Julio Diz

Nació en la ciudad de Lanús, Buenos Aires, Argentina, el 27 de junio de 1956. Desde muy pequeño concurrió al cine, descubriendo a Walt Disney en el viejo Cine Monumental de la ciudad de Bernal. Ya de grande, Román Polanski y su film, “Cul de Sac” fueron los movilizadores hacia el cine de culto. En los años ’70, estudió cine en la EDAC, (Escuela de arte cinematográfico) de la ciudad de Avellaneda. En los ’80 cursó en CECINEMA, (Centro de estudios cinematográficos) dirigido por José Santiso, y asistió al Seminario Introducción al lenguaje cinematográfico, dictado por Simón Feldman. Incursionó en el Cine de Súper 8 y 16 MM. Asociado a UNCIPAR (Unión cineistas en paso reducido), fue cofundador del Biógrafo de la Alondra. Es editor de Woody y todo lo demás, Series de antología y el presente blog. Actualmente trabaja en su primer libro, “Los tiempos del cine”.

miércoles, 14 de diciembre de 2016

Apuntes del 31 Festival.

«Espejuelos oscuros» - La vida por un cuento

Jessica Rodríguez Sánchez presenta su primer largometraje en Competencia Latinoamericana 


Desde Cuba llega la propuesta de Jessica Rodríguez Sánchez a la Competencia Latinoamericana de Largometrajes. Espejuelos oscuros despliega una estructura de relato enmarcado que evoca la tradición oral, a partir de una mujer que debe contar historias para escapar de la violencia. Como una Sherezade contemporánea, la protagonista echará mano de todas sus estrategias narrativas para emprender un viaje onírico, político y creativo hacia su propia salvación.


Llama mucho la atención la estructura de la narración en forma de cajas chinas ¿De qué manera trabajaste el guion para lograrlo? ¿Cuál fue el puntapié inicial para la construcción de esta estructura?

Empecé trabajando la historia general y marcando los plots donde empezaban y acababan las historias insertadas. Una vez que tenía decidido como acababa la línea argumental de Esperanza, comencé a trabajar las otras historias.

¿Cómo trabajaste con los protagonistas para lograr actuaciones tan versátiles?

La selección de los actores fue fundamental. Son todos muy talentosos y se implicaron mucho en el trabajo de construir los personajes psicológicamente. Tuvimos largas sesiones de trabajo de mesa, y ahí se diseñaron las actuaciones, según la época, clase social y la experiencia de vida de cada uno de los sujetos. No ensayamos mucho para no viciarnos, pero sí lo hablamos todo, cada detalle. Tuve la inmensa suerte de que los protagonistas de la película fueran Luis Alberto García y Laura de la Uz, además de ser grandes actores son dos personas extremadamente inteligentes y empáticas, que se implicaron muchísimo. Para mí trabajar con ellos ha sido una escuela.

¿Cuáles son tus influencias más cercanas tanto en el cine como en otras artes?

Recuerdo que para elegir la paleta de colores y encuadrar tuvimos muchas referencias tipo In the Mood for Love, La Sirga, La Vida es un Milagro, Tres Extremos, etc. Revisamos referencias de películas muy diversas. En el sonido nos marcaron películas de Ceylan, en especial el tratamiento sonoro de Tres monos, que me gusta muchísmo. Por aquella epóca consumía bastante cine asiático Simpatía por Lady Vengance, Memorias de un asesinato y Hierro Tres. Pero el cine es un trabajo de equipo, no solo a nivel técnico, sino a nivel creativo, y cada uno de los jefes de equipo, siguiendo las pautas generales, trabajó a partir de emociones y lenguajes propios. En la fotografía, Susana Ojea propuso muchísimas referencias. La música de José Luis Martínez, compuesta por piezas excepcionales, también ha sido imprescindible para lograr nuestra propuesta y hacer la película redonda.

Hay una propuesta estética muy marcada en tu película. ¿Cómo fue el proceso para lograrla?

Fue esencial lograr que todos los departamentos trabajaran enfocados hacia la misma propuesta, que cada uno de los elementos, tanto visuales como sonoros y de interpretación, respondieran a un mismo propósito. Tratamos incluso que la utilería, que quedaba en segundo plano, estuviera discursando a nuestro favor. Crear el ambiente de la casa de Esperanza fue duro, porque la idea era lograr espacios atiborrados y que respondieran un poco a la estética general de La Habana, elegante y destrozada. Usamos camiones enteros de ambientación. Pero diseñarla fue también muy divertido, fue como un juego en el que Alexis Álvarez y yo, a pesar de los momentos tensos que tiene todo rodaje, la pasamos muy bien. Luego en la postproducción de color con Adriana Sole intentamos muchas posibilidades, su trabajo fue meticuloso, muy delicado. En la edición, aunque íbamos un poco amarrados porque no rodamos mucho, creo que nos arriesgamos bastante y cambiamos escenas enteras. Fue reescribir la historia con Miguel Burgos. Lo mismo en el sonido, comenzamos a probar cosas que no estaban en nuestros planes, y mientras más enrarecidas nos poníamos en el estudio con la casa de Esperanza, más nos iba gustando el resultado. María Ángulo y Paloma Huelin hicieron un trabajo excelente y osado.

¿Qué significa para vos presentar tu ópera primera en el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata?

Es un honor enorme. Sobre todo es una gran satisfacción poder estar en el Festival Clase A de Latinoamérica con una película como Espejuelos oscuros, una producción cubana independiente, porque cada vez que se estrena un filme cubano independiente en un Festival prestigioso vamos ganando voz y reconocimiento. Por otra parte, es también reconocer al equipo que trabajó bajo condiciones bastante excepcionales, conseguir que nuestro trabajo esté a disposición de un público tan cinéfilo como el de Mar del Plata es una alegría inmensa.


Agustina Salvador






Extraído de la pagina oficial del 31 Festival Internacional de cine de Mar del Plata.


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