Julio Diz

Nació en la ciudad de Lanús, Buenos Aires, Argentina, el 27 de junio de 1956. Desde muy pequeño concurrió al cine, descubriendo a Walt Disney en el viejo Cine Monumental de la ciudad de Bernal. Ya de grande, Román Polanski y su film, “Cul de Sac” fueron los movilizadores hacia el cine de culto. En los años ’70, estudió cine en la EDAC, (Escuela de arte cinematográfico) de la ciudad de Avellaneda. En los ’80 cursó en CECINEMA, (Centro de estudios cinematográficos) dirigido por José Santiso, y asistió al Seminario Introducción al lenguaje cinematográfico, dictado por Simón Feldman. Incursionó en el Cine de Súper 8 y 16 MM. Asociado a UNCIPAR (Unión cineistas en paso reducido), fue cofundador del Biógrafo de la Alondra. Es editor de Woody y todo lo demás, Series de antología y el presente blog. Actualmente trabaja en su primer libro, “Los tiempos del cine”.

viernes, 20 de octubre de 2017

El artista.


El secreto de una historia que cautivó a buena parte de Hollywood

De la comedia al melodrama


El largometraje de Hazanavicius, mudo y en blanco y negro, demuestra que es posible filmar hoy una película como las que se hacían hace casi un siglo. Es así como entretiene y emociona, sin que se pongan de manifiesto trucos ni golpes bajos.


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El artista recupera los últimos años del cine mudo y la llegada del sonoro.

Por Horacio Bernades

En un par de ocasiones, El artista –que, como se sabe, es enteramente muda, en blanco y negro y formato 1/1:33 (el que se usaba en la época)– observa el cine silente desde la perspectiva del espectador medio contemporáneo, tomando a burla el estilo de actuación hiperartificioso que predominaba en la época (la Garbo, Keaton y Stan Laurel demuestran que el predominio no era absoluto). Como bien explica el realizador en la entrevista de aquí al lado, El artista se permite esa mirada en momentos muy específicos: aquellos que los académicos llaman “de segundo grado”. Dicho en sencillo, los de la ficción dentro de la ficción, las películas en las que los protagonistas de El artista, que son actores de cine mudo, trabajan, de acuerdo al estilo de la época. Fuera de esos momentos, la película del parisino Michel Hazanavicius jamás comete el pecado de ponerse por encima de lo que muestra, aprovechando la presunta “superioridad” que darían los casi cien años transcurridos.

De esa postura justa deviene el gran triunfo ético y estético de El artista, consistente en demostrar que sí, es posible filmar hoy una película como las que se hacían hace casi un siglo. Y que esa película funcione tal como funcionaban entonces: divirtiendo y emocionando al espectador, sin que en la sala se huela una sola bola de naftalina, sin que se oiga una sola risa canchera. Pasar con total fluidez de la comedia al melodrama era algo que el cine mudo practicaba con maestría. Sobre ese rumbo se lanza Hazanavicius, haciendo crecer un conflicto que si a alguna película “vieja” recuerda es a Nace una estrella, cuya primera versión es de 1937. El artista se inicia justo diez años antes de esa fecha, cuando la estrella de George Valentin (el actor francés Jean Dujardin, una de las diez nominaciones al Oscar de este batacazo) luce bien alta en el cielo. Bigote anchoíta, sonrisa ganadora, idolatría, groupies, tapas de Variety, mansión en Bel Air, auto con chofer, locos años locos. Como en una película de Hollywood, un pequeño accidente permite a Peppy Miller (la argentina Bérénice Bejo, también nominada al Oscar) pasar al otro lado de la cuerda que, como un muro, separa un mundo de otro: cazaautógrafos de famosos.






Peppy tiene lo que en la época se llamaba ángel. Hace reír a la estrella, baila con energía de Betty Boop durante una prueba de casting y ya está adentro. Adentro de las películas, cielo que dos de cada tres chicas querían alcanzar a comienzos del siglo XX. George la recibe en su camarín, están a punto de besarse, pero un azar inverso lo impide ahora. Comedia con enormes sonrisas, grititos (mudos), saltitos y guiñaditas de ojo en los primeros tramos, la llegada del sonoro hará de El artista un melodrama. Melodrama a full, como los de la época, basado en el orgulloso, ciego rechazo de Valentin por lo que considera ridículo (algo de lo que el espectador se entera, como corresponde, por un entretítulo). Detalle interesante, ya antes de eso esta comedia flapper era un melodrama. Siempre y cuando uno pudiera ponerse en los zapatos de la esposa de Valentin (la resurgida Penelope Ann Miller), víctima de la manteca al techo que, con típica desconsideración de exitoso, el esposo desparrama fuera de casa.

En el afán mimético que con toda lógica la sostiene, Hazanavicius, autor del guión y coeditor, no deja elemento del cine mudo sin apropiarse. Desde la omnipresencia de la música (servida aquí por su compatriota Ludovic Bource) hasta el terrier que, como Asta en la serie The Thin Man, hace monerías. Pasando por el gran plano general que, como en El cameraman, muestra un corte del decorado; el paso de tiempo dado en una sola escena; la pesadilla expresionista; la gracia y poder de síntesis con que se presentan situaciones de comedia, con apenas un par de elementos; el valor del que se invisten determinados objetos: un anillo, una pistola largamente guardada, la lata de película soñada que el héroe abraza en la escena culminante.


Unica patinada, que va en contra de todo el sistema armado por El artista, la utilización de la música de Vértigo para acompañar todo el descenso final de Valentin. ¿Vértigo? ¿Qué se le dio a Hazanavicius por recurrir a un cover, teniendo a un músico como brazo derecho? ¿Encima, una música tan citada y recitada como ésa? ¿De una película tres décadas posterior a la época en que transcurre ésta? Habrá perdido la cabeza el realizador, pero por suerte es un brote pasajero. El resto es perfectamente riguroso y coherente, funciona por sí mismo sin estar llamando la atención sobre el truquito y encima, como se dijo más arriba, divierte y emociona. A este crítico, al menos. ¿Que El artista no tiene ni título en francés, que es una película apátrida, que podría ser (o quiere pasar por) una de Hollywood? Eso sí. Pero ése es, en tal caso, un dolor de cabeza para los compatriotas del director.

EL ARTISTA

The Artist,
Francia/Bélgica, 2011
Dirección y guión: Michel Hazanavicius.
Fotografía: Guillaume Schiffman.
Música: Ludovic Bource.
Edición: Anne-Sophie Bion.
Intérpretes: Jean Dujardin, Bérénice Bejo, John Goodman, James Cromwell, Penelope Ann Miller, Missy Pile y Malcolm McDowell.


Extraído de www.pagina12.com.ar  

Grandes estudios: TriStar Pictures.


TriStar Pictures
TriStar Pictures.png
TipoSubsidiaria
Fundación1982
Sede centralCulver City, California, EE. UU.


AdministraciónCBS (1982–1984)
HBO (1982–1987)
Columbia Pictures (1982–1987)
Columbia Pictures Entertainment(1987–1989)
Sony (2015–presente)
Sony Pictures Entertainment(2015–presente)
PropietarioThe Coca-Cola Company



TriStar Pictures, Inc. (escrito Tri-Star hasta el 1991) es una subsidiaria de Cine de Columbia Pictures, a su vez una subdivisión de la Columbia TriStar Motion Picture Group, es propiedad de Sony Pictures Entertainment. Fue fundada en 1982.
El concepto de TriStar se produjo en 1982 cuando Columbia (entonces afiliada con Coca-Cola), HBO, y CBS decidieron poner recursos en común para dividir cada vez más los costos de la filmación de películas. Su primer lanzamiento, en 1984, fue The Natural. Su segunda película fue un fracaso remake de la película de 1960 de Metro-Goldwyn-Mayer Where the Boys Are.
CBS dejó de financiar TriStar Pictures en 1984 (CBS aún estaba en involucrado en algunas películas de TriStar bajo la etiqueta de CBS / Fox Video), y, en definitiva, abandonó la empresa en 1987. En abril de 1987, Tri-Star entró en el negocio de la televisión como TriStar Television. En diciembre de 1987, HBO dejó de financiar Tristar Pictures. Tri-Star y Columbia Pictures compraron sus acciones y las empresas Columbia y Tri-Star se fusionaron en Columbia Pictures Entertainment. Ambas empresas siguieron la producción y distribución de películas bajo sus nombres por separado.
En 1989, todas las acciones de Coca Cola fueron adquiridas por la Sony Corporation of Japan, que se fusionaron con Columbia y TriStar, pero siguieron utilizando sus nombres por separado. Sony Pictures Entertainment más tarde revivió a TriStar Television como una producción de televisión en 1991 y co-lanzó a Columbia TriStar Television en 1994, con su estudio hermano de televisión Columbia Pictures Television. Alrededor del verano de 1998, Sony Pictures Entertainment se fusionó con Columbia TriStar para formar Columbia TriStar Pictures (o Columbia TriStar Entertainment, Inc), pero al igual que Columbia Pictures Entertainment, ambas divisiones siguieron la producción y distribución de películas bajo su propio nombre.
TriStar fue relanzado en 2004 como una unidad de comercialización y adquisiciones que tendrá un "especial énfasis en los géneros de películas".
TriStar fue el distribuidor teatral para muchas películas producidas por Carolco Pictures (los derechos de una sola de sus películas, Cliffhanger, se ha mantenido en poder de TriStar).



Historia

El concepto de TriStar Pictures fue idea de Victor Kaufman, un alto ejecutivo de Columbia Pictures (entonces una subsidiaria de Coca-Cola ), quien convenció al estudio, HBO y CBS , de juntar recursos para dividir el siempre creciente Costos de hacer películas, creando una nueva empresa conjunta en 1982. El 16 de mayo de 1983, recibió el nombre de Tri-Star Pictures (cuando se formó la nueva compañía y no tenía un nombre oficial, la prensa usó el nombre en clave "Nova", pero el nombre no pudo obtenerse ya que se usaba como título para la serie de ciencia de PBS ). Fue el primer gran nuevo estudio de Hollywood que se establecerá desde que RKO Pictures se fundó más de 50 años antes.
La primera película producida en el estudio en 1984 fue The Natural protagonizada por Robert Redford . Su primer lanzamiento, sin embargo, fue la película, Where the Boys Are '84 ; una nueva versión de 1984 de la película Metro-Goldwyn-Mayer de 1960 Where the Boys Are, que se co-distribuyó en nombre de ITC Entertainment después de que Universal la rechazara; la película fue un fracaso comercial. Durante esta aventura, muchos de los lanzamientos de Tri-Star fueron lanzados en VHS por RCA-Columbia Pictures Home Video (ahora Sony Pictures Home Entertainment ), CBS / Fox Video (ahora CBS Home Entertainment)20th Century Fox Home Entertainment ) o HBO Video . Además, HBO obtendría derechos exclusivos de distribución de cable para estas películas, y las licencias de televisión abierta irían a CBS.
CBS abandonó la empresa en 1985,  aunque todavía distribuyeron algunas de las películas de TriStar en video casero hasta al menos 1992. En 1986, HBO también abandonó la empresa Tri-Star y vendió la mitad de sus acciones a Columbia. El mismo año, Tri-Star entró en el negocio de la televisión como Tri-Star Television . Se formó cuando el estudio unió fuerzas con Stephen J. Cannell Productions y Witt / Thomas / Harris Productions y creó una compañía de distribución de televisión llamada TeleVentures .


El logo de Pegaso de Tristar (ya sea estacionario o volando a través de la pantalla), presentado en 1984, se ha convertido en un ícono cultural. La idea surgió debido al ejecutivo Victor Kaufman y el interés de su familia en montar a caballo. El logotipo original fue creado con la ayuda de Sydney Pollack , quien fue consejero de Tri-Star. El caballo en ese logotipo era el mismo que se usó en la película de Pollack The Electric Horseman . El caballo en dicha película estaba oscuro, por lo que Pollack lo transpuso para que parezca blanco en el logotipo. 
El segundo logotipo fue pintado originalmente por Alan Reingold y debutó en 1992, junto con su estudio hermano Columbia Pictures, con ambos logotipos compartiendo un fondo de nubes. La versión teatral fue animada por Intralink Creative en 1993. El semental blanco se rodó en un hangar en el aeropuerto de Santa Mónica . Las alas se combinaron combinando plumas blancas reales e imágenes generadas por computadora que luego se fusionaron con Pegasus. .El fondo es de color azul nocturno. Las nubes fueron disparadas desde el cráter Haleakala en Maui. 
En 2015, se hizo un nuevo logotipo de TriStar Pictures y se presentó en The Walk . Esta vez fue animado por JAMM VFX. 
El tema corto de TriStar, que acompañó el logotipo del estudio, fue compuesto por el músico de jazz Dave Grusin . El tema fue remezclado en 1993 por Bill Johnson y nuevamente en 1998.

Extraído de https://es.wikipedia.org/wiki/TriStar_Pictures
https://infogalactic.com/info/TriStar_Pictures

jueves, 19 de octubre de 2017

CinemaFiction: La reina del espacio exterior, 1958, de Edward Bernds.




Por Alberto Abuin.


Como he dicho en anteriores ocasiones en este ciclo sobre la ciencia-ficción estaremos largo y tendido en la década de los años 50, fructífera hasta decir basta en el género con films de todo tipo, grandes y pequeños, y en los que se encuentra el germen de muchas cosas que luego directores más conocidos —léase Kubrick, léase Cameron— utilizaron con mejores resultados en algunos casos. ‘La reina del espacio exterior’ (‘Queen of Outer Space’, Edward Bernds, 1958) es una de esas muestras pequeñas cuya inclusión en el ciclo responde únicamente a razones de disfrute puro y duro teniendo en cuenta que la película es mala a rabiar, pero con un argumento tan delirante que merece hablemos de ella. Una película que bien podría considerarse un placer culpable aunque con muchas reservas. Muchas.

Edward Bernds fue un artesano cuyo nombre no trascendió ni lo más mínimo en el cine —en televisión se hizo famoso por dirigir y escribir ‘The Three Stooges’—. Su época de mayor rendimiento fue precisamente la década de los cincuenta, haciendo sobre todo films de ciencia-ficción, algunos de ellos muy, muy inofensivos. ‘La reina del espacio exterior’ aprovecha la fama de Zsa Zsa Gabor, el tan de moda scope y hasta decorados y vestuario de películas como ‘Planeta prohibido’ (‘Forbidden Planet’, Fred M. Wilcos, 1956) y ‘Mundo sin fin’ (‘World Without End’, Edward Bernds, 1956), y se aparta argumentalmente de las mismas proponiendo una divertida historia cuya base es la guerra de sexos en el planeta Venus. Como lo leéis. Sólo la perspectiva que ofrece el paso del tiempo permite apreciar ciertos valores en el film que en la época debió provocar urticaria a la crítica más purista, y conservadora también.





La película posee un prólogo de unos quince minutos antes de los títulos de crédito —tiembla Leone— en los que únicamente vemos a los personajes centrales a punto de despegar en una nave, rumbo a una estación espacial cerca de Marte. Diálogos ridículos, decorados cutres aunque con mucho colorido, y de repente un punto de inflexión brutal. La estación espacial —una vez más con el aspecto de lo que Kubrick haría en 1968, y que en los cincuenta ya se había aplicado en varias películas— es destruida y gracias a un rayo de poder enorme la nave viaja hasta nada menos que Venus, planeta que en contra de lo que se creía es muy parecido a la Tierra. Y tanto, salvo por un pequeño detalle, únicamente está habitado por mujeres. Por mujeres espectaculares hay que subrayar.

Se podría decir que en la película confluyen dos tramas o argumentos. Por un lado, la situación tiránica bajo la que se encuentran las habitantes de Venus, gobernada por una reina de métodos poco ortodoxos y que oculta su rostro bajo una máscara. Un pequeño grupo de rebeldes intentarán conseguir ayuda de los terrestres recién llegados, que caminan y contemplan Venus como si fuera una habitación de sus propias casas. Por otro, el aspecto más alucinante, y también divertido, del film: las mujeres, ante la falta de hombres, responden como hembras salidas ante la presencia de sus invitados. Enamoramientos a la velocidad del rayo, celos espectaculares y sexo, mucho sexo, porque la raza debe seguir creciendo. Es curioso como los deseos e impulsos sexuales influyen en absolutamente todas las decisiones de los personajes. Como la vida misma.




Como la película es de 1958 la censura no permite desnudos ni escenas sexuales. Si el film hubiese sido realizado en los últimos treinta años —señalar que la acción transcurre en 1985— es probable que no estuviésemos hablando ni de un film comercial para todos los públicos, sino de una película pornográfica en todo su esplendor. Su argumento no contiene elementos de suficiente interés para hacer otra cosa mejor que lo que ya tenemos. En cualquier caso, el film contiene no pocos elementos humorísticos que hacen más llevadera la impresionante premisa. Los comentarios, abiertamente machistas, de la tripulación terrestre provocan no sólo rechazo sino también carcajadas, un humor muy zafio que personalmente me hace recordar las comedias casposas de nuestro cine. En serio.





El mito erótico Zsa Zsa Gabor se pasea por la película con cara de mírame pero no me toques, aunque son divertidos sus ataques de celos debido a que su reina se enamora del protagonista, que por supuesto no le corresponde, porque encima la película comete el error de asociar belleza con bondad y fealdad con maldad. El final es absolutamente delirante. El sueño de todo hombre llevado al límite de la comedia banal y plana, de una superficialidad que ni Michael Bay se atrevería a filmarlo hoy día. Queda para el recuerdo de unos días, o incluso semanas —es muy probable que la película se autodestruya en la memoria de cada uno pasado ese tiempo— los colorines, que quedan bien en el formato scope, y cómo no, ese vestuario influenciado de los cómics de Flash Gordon. ¿Y de qué mente salió todo esto? De la de Ben Hecth, guionista con dos Oscars, y escritor para gente como Josef von Sternberg o Alfred Hitchcock. Más delirante aún.

Extraído de Blog de Cine.

miércoles, 4 de octubre de 2017

La rigurosidad artística de Bruno Ganz.

Bruno Ganz: "Tuve miedo y sentí pudor antes de aceptar interpretar a Hitler" 


Bruno Ganz durante la charla con el público en Mar del Plata

Casi todos lo conocen hoy como el actor que interpretó al temible Adolf Hitler, que mostró con rigurosidad artística e intelectual al líder nazi en sus últimos días de desesperación, locura y muerte en su claustrofóbico búnker. Pero varios años antes había desplegado una faceta muy diferente: un ángel existencialista, Damiel, que volaba sobre el cielo de una Berlín que ya no existe y decidía, en un gesto indisolublemente humano, entregar su inmortalidad por amor.

Con igual brillo pero menos glamour que sus colegas hollywoodenses, el suizo Bruno Ganz construyó durante cinco décadas una trayectoria notable en cine y teatro que hoy lo coloca como uno de los actores más relevantes del mundo. Trabajó con varios de los grandes directores del último medio siglo, como Eric Rohmer, Wim Wenders, Werner Herzog, Volker Schlöndorff, Francis Ford Coppola, Theo Angelopoulos y Peter Handke. Su interpretación en La caída (2004) lo otorgó reconocimiento masivo a un talento presente desde mucho antes.

Nacido en Zürich hace 69 años, Ganz es uno de los invitados especiales de la 25° edición del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata. Hombre más bien bajo, de apariencia amable y reflexiva, vino a presentar su última película, The Day of the Cat, del alemán Wolfgang Panzer, donde interpreta a un presidente suizo jaqueado por traiciones y un intento de golpe de estado. Y además brindó en la noche del martes una charla abierta al público en el Teatro Provincial.





"Ya vi cinco veces esta película", elogió de entrada el infatigable José Martínez Suárez, director del Festival, a quien a sus 85 años se lo puede ver tanto pidiendo disculpas por la demora en una proyección como preguntando de quién es la billetera perdida que apareció en una sala. Se refería al gran film de Oliver Hirschbiegel, que se exhibió en DVD antes de la charla. "Interpretar a Hitler fue una tarea que demandó mucho esfuerzo", contó el actor, escueto, antes de la película.

Dos horas y media después, con el nazismo ya derrotado y los rusos en control de Berlín, Ganz y Martínez Suárez volvieron al escenario y recibieron el aplauso de un auditorio casi completo. El concejal Héctor Rosso, de Acción Marplatense, le entregó al actor un diploma que lo distinguió como Visitante Notable de Mar del Plata y entonces, sí, comenzaron las preguntas. La primera fue brutal y generó en el público el típico "Uh..." de dolor futbolero. "¿En algún momento se sintió identificado con el personaje?", disparó alguien desde el fondo de la sala. "Es un poco difícil", respondió Ganz en alemán, con la serenidad que le da la experiencia en este tipo de encuentros, siempre imprevisibles. "Una persona que sabe qué hizo Hitler no se puede identificar con él. Políticamente fue un monstruo. Pero soy un actor que trata de entender a sus personajes. Quise entender quién fue Hitler y eso es mucho trabajo. El creía que era el salvador de Europa, como si fuera una ópera de Wagner", agregó. "La película no pudo ser utilizada por los neonazis, lo que me genera orgullo", remarcó.

La tarea no fue sencilla. Ni antes, ni durante, ni después. "Tuve miedo y sentí escrúpulos; sufrí muchas contradicciones internas y pasé varias semanas dialogando conmigo mismo para decidir si debía tomar el rol", contó. Demoró cuatro meses en investigar a Hitler hasta en sus más nimios detalles. Durante la filmación, lo más agotador física y emocionalmente fue reiterar una y otra vez los frecuentes ataques de furia del Führer. Y luego tuvo que deshacerse de todo: "Tengo la fatal tendencia de repensar los personajes que represento, de reprocesarlos luego de filmar la película. Debo reconocer que ninguno me demandó tanto tiempo para digerirlo como Hitler".

Aunque su mimética interpretación en La caída copó casi toda la charla, hubo algo de tiempo para transitar otros temas. Las alas del deseo (1987), por ejemplo, su segunda colaboración con Wenders. "Es una película muy poética. Y me causa alegría además que hoy se haya convertido en un documental, porque muestra una Berlín que ya no existe. Con la reunificación ya no está el Muro, y la ciudad cambió muchísimo", sostuvo.

Un rotundo aplauso marcó el final del encuentro, que se extendió poco menos de una hora. Decenas de personas (estudiantes de cine, periodistas, curiosos, cholulos) se acercaron entonces al escenario en búsqueda de un autógrafo. El hombre más bien bajo, de apariencia amable y reflexiva se tomó su tiempo y firmó todos los papelitos.

[*] Versión ligeramente extendida de un artículo publicado en el diario La Razón de Buenos Aires el jueves 18 de noviembre.

Nuestras estrellas: Gianni Lunadei (1938-1998).

El actor que hizo reír y llorar a todos

Italiano de nacimiento y argentino de alma. Mientras huía de la posguerra, Gianni Lunadei nunca imaginó que en Buenos Aires estaba su destino. Mucho menos que ganaría importantes premios nacionales e internacionales y se convertiría en una destacada figura de la televisión, el teatro y la pantalla grande argentina.



Por C. AMANN, M. BASILIO Y C. ELIZA


No sé qué pensará la gente de mí. No quiero que piensen nada. Sólo quiero trabajar y hacer todo lo mejor posible.” Así habló Gianni Lunadei en una entrevista para el diario "La Nación". "Giovanni" según su partida de nacimiento, "Gianni" para todos, fue en la Argentina un destacado actor. Ya fuera en comedia o en drama, él siempre brillaba, arriba del escenario o frente a una cámara de televisión.


Nació en Italia el 1 de mayo de 1938, y desembarcó en el Puerto de Buenos Aires en 1950. Ese fue un antes y un después en su vida. Huyó de una Italia destruida por la posguerra y se encontró con una Argentina a la que él mismo definió como “hermosa y poética. Puede que ese mal recuerdo de Italia haya hecho que Gianni nunca volviera a su Roma natal, ni haya salido del país que lo acunó a mediados del siglo pasado (con las únicas excepciones de dos breves visitas al Uruguay estando de gira con alguna obra).




Se adaptó rápido a Buenos Aires: “Aprendí a hablar castellano en quince días de la necesidad de comunicarme y de la felicidad que tenía de estar acá”, dijo en una entrevista para el programa "Siglo XX Cambalache". Se asombraba de esa ciudad en la que “hasta el cine valía 20 centavos", y en la que "las confiterías ponían las facturas del día anterior en la calle para que la gente comiera". En palabras del artista italiano: "¡Era una cosa maravillosa!”.

No siempre quiso ser actor, pero cuando descubrió la profesión nunca más la dejó. Su pasión por el escenario comenzó a los 16 años luego de que un amigo lo invitara a ver una obra de teatro: “Fue la primera vez que vi una representación en prosa y al día siguiente me estaba anotando en la escuela para ser actor”, rememoró en la misma emisión de "Siglo XX Cambalache". Siendo apenas un adolescente debutó en la obra “Todos eran mis hijos”, de Arthur Miller.

Lunadei formó parte del elenco de "Comedia Nacional Argentina" durante once años; también del Teatro San Martín, donde pudo desarrollarse como actor dramático, género que él disfrutaba muy particularmente. A lo largo de su vida participó en obras tales como “Marat-Sade”, de Peter Weiss, y el clásico “Drácula”. Sin embargo, fue a través de la comedia que obtuvo su consagración popularChina Zorrilla fue quien lo descubrió hablando en un café con amigos y lo introdujo en este género. Así obtuvo el papel de “Pantaleón” en “Arlequino, servidor de dos patrones”, de Carlo Goldoni, que estuvo en cartel durante muchas temporadas. Con esta obra el actor se llevó, en 1975, el primer premio "Estrella de Mar", y luego ganó el "Molière" y un viaje a Francia, pero decidió quedarse solo con la estatuilla.

No fue únicamente un prestigioso actor de teatro, sino que también se consagró en la televisión y en el cine. En 1976 debutó en la pantalla grande con la película “Juan que reía” e hizo 15 filmes más, entre los que se encuentran “La clínica del Dr. Cureta” y “El secreto de los Andes”, última película en la que participó antes de morir.

El teatro es elitista; sólo la televisión te mantiene vigente”, planteó Gianni Lunadei en una entrevista para "Clarín". En pantalla chica compartió con su gran amigo Juan Carlos Mesa los programas “Mesa de Noticias” y “El Gordo y el Flaco”, interpretando al “Flaco” por sus 55 kilos y su metro ochenta y seis. También actuó, entre otros, en “La pulga en la oreja”, “Matrimonios y algo más”, “Señoras y Señores” y “Archivo negro”, por el que fue nominado como mejor actor de reparto en los premios "Martín Fierro" de 1997.


En 1996, Jacobo Langsner le ofreció un papel en la obra "'Otros paraísos"', donde Lunadei debía interpretar a un señor muy mayor, un personaje estático. No pudo hacerlo. “Me da vergüenza decirlo pero tengo esa limitación y lo admito”, confesó el actor en la nota para el diario Clarín. “Me gusta darle a las cosas muy al mango, soy muy sobreactuado. Salto, bailo, camino por los decorados. Si tengo que estar quieto sobre el escenario puedo llegar a volverme loco, tengo que estar como sobre un par de rollers, deslizándome todo el tiempo." Pese a sus depresiones, el artista tenía esa magia: cuando se subía a un escenario lograba olvidarse de todo.

Leer antes de acostarme y luego soñar”, expresó Gianni en "TV ultima hora", y agregó que tener paz interior es importante: le gustaba acostarse con “ese capital” y así poder dormir plácidamente. “Me gusta la familia. Conversar con mis hijos: Alejandro, Valeriano, Magdalena e Ignacio, y compartir momentos con Perla Caron (por entonces, su cónyuge)”, destacó el comediante tras mencionar que detestaba la soledad y la mentira porque te lleva a la traición”.

El hombre que logró interpretar una diversidad de personajes; que estrenó más de 130 obras, filmó más de 15 películas y apareció innumerables veces en televisión, fue el mismo que logró hacer reír y llorar al espectador en cuestión de minutos. Giovanni, el valiente joven que se embarcó hacia la Argentina en busca de un futuro mejor, el mismo que decidió quitarse la vida en el otoño de 1998.

Filmografía


Gianni Lunadei junto a su compatriota Vittorio Gassman y la actriz Lidia Catalano.
  • 1976: Juan que reía
  • 1978: Allá lejos y hace tiempo (dirigida por Manuel Antín)
  • 1978: Comedia rota
  • 1979: De cara al cielo (evocación de la Campaña del Desierto, dirigida por Enrique Dawi)
  • 1979: Cuatro pícaros bomberos
  • 1979: La aventura de los paraguas asesinos
  • 1982: Plata dulce (de Fernando Ayala)
  • 1986: Pinocho como Gepetto
  • 1987: Mujer-Mujer (episodio «Negocios son negocios»)
  • 1987: La clínica del Dr. Cureta, como el doctor Cureta
  • 1988: Las puertitas del señor López
  • 1988: Las locuras del extraterrestre
  • 1991: La redada, como el jefe de policía
  • 1998: El inquietante caso de José Blum (inédita), como el Dr. Taussman
  • 1998: Dibu 2, la venganza de Nasty, como Marioneta Pirata
  • 1998: Secret of the Andes (El secreto de los Andes, coproducción con Estados Unidos; inédita en Argentina)


Extraído de http://www.diariopublicable.com/espectaculos/851-homenaje-actor-gianni-lunadei.htm
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