Julio Diz

Nació en la ciudad de Lanús, Buenos Aires, Argentina, el 27 de junio de 1956. Desde muy pequeño concurrió al cine, descubriendo a Walt Disney en el viejo Cine Monumental de la ciudad de Bernal. Ya de grande, Román Polanski y su film, “Cul de Sac” fueron los movilizadores hacia el cine de culto. En los años ’70, estudió cine en la EDAC, (Escuela de arte cinematográfico) de la ciudad de Avellaneda. En los ’80 cursó en CECINEMA, (Centro de estudios cinematográficos) dirigido por José Santiso, y asistió al Seminario Introducción al lenguaje cinematográfico, dictado por Simón Feldman. Incursionó en el Cine de Súper 8 y 16 MM. Asociado a UNCIPAR (Unión cineistas en paso reducido), fue cofundador del Biógrafo de la Alondra. Es editor de Woody y todo lo demás, Series de antología y el presente blog. Actualmente trabaja en su primer libro, “Los tiempos del cine”.

sábado, 6 de marzo de 2010

El recontra espionaje

El desinformante, la nueva comedia surrealista de Steven Soderberg

Tras sumergirse en su saga épica en dos partes sobre el Che Guevara, Steven Soderberg hizo casi inmediatamente dos películas seguidas. Una pequeña e intimista que se editó directo en DVD con el titulo Confesiones de una prostituta de lujo. La otra, basada en un caso real de fraude corporativo que tuvo lugar en los ’90, plagada de mentiras y video (como su recordado debut, aunque sin el sexo) y con una única estrella: Matt Damon, con sobrepeso y calvicie. Una apuesta arriesgada que afortunadamente podrá verse en los cines argentinos.





Por Alfredo García

A primera vista “The informant!” (El desinformante) parece una película simple sobre un fraude corporativo basada en una historia real ocurrida durante la década del ’90. Pronto la música burlona le va explicando al espectador que no es una película sencilla, sino una rara mezcla de géneros a cargo de Steven Soderberg. “The informant!”, que se estrena este jueves en los cines argentinos, tiene algo de varias películas del director, empezando por las grabaciones y filmaciones que lo hicieron famoso allá por los ’80 con la casi perfecta “Sexo, mentiras y video” –ya desde los títulos, cuando el protagonista arma con todo cuidado un grabador para escuchas en su maletín de trabajo-. La música podría ser perfecta para algún programa cómico de Benny Hill, y de hecho el compositor al que Soderberg le encarga el score musical, Marvin Hamslich, es el mismo que compuso la partitura de uno de los primeros éxitos de Woody Allen, “Bananas” (además de componer musicales como “A chorus line” y “The goodbye girl”).





Las letras de los títulos, sumadas a esta música chistosa, ubican a Matt Damon muy lejos de su papel de superespía de la trilogía de Bourne. Más bien, lo colocan en un nivel inferior al de Austin Powers, aunque el personaje se refiere a sí mismo como el agente 014, por ser “dos veces más inteligente que 007”.

Si bien falta el sexo, las mentiras y videos abundan en “The informant!”, y el tono puede parecer por momentos propio de los satíricos policiales de la saga de “Ocean’s eleven” (La gran estafa) que tanto han redituado en los últimos años al director, que en ese caso tampoco deja de lado su veta más intelectual de la olvidada –quizá por pretenciosa- “Kafka”, ni tampoco el fresco de crimen social de “Erin Brokovich”. “The informant!” es una película extraña basada en un personaje aún más extraño, el bioquímico y ejecutivo de la firma alimentaria ADM Mark Whitacre, que es presentado en la película explicándole a uno de sus hijos los mil usos de maíz, y como los productos de ADM suelen aparecer entre los aditivos de la letra pequeña de las etiquetas de cualquier alimento que forme parte de un desayuno.






Mark es un ejecutivo exitoso y podría llegar a la cima corporativa en cuestión de meses, pero hay un problema –en realidad hay varios, pero el guión comienza con mucha calma-. Un virus, producto de un sabotaje japonés, está mermando la producción de la firma, y el protagonista les explica a sus superiores que hay un tipo misterioso pidiendo diez millones de dólares para que el sabotaje termine. Para su sorpresa, deciden llamar al FBI y pronto Mark está convertido en el mejor amigo de los hombres del gobierno, a quienes advierte sobre las prácticas ilegales de la empresa en materia de acuerdos globales de control de precios de productos alimenticios.

Olvidando el tema del saboteador nipón, Mark está transformado en un paladín de la justicia, ayudando al FBI a terminar con los controles de precios grabando cientos de cintas, a veces de manera tan obvia que anda por la oficina saludando a cada compañero de trabajo no sólo por su nombre, sino también por su puesto (tipo “Mary Jones, secretaria del presidente”) de tal manera que todo quede perfectamente claro en las cintas que graba con tanta diligencia.

El género del espionaje industrial, tratado en obras maestras como “La conversación” , de Coppola, o “El informante”, de Michael Mann, en ambos casos con un tono terriblemente dramático, aquí es parte de un mundo jocosamente ridículo, con los agentes del FBI más bonachones que se hayan visto desde el agente Cooper de “Twin Peaks” de David Lynch (Scott Bakula es el agente federal que termina envuelto en las pesadillescas tramas de Mark) y donde la mente enferma y ambiciosa de un mitómano compulsivo puede enloquecer por completo a santos y pecadores. Los extraños pensamientos en off del protagonista paulatinamente van dando la pauta de que algo no le funciona del todo bien, y ya promediando el film entra en juego un presunto trastorno bipolar que puede ser cierto o no, como todo lo que surge de la vida de este increíble Mark Whitacre.






La historia de este fraude económico cobra así distintas perspectivas y lleva al film al plano de la comedia surrealista, con momentos increíbles como cuando los agentes del FBI explican al fiscal que llevan siempre consigo la foto de su amistoso “soplón” con su mujer e hijos para nunca olvidar que detrás de ese informante que los suministra con cientos de tapes de escuchas hay ¡un hombre de verdad con una familia real! Evidentemente después de enfrentar un desafío de dimensiones épicas como la saga en dos partes sobre la vida del Che Guevara, Steven Soderbergh decidió abocarse a asuntos más intimistas como su siguiente película –anterior a ésta- “The Girlfriend Experience” sobre las vivencias de una prostituta, película que entre nosotros sólo se conocerá en DVD sin pasar por cines (con el título “Confesiones de una prostituta de lujo”), más esta “The informant!”, que sin ser exactamente una película de cámara, incluye un solo astro hollywoodense caracterizado como si no lo fuera (de hecho Damon se parece aquí un poco a ese gran actor que es William Macy) bajo un sobrepeso importante y, en los tramos finales, una prominente calvicie. Esto, sumado al tema de los fraudes económicos que, digamos, no es de lo más popular del mundo, podría haber hecho que el film corra la misma suerte que “The Girlfriend Experience”. Por suerte no es así, y ya que llega a los cines argentinos, recomendamos disfrutarla en pantalla grande.

Fuente: Suplemento Radar, del diario Página 12, del día 14/2/2010

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