La nueva versión de “El hombre lobo”
con Benicio del Toro en el papel de Lon Chaney Jr.
Tercero en importancia y popularidad
entre los monstruos clásicos del cine, detrás de Drácula y Frankenstein, el
Hombre Lobo vivió su gloria en los años ’40, dentro de las películas de terror
producidas por Universal. Diseñada como un proyecto comercial escrita por Curt
Siodmack, y protagonizada por Lon Chaney Jr., aquella El lobo Humano original
fue todo un éxito que ayudó a salvar al estudio de la bancarrota. Pero luego de
varias secuelas cayó injustamente en el olvido que se extendió por medio siglo.
Ahora la nueva versión de “El hombre lobo”, con Benicio del Toro y Anthony
Hopkins, Radar desempolva la historia de uno de los monstruos más famosos y
menos revisitados del cine de terror clásico.
Por Alfredo García
Era el único monstruo clásico bien muerto. Pero Larry Talbot, el que se llenaba de pelos en las noches de luna llena encarnado por Lon Chaney Jr. en la década de 1940, finalmente lo revivió en el siglo XXI, en un film protagonizado por Benicio del Toro.
En el
ranking de monstruos clásicos del cine, primero viene Drácula, luego sigue
Frankenstein, y en tercer puesto el Hombre Lobo. Sin fuentes literarias como
las novelas de Mary Shelley y Bram Stoker que lo antecedan, el Hombre Lobo
surgió de antiquísimas leyendas folclóricas de Egipto, Grecia y Roma. En “La
República”, Platón menciona un caso de licantropía.
Pero la fama
del Hombre Lobo no deriva de los estudios filosóficos, sino simplemente de una película de 1941 que
prácticamente salvó de la bancarrota a los estudios Universal. “The Wolfman”
(El lobo humano, de George Waggner) presentó a Lawrence Talbot, es decir al
lobisón más famoso de todos los tiempos. El personaje que inmortalizó a Lon Chaney Jr. fue
explotado y liquidado malamente por el
estudio, que no lo mató con una bala de plata, sino con un sistemático desdén
que derivó en argumentos kamikaze como una curación a la licantropía y una
última aparición cómica en una legendaria parodia de los monstruos clásicos de
la Universal protagonizada por Abbott & Costello.
A diferencia
de los otros monstruos de la Universal, Larry Talbot no dio señales de vida en
más de medio siglo (ni tuvo un lejano parentesco con lobisones de los ’80 como
los “Aullidos” de Joe Dante, o “El hombre lobo americano” de John Landis). Tal
vez sea que Larry Talbot en realidad no es un monstruo. El vampiro es un ser
maligno que suele disfrutar del mal que provoca con sus poderes sobrenaturales.
En cambio un licántropo como Talbot es “un hombre de corazón puro, que
pronuncia sus plegarias nocturnas…” sin poder evitar convertirse en un monstruo
peludo y homicida toda noche de luna llena. Y siempre al borde de “destruir lo
que más ama”. En cualquiera de sus versiones de ficción, pero sobre todo en la
que concibió el guionista Curt Siodmack para “The Wolfman” de 1941, más que un
monstruo, el personaje es un buen tipo con un grave cargo de conciencia por su
comportamiento monstruoso.Curt Siodmack podría haber pensado en Platón, o al menos en alguna novela u obra de teatro más o menos popular de principios de siglo XX. En cambio, muy honestamente explicó en entrevistas la motivación para crear a un personaje tan torturado como Lawrence Stewart Talbot: “Me llamó el productor y me dijo: “Tenemos 180 mil dólares, a Bela Lugosi, Claude Rains, Ralph Bellamy, y el hijo de Lon Chaney. En 10 semanas tiene que empezar el rodaje, y el titulo sí o sí tiene que ser “The Wolfman”, así que ponete a trabajar!”.
Por motivos
insondables, en tiempos de guerra el cine de terror funciona especialmente
bien. El público quedó atrapado por “The wolfman”, y con el paso del
tiempo Siodmak elaboró una complicada y
no muy verosímil tesis sobre la analogía entre los tormentos del pobre Talbot y
sus propias experiencias personales en la Alemania nazi –que dejó para
radicarse en Hollywood, como tantos otros colegas alemanes de la época-. Lo que
no se puede negar es la estética expresionista aplicada al film por el
director, y especialmente por el excepcional director de fotografía Joseph
Valentine, que distorsionó todo lo que pudo los encuadres para que el backlot
del estudio pareciera un páramo aterrador. Para entender la importancia de “The
Wolfman” en la historia del cine fantástico, basta señalar que Valentine, luego
de estudiar minuciosamente el trabajo de Greg Tolland en “El ciudadano” de
Orson Welles, hizo preparar especialmente para este film barato de terror unos
lentes angulares que le permitían llevar al límite las posibilidades de la
profundidad de campo y las distorsiones de personajes y decorados, lo que
convirtió al film en uno de los más estilizados del terror clásico de la
Universal.
El elenco no
tenía desperdicio, empezando por el gitano Bela (o sea, Bela Lugosi) como el hombre
lobo original que contagia a Lon, más Claude Rains (papá Talbot, que en la
nueva versión es Anthony Hopkins), la scream queen Evelyn Keyes (ahora Emily
Blunt) y la ominosa gitana Maleva, María Ouspenskaya (¡ahora Geraldine Chaplin!).
Los implacables ejecutivos de la Universal trataron tan mal a Larry Talbot como
a Lon Chaney Jr. Los defensores del estudio aseguraron que el hijo de “El
hombre de las mil caras” se las buscó, con su pésimo comportamiento, que incluía
no soportar horas y horas de maquillaje a cargo de Jack Pierce (más o menos el
triple de lo que aguantó ahora Benicio del Toro en manos de Rick Baker) y luego
arruinarse la cara arrancándose los pelos a tirones al final de cada día de rodaje.
Al pobre Chaney Jr. lo mandaron a hacer de momia ultra barata en las peores
secuelas del estudio, y a ambos –el actor y su taquillero licántropo Talbot-
los incluyeron en varias secuelas que a veces ni siquiera incluían su nombre
en el título. Lo más increíble es que
todas –“Frankenstein contra el hombre lobo”, 1943, “La guarida de Frankenstein”,
1944- eran buenas, además de exitosas. En “La mansión de Drácula”, 1946, Talbot
lo arruinaba todo curando su licantropía en un imposible final feliz que podría
considerarse herético dentro del género.
Tal vez para
liquidar para siempre a Chaney los ejecutivos del estudio volvieron a contagiar
de licantropía a Talbot en la inolvidable
“Abbott y Costello contra los fantasmas”, 1948, con Lugosi como Drácula,
Strange como Frankenstein y un cuasi protagónico Chaney Jr. como el torturado “hombre
de corazón puro”. Es una de las mejores comedias de terror de la historia, pero
también puede ser considerada como el fin del horror clásico hollywoodense. Chaney
no se recuperó nunca, y sólo repitió un hombre lobo con cierto parentesco con
Talbot en un film mexicano protagonizado por el comediante Tin Tan, “La casa
del terror”, 1960 de Gilberto Martínez Solares.
Contada esta
historia con pelos y señales, queda claro que una película que intente revivir
al Larry Talbot original inspirándose en el viejo guion de Curt Siodmak, tiene
que ser buena en serio, o al menos tan divertida como una parodia de Abbott y
Costello. Es que si no lo reviven bien a Talbot, sólo les queda su criatura ecológica
de los ’50, “El monstruo de la laguna negra”…
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