Julio Diz

Nació en la ciudad de Lanús, Buenos Aires, Argentina, el 27 de junio de 1956. Desde muy pequeño concurrió al cine, descubriendo a Walt Disney en el viejo Cine Monumental de la ciudad de Bernal. Ya de grande, Román Polanski y su film, “Cul de Sac” fueron los movilizadores hacia el cine de culto. En los años ’70, estudió cine en la EDAC, (Escuela de arte cinematográfico) de la ciudad de Avellaneda. En los ’80 cursó en CECINEMA, (Centro de estudios cinematográficos) dirigido por José Santiso, y asistió al Seminario Introducción al lenguaje cinematográfico, dictado por Simón Feldman. Incursionó en el Cine de Súper 8 y 16 MM. Asociado a UNCIPAR (Unión cineistas en paso reducido), fue cofundador del Biógrafo de la Alondra. Es editor de Woody y todo lo demás, Series de antología y el presente blog. Actualmente trabaja en su primer libro, “Los tiempos del cine”.

miércoles, 5 de septiembre de 2012

En la luna, el debut del hijo de David Bowie.


Su padre compuso una de sus mejores canciones inspirada en 2001: Odisea del espacio, de Stanley Kubrick. Ahora él debuta como director con una película que rinde tributo por igual a la “Space Oddity” paterna y a la película de Kubrick. Pero Duncan Jones, el hijo de David Bowie, también crea con “Moon” una obra propia que retrata y reflexiona sobre la soledad en el universo de un hombre aislado en la luna de un modo tremendamente propio.




Por Alfredo García

En 1969, David Bowie lanzó uno de los mejores temas de toda su carrera: el inolvidable “Space Oddity” se escuchaba simultáneamente con la llegada del hombre a la luna, y ya desde el título era clara la referencia a 2001: Odisea del espacio de Stanley Kubrick, aunque de todos modos la canción era una metáfora de un adicto perdido en su cosmos cerebral (pero si quedaba alguna duda, Bowie la explica bien en un tema muy posterior, “Ashes to Ashes”).

Pasaron 40 años. Y Duncan Jones (también conocido como Zowie Bowie, hijo de Bowie y la famosa Angie de la canción de los Stones) debuta como director con un largo llamado “Moon”, estrenado el mismo día del aniversario de la llegada del hombre a nuestro satélite, y con un guión –basado en un argumento propio- que cuenta la odisea de un astronauta aislado en una base ubicada en el lado oscuro de la luna.
Las referencias –u homenajes, como se lo quiera llamar- a 2001 de Kubrick también son claras, y quizás a esta altura inevitables, dada la naturaleza del tema.




“Moon”, que acaba de ser editada en DVD, sin pasar por los cines, con el título “En la luna”, transcurre en un futuro próximo donde todos los problemas energéticos de nuestro planeta han sido solucionados gracias a una empresa que descubrió la capacidad de aprovechar un combustible sumamente poderoso, el Helium 3, extraído mediante una serie de dispositivos ubicados en el lado oscuro de la luna.
Si bien esos dispositivos están altamente robotizados, la presencia humana siempre es indispensable, por lo que único astronauta debe permanecer in situ largos periodos totalmente aislado para controlar las cosas.

Al principio del film, el director nos muestra al protagonista casi absoluto del film, el astronauta Sam Bell (interpretado por Sam Rockwell), barbudo y desaliñado luego de permanecer en la base casi tres años. El mismo reconoce que el aislamiento lo está empezando a perturbar un poco, lo que se percibe en detalles como darse cuenta de que ya hace meses que habla consigo mismo en forma permanente. El hecho de que un problema satelital haya interrumpido las comunicaciones en vivo con la tierra tampoco lo ayuda mucho en este sentido, pero el hombre está satisfecho de casi haber terminado su contrato, y sobre todo de estar seguro de que pronto volverá a la tierra con su esposa y su hija.

Pero el oficio de astronauta es duro, y un tipo aislado en la luna nunca puede estar seguro de nada. Pronto empezará a tener pequeñas alucinaciones, y pequeños descuidos y accidentes que no dejan de ser percibidos por su único compañero en la base, el supercomputador Gerty, un apropiado derivado del HAL 9000 de 2001, que incluye novedades como movimientos y brazos robóticos y un monitor con una “carita sonriente” como la de nuestras actuales conversaciones por chat, y que por supuesto, según el tono de la conversación, puede no ser sonriente en absoluto (la voz de Gerty es un gran aporte de Kevin Spacey).




Duncan Jones toma caminos extraños que, sin embargo, llevan al sonido común: su película es menos metafísica de lo que se podría pensar en un principio, cuando las alucinaciones del protagonista parecen anunciar algún delirio profundo estilo Solaris de Andrei Tarkovski o 2001, cuya influencia termina mostrándose sobre todo en el increíble diseño de producción, con muy creíbles efectos especiales (se utilizaron modelos en escala para los vehículos lunares y la escenografía de la base) y la cuidada estética general, elementos que bastan por sí solos para recomendar la visión de esta película. La trama se centra en las trampas que la empresa de energía le pone a su explotadísimo empleado, cuya misión termina menos vinculada con los accidentes y problemas lunares, que con un desesperado y casi imposible regreso a la tierra.
Volviendo a las influencias, la principal es 2001 –incluyendo una breve secuencia de música clásica y ballet espacial, digamos- pero Duncan Jones no abusa del homenaje obvio, y en cambio el film tampoco lanza guiños de otros films menos conocidos, como la película de culto de Douglas Trumbull, Silent Running (naves misteriosas, con Bruce Dern desolado y perturbado en el espacio). Justamente Trumbull fue el hombre que trabajaba para la NASA cuando Kubrick lo llamó para hacer los FX de 2001. Convertido en un magnate de los efectos visuales y emprendimientos como el IMAX, Trumbull dirigió sólo dos películas, la ya mencionada Silent Running y la extraña fantasía de realidad virtual adelantadísima a su tiempo, Proyecto Brainstorm. Quizá para sentirse a la altura de este maestro, Duncan Jones se ocupó de organizar una exhibición especial para la NASA de su ópera prima. Aparentemente los experto de la agencia espacial estadounidense se tomaron muy en serio los conceptos futuristas y diseños del film de Jones, ya que en algunos artículos sobre el raro encuentro entre ciencia y arte discutieron minuciosamente cada gadget y enunciado tecnológico del film.

Moon también fue una sensación en la última edición del festival de cine fantástico de Sitges, donde se exhibió precedido de otro film preparado como homenaje al legendario paseo de Neil Armstrong: el film en cuestión fue el cortometraje argentino 50 años en la luna, de Mariano Santilli, que ganó el premio al mejor corto nacional de 2009, y también ofrecía una visión extraña y futurista de la conquista del espacio.




'Moon', la odisea de un fantástico Sam Rockwell


No estamos programados, Gerty. Somos personas.

La gran triunfadora de Sitges 09, ‘Moon’, se estrenó en los cines españoles el pasado viernes 9 de octubre, un par de días antes de recibir los premios a la mejor película, actor, guión y diseño de producción en el Festival catalán. Duncan Jones, que hasta ahora sólo era el hijo de David Bowie, debuta en el cine con una inteligente, reflexiva y claustrofóbica historia, llena de homenajes, sobre un astronauta que debe trabajar durante tres años en la Luna, hasta que llegue su relevo y pueda por fin volver a la Tierra, a casa, con su mujer y su hija.

Al igual que otras populares películas recientes, como ‘Náufrago’ o ‘Soy leyenda’, ‘Moon’ se basa prácticamente en la labor de un único actor, Sam Rockwell, que debe soportar el peso de la película, atraer al público y mantenerlo interesado, entretenido, durante una hora y media. Una película, una historia, un actor. Para que funcione es imprescindible contar con un excelente intérprete. Y Rockwell lo es. Lo vuelve a demostrar aquí, por si alguien todavía tenía dudas. Contar con este actor es uno de los grandes aciertos de Jones, y lo más sobresaliente de la película, una de las mejores del año.

No recomiendo seguir leyendo este texto si no se ha visto la película. Es algo que no suelo hacer, revelar aspectos importantes de la trama en mis críticas, pero en este caso me parece necesario romper la norma. En realidad, no creo que puedan considerarse “spoilers“, puesto que el propio Duncan Jones no quiso sorprender a nadie con el giro más relevante de la trama (lo dijo en la rueda de prensa en Sitges, que prefería desarrollar la “sorpresa” a dejarla para el final), de hecho, está en el tráiler de la película y me consta que se ha revelado en la prensa, pero bueno, no es menos cierto que yo lo desconocía cuando vi la película y creo que así la disfruté aún más, sabiendo lo menos posible. Repito, no leáis más si no habéis visto el film.
Como dije, la película se centra en la vida de Sam Bell en la Luna. La primera escena es muy interesante, bastante reveladora de su existencia y su trabajo allí. Vemos al hombre en una de esas cintas mecánicas para correr. ¿Qué otra imagen os viene a la cabeza? Yo pensé automáticamente en una rata de laboratorio, que se mete en una de esas ruedas para hacer ejercicio, frenéticamente, pareciendo desde fuera que intenta escapar de la jaula, sin posibilidad alguna, repitiendo siempre el mismo recorrido, siempre entre rejas. Sam Bell está viviendo algo parecido, sólo que aún no lo sabe.




He leído por ahí que, con ‘Moon’, gira en torno a la clonación. En realidad esto no es cierto, aunque como el propio director llegó a decir, la película está abierta a todo tipo de interpretaciones; una fórmula muy facilona y al mismo tiempo muy inteligente, porque así no sólo no te ves forzado a explicar tus intenciones, sino que permites que cualquier espectador se quede satisfecho con su propia visión de la historia. En cualquier caso, Sam Bell es un clon. Y esto plantea interesantes reflexiones. Pero lo más importante, y lo esencial de la película, es que Sam debe enfrentarse a dos dilemas: por un lado, todo lo que creía, todo lo que le habían dicho, es una gran mentira; y por otro lado, es un ser artificial que va a ser eliminado, una vez que acabe su misión.

Por eso, más que una película sobre la clonación, ‘Moon’ es una película sobre un ser humano que se plantea el sentido de su existencia, el sentido de la vida, la diferencia de lo orgánico y lo artificial. Hay claros homenajes a ‘2001’ o ‘Naves misteriosas’ (‘Silent Running’), pero en este sentido hay que acordarse de ‘Blade Runner’, esa mágica obra de Ridley Scott. Sam Bell (cualquiera de los Sam Bell a los que da vida un impresionante Sam Rockwell) tiene tres años de vida y en caso de sufrir un accidente o estar en peligro el trabajo que realizan en la Luna, será sustituido por otro clon, que hará exactamente lo mismo que él. En realidad, la idea de la clonación permite a Jones experimentar con otra posibilidad, que era la que más le fascinaba, y era que un hombre “viejo” pudiera interactuar con una versión “joven” de sí mismo.

De este modo, en ‘Moon’ tenemos a un Sam Bell desgastado y cansado, pero experimentado, que conoce a un Sam Bell fresco y enérgico, pero torpe. Y entre los dos intentan saber qué demonios pasa en la Luna, por qué están allí y cuál debe ser el camino que deben recorrer juntos, pero al mismo tiempo, y esto es sumamente interesante, son dos personas diferentes, dos egos distintos con sus propias ideas y sentimientos, y les cuesta llevarse bien al principio, enfrentándose sin remedio, porque su forma de ser es así, tienen ese carácter difícil; en el fondo, están mejor solos que en compañía. Si un Sam Bell ya tiene problemas para relacionarse, dos puede resultar un completo desastre. ¿Qué pasaría si tuvieras que interactuar contigo mismo, podrías soportarte?

He mencionado ‘2001’. La referencia a la mítica película de Stanley Kubrick es obligada, no sólo por momentos que parecen calcados (el viaje estelar, con el rostro de Rockwell iluminado por múltiples colores) sino por la presencia de un robot, una inteligencia artificial, que es, durante mucho tiempo, la única compañía del protagonista. Al igual que HAL, GERTY tiene información confidencial que no puede revelar y una voz extraña, amigable, que hace sospechar de sus verdaderas intenciones, al relacionarse con Sam Bell. Kevin Spacey da voz a este robot y lo hace estupendamente, porque da ese toque inquietante que necesita el personaje.
Si a lo largo de este texto he hablado sólo de las virtudes y los aspectos más fascinantes de la película, es porque Duncan Jones consigue su propósito de entretener, inquietar y hacer pensar. Es ciencia ficción de la de antes, con una estética muy poderosa y una historia que mantiene el interés todo el tiempo, incluso aunque ya sepamos cómo va a acabar. Se te queda en la cabeza y conforme la vas pensando, más te gusta, más te quedas con los aciertos y menos importancia le das a
los errores o los elementos menos logrados.

El principal error que le veo a ‘Moon’, además de que no me convence del todo la reacción de Sam Bell al ver a su clon, es que Jones bebe demasiado de otras películas, y no aporta gran cosa, no te da nada que no hayas visto antes, exceptuando claro, a Sam Rockwell multiplicado. Con eso nos quedaremos probablemente, en el futuro, con la soberbia interpretación de Rockwell. Pero lo mejor es que siempre podremos volver a ‘Moon’ para encontrar una historia entretenida, muy bien realizada (ojo, costó unos miserables 5 millones), hecha con cariño y buen gusto, a lo que hay que añadir que cuenta con una banda sonora de Clint Mansell, por lo que ya sobran razones para defenderla.



Fuente: Diario Pagina 12, suplemento Radar, 21 de febrero de 2010.

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