz, por poco tiempo, cuando de lleno en una de sus pasiones expresivas, el teatro (la otra fue la militancia sindical), participó en sus primeras muestras con Eva Dongé y Alicia Berdaxagar. Después, en la radio, haciendo de Batman y de Tom Mix o actuando grandes textos del teatro universal en Las dos carátulas, volvió al Carlos Carella para siempre. El Negro, un grande. Como en esos juegos de encastre, todas sus partes (el hombre, el actor, el militante, el dirigente sindical, el director, el poeta) encastraban naturalmente por obra y gracia de su coherencia nata, más talento y humildad para hacer que rodaran fluidas, aliviado del triste esfuerzo de tener que ser lo que no era. El acto de homenaje a su trayectoria donde se presentó su libro, que tiene prólogo de Onofre Lovero, llevó por título una consigna: Carlos Carella: Compañero, Actor y Poeta. Víctor Laplace, Daniel Fanego, Amancay Espíndola y Oscar Rovito leyeron poemas, y se exhibieron fragmentos de dos películas que protagonizó: Operación Masacre yEl rigor del destino. Sirva este hecho para revivir a un ético de su dimensión.


Por eso, Víctor Laplace dice: “Hace unos días escuché a un compañero actor que respondía a algunas objeciones a un programa en el que participaba. Su respuesta fue levemente parecida, o idéntica en su significado al ‘yo cumplo órdenes’. La autonomía del arte, que pareciera más bien una forma de impunidad, amnistía previa y general de cualquier responsabilidad, no se verifica en la realidad. Entre otras cosas, por el pequeño detalle de que los artistas somos asalariados, con más o menos altos salarios, y con distintas formas de patronazgos y/o mecenazgos. Sobre todo, porque los artistas tenemos una historia en la historia de la patria que nos ha configurado. Y compañeros que nos han marcado ejemplo. Carlos, un actor extraordinario y un peronista luminoso. Carlos, un peronista extraordinario y un actor luminoso. Los hitos importantes de su compromiso, como trabajador, como actor y como militante se pueden rastrear juntos. Y sus proyectos, siempre en el marco de la creación de grupos como Gente de Teatro Asociada, luego Gente de Teatro, en los que participó.
Nunca estará de más resaltar que fue Rodolfo Walsh con su Operación Masacre quien inauguró la “ficción periodística” o “novela testimonio”. Con la urgencia de los clarividentes, Walsh desnudó la trama oculta de lo sucedido meses atrás en los fusilamientos de José León Suárez, y la linterna de esa verdad pulverizó las explicaciones oficiales de la dictadura de Aramburu. Quince años después, siempre en dictadura, esta vez la de Lanusse, el director Jorge Cedrón y el autor encararon la película; que se filmó clandestina en el segundo semestre de 1972, y clandestinamente comenzó a exhibirse en barrios, villas, iglesias y escuelas, con debate incluido. En el afiche se leía, en vertical, su septeto protagónico por orden alfabético: Norma Aleandro, Carlos Carella, José María Gutiérrez, Víctor Laplace, Raúl Parini, Ana María Picchio, Walter Vidarte. “Operación Masacre puede pensarse iniciando el género del documental ficción –dice Laplace–. Hacer este análisis crítico es sencillito ahora, pero pensando en los ’70, la película se convierte en acto militante de trabajadores de la cultura. Vale subrayar que las condiciones de producción nos obligaban a una ‘segunda actuación’ para garantizar las condiciones de clandestinidad. Ahí la fortaleza y el humor de Carlos fueron imprescindibles”.
Carella tenía varias frases favoritas, pero solía insistir con dos: “La corrupción comienza cuando se confunde lo que es de todos con lo propio” y “Cuando uno pierde de vista al enemigo empieza a pelearse con el compañero”. ¿Con qué iba a predicar un ejemplar como él, sino con el ejemplo? En 1963 condujo la lista que ganó las elecciones en la Asociación Argentina de Actores, donde hizo por años una tarea excelente. “El líder de ese movimiento fue Carlos Carella, un maestro en la tarea sindical. Aparte de su entrega fenomenal, tenía una gran habilidad política, que la aplicaba tanto hacia la base del gremio como hacia arriba. Sus relaciones con la CGT y el gobierno eran increíbles, sobre todo porque atravesábamos épocas muy difíciles, como la de Onganía”, dice Juan Carlos Gené.


Ahora que la televisión argentina cumple 60 años, sobrarían adjetivos para aludir al prontuario de nuestra amada y detestada sesentosa. Acaso convenga festejarla haciendo memoria y eligiendo los cinco mejores programas de su historia, uno por cada dedo de la mano. Uno de esos dedos, debería ser, sin dudas, Cosa juzgada (1969-71, Canal 11, dirección de David Stivel, guión de Juan Carlos Gené y el elencazo: Norma Aleandro, Bárbara Mujica, Marilina Ross, Carlos Carella, Federico Luppi y Emilio Alfaro).
En 1973, bajo la presidencia de Héctor Cámpora, Carlos Carella fue designado subdirector de Radiodifusión. ¿Hace falta aclarar cuánto duró en su cargo? En 1976, amenazado por la dictadura de Videla-Massera-Agosti, se exilió en España. Volvió en 1979, con la dictadura en su baño de sangre, y protagonizó Los emigrados, de Slawomir Mrozek, con Jorge Rivera López, por la que obtuvo el Premio Moliére 1980 al mejor actor. A propósito, Clarín publicó: “En el día del Teatro y su celebración, Carlos Carella dijo no encontrar mejor respuesta que esta sextina de José Hernández para agradecer su premio: ‘Gracias le doy a la Virgen, / gracias le doy al Señor / porque entre tanto rigor / y habiendo perdido tanto, / no perdí mi amor al canto / ni mi voz como cantor’”. La ceremonia fue en el Teatro Cervantes. Después de idas y vueltas porque ningún funcionario de turno quería entregarle el premio, fue el embajador de Francia quien se animó a poner el Moliére en manos de Carella. Como seguía en esa lista invisible pero negra, el Negro se fue a recitar el Martín Fierro por los lugares más recónditos de la Argentina. En 1981, Mona Moncalvillo le preguntaba en la revistaHumor:
–¿Estuviste sin trabajo en estos últimos años?
–Sin trabajo televisivo, cinematográfico y radial.
–¿Estás prohibido en los tres medios?
–Yo no vi absolutamente ningún tipo de prohibición, y acá es donde uno se pierde un poco en un mar de dudas. No me mostraron ninguna lista que me incluyera ni donde tenga que ver con nada. La única realidad es que yo no trabajo en esos medios. Trabajo pura y exclusivamente en teatro y no recibí ningún tipo de oferta, ni cinematográfica ni televisiva. Si me preguntás si estoy prohibido, podría decir que sí, que estoy prohibido. Y si me decís ¿viste alguna lista donde estés prohibido? No, no vi ninguna lista. Y no le pregunté a nadie, ni voy a preguntar si estoy prohibido.


La no aceptación de cargos importantes en el gobierno con sueldos respetables, también hablan de ese ejemplar. A principios de los ’90 fue requerido de urgencia: lo requería el presidente.
“¿Qué presidente?”, quiso saber el Negro, que pensaba en el secretario gremial de Actores. “¡El presidente Menem. Quiere ofrecerte la Secretaría de Cultura de la Nación!”, le dijeron.
–No puedo, yo tengo mi trabajo en el gremio –le contestó al por entonces presidente.
–Bueno, aceptá la Dirección Nacional de Teatro –insistió Carlos Saúl.
–No, no puedo, tengo un cargo en la Asociación.
No es ocioso recordar que en el gremio no se cobraba ni siquiera un dinero para gastos de la función.
Cuando el Negro murió, la necrológica de La Nación, firmada por Susana Freire, decía: “Carella, con una coherencia sin tregua, adhería a toda propuesta que involucrara al autor nacional: Beto Gianola, Eduardo Rovner, Eduardo Pavlovsky, Jacobo Langsner, Luis Macchi y más Cossa y más Gorostiza”. Y agregaba: “Esta actividad no logró que permaneciera ajeno a la gremial, que ejerció durante veinticinco años de lucha en la Asociación Argentina de Actores, y cuando no estuvo bajo la luz del protagonismo, siempre fue una presencia permanente de apoyo y solidaridad hacia sus compañeros”.
“No hay llanto suficiente para estas pérdidas –dice Laplace–. Mientras tanto, en estos días de punteros, stress y desnudos tuneados, recordar la coherencia de Carlos Carella es más saludable que nunca.”.
Films


Televisión


  1. "Poliladron" (1995)
  2. "Alguien como vos" (1973)
  3. "Cosa juzgada" (1969)
  4. Los vecinos (1966)
  5. "J.C. Buenos Aires-Roma-Paris" (1964)
  6. "El soldado Balá" (1964)

Premios


Entre otros, obtuvo los siguientes premios:


Fuente: http://sur.infonews.com/notas/el-negro-ejemplar.
http://es.wikipedia.org/wiki/Carlos_Carella

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