Julio Diz

Nació en la ciudad de Lanús, Buenos Aires, Argentina, el 27 de junio de 1956. Desde muy pequeño concurrió al cine, descubriendo a Walt Disney en el viejo Cine Monumental de la ciudad de Bernal. Ya de grande, Román Polanski y su film, “Cul de Sac” fueron los movilizadores hacia el cine de culto. En los años ’70, estudió cine en la EDAC, (Escuela de arte cinematográfico) de la ciudad de Avellaneda. En los ’80 cursó en CECINEMA, (Centro de estudios cinematográficos) dirigido por José Santiso, y asistió al Seminario Introducción al lenguaje cinematográfico, dictado por Simón Feldman. Incursionó en el Cine de Súper 8 y 16 MM. Asociado a UNCIPAR (Unión cineistas en paso reducido), fue cofundador del Biógrafo de la Alondra. Es editor de Woody y todo lo demás, Series de antología y el presente blog. Actualmente trabaja en su primer libro, “Los tiempos del cine”.

martes, 26 de abril de 2011

Buenas lecturas, Leonardo Favio.

La memoria de los ojos
Leonardo Favio, cuadro por cuadro
Publicado el 27 de Marzo de 2011



Por Eduardo Benítez

Un acto de justicia libresca: jóvenes críticos rinden homenaje al director argentino. Con material fotográfico inédito.





Teniendo en cuenta que se trata tal vez de la figura más significativa de la historia del cine argentino, es imposible no inquietarse ante el casi minúsculo corpus bibliográfico dedicado a la obra de Leonardo Favio. Existe, sí, un indispensable y casi inconseguible catálogo que el Malba editó en 2007, en que un compendio de intelectuales de los más variopintos –Juan Sasturain, Alan Pauls, Horacio Verbitsky– ensayan sus pasiones sobre el gran director argentino: Favio sinfonía de un sentimiento. Y habría que agregar un eslabón más, que aquel mismo año sumó Editorial Corregidor: Sin renunciamientos, el anecdotario biográfico glosado por Hugo Biondi. Básicamente, allí se detiene la producción de libros que aborda la complejidad estética del director de Juan Moreira. Quizá por eso, la lectura de La memoria de los ojos (La Otra Boca editora) tiene el placentero sabor de una justicia libresca postergada. Editado con el apoyo de la Biblioteca Nacional, con abundante material fotográfico inédito, por sus páginas desfilan algunas de las plumas más lúcidas pertenecientes a la nueva guardia de críticos cinematográficos de estas pampas. Mariano Kairuz, Hernán Guerchuny, José María Brindisi –entre otros– analizan en profundidad cada opus de la filmografía del director cuyano. El libro es espeso, tanto en materia anecdótica como en su mirada analítica, los capítulos se suceden entre testimonios de admiradores, colaboradores y familiares del director, y la atención reflexiva de los comentaristas. Queda de relieve en estos textos el recorrido artístico de un director que nunca dejó de expresar su voluntad de reunir vanguardia y relato popular. La vitalidad del cine, para Favio, se da allí donde la maquinaria cinematográfica logra erigirse como un verdadero arte de masas. Marca indeleble que Horacio González describe de forma exquisita en el prólogo. La memoria de los ojos no se resume en un puro acto de memorabilia de ninguna tesitura mítica. Si hay algo importante a lo que el libro hace alusión, es a la presencia de Favio en los pliegues de la producción cinéfila actual. A 45 años de Crónica de un niño solo, la cifra de su obra se mide en su valor simbólico a través de la gesta de generaciones enteras de cineastas, ensayistas, críticos y espectadores que ensancharon sus horizontes ideológicos, expandieron su capacidad creativa en tiempos de economías peliagudas, e incluso desarrollaron una mirada más incisiva y exigente gracias al legado de cada fotograma faviano. No es casualidad que la cantera de jóvenes directores que renovó el universo del cine en este nuevo milenio haya ensayado una revisión hacia el pasado y encontrado en la figura de Leonardo Favio la herencia criolla para una verdadera refundación de la mirada cinematográfica.


Fuente: Tiempo Argentino - © Copyright 2010.

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