Nació en la ciudad de Lanús, Buenos Aires, Argentina, el 27 de junio de 1956. Desde muy pequeño concurrió al cine, descubriendo a Walt Disney en el viejo Cine Monumental de la ciudad de Bernal. Ya de grande, Román Polanski y su film, “Cul de Sac” fueron los movilizadores hacia el cine de culto. En los años ’70, estudió cine en la EDAC, (Escuela de arte cinematográfico) de la ciudad de Avellaneda. En los ’80 cursó en CECINEMA, (Centro de estudios cinematográficos) dirigido por José Santiso, y asistió al Seminario Introducción al lenguaje cinematográfico, dictado por Simón Feldman. Incursionó en el Cine de Súper 8 y 16 MM. Asociado a UNCIPAR (Unión cineistas en paso reducido), fue cofundador del Biógrafo de la Alondra. Es editor de Woody y todo lo demás, Series de antología y el presente blog. Actualmente trabaja en su primer libro, “Los tiempos del cine”.
(Tokyo, 1938) Actriz de cine noruega. Hija de un
ingeniero de minas agregado en la Embajada noruega en Japón, cuando los
alemanes invadieron el país de sus padres, su familia se trasladó a
Japón y a Toronto (Canadá), donde se fundó lo que se llamó la Pequeña
Noruega con exiliados que huían de la ocupación. Con la muerte de su
padre, en 1945, volvió a su lugar de origen, instalándose en Trondheim,
principal puerto noruego, a 400 kilómetros de Oslo.
A
los diecisiete años marchó a Londres para estudiar arte dramático en la
Weber-Douglas School con Irene Brent como profesora. Estuvo en la
capital británica durante ocho meses, pero al terminar el curso fue
suspendida en un examen de un teatro de Oslo, donde consideraron que
carecía de talento. Posteriormente se matriculó en el Conservatorio de
Arte Dramático, donde destacó como alumna brillante.
Pronto
consiguió su primer papel importante, el de Anna Franck, en el Teatro
de Stavenger. Su interpretación le abrió las puertas del Teatro Nacional
de Oslo donde interpretó obras de Bernard Shaw, Bertold Brecht y
Shakespeare, a la vez que comenzó a rodar algunos filmes de pequeño
alcance.
A los veintiún años contrajo matrimonio con
el psiquiatra de Oslo Hans Jacob Stang, cinco años mayor que ella. Viajó
a Suecia y en Estocolmo conoció a Ingmar Bergman, quien la contrató en
1966 para la película Persona. Desde entonces su vida quedó
ligada al gran director sueco. Pronto comenzó el romance entre ambos y
fruto de él fue una hija, Linn. Cuando las relaciones entre ambos se
fueron enfriando, Liv Ullmann siguió, no obstante, rodando películas de
Bergman, hasta un total de once, entre ellas La hora del lobo, en 1967; La venganza, en 1968; y Pasión, en 1969.
Hollywood la reclamó para cuatro producciones. En 1972, volvió a rodar con Bergman la película Gritos y susurros. En esta nueva etapa participó en varios filmes de Bergman: Secretos de un matrimonio, en 1973; Cara a cara,
en 1976, por la que recibió en enero de 1977 el premio a la mejor
actriz del año, que le otorgó el Círculo de Críticos de Cine de Nueva
York; El huevo de la serpiente y Sonata de otoño, en 1977. Otros directores para los que ha trabajado Ullman son Troell, con el que rodó La novia de Zandy, La Abdicación, Los emigrantes, El Nuevo Mundo y Los pioneros; y el español Luis Buñuel, con quien trabajó en Leonor (1974).
En 1980 rodó la película Richard's things
y fue nombrada embajadora de la Unicef. Viajó desde entonces tanto por
países del Tercer Mundo como por los desarrollados, buscando en estos
últimos una mayor ayuda económica para la organización. Como
representante de esta organización se ha preocupado de la infancia y ha
visitado numerosos campos de refugiados en zonas de conflictos bélicos y
ha pronunciado conferencias sobre el tema. A la vez, es representante
del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).
A estas dos actividades representativas dedicó desde entonces gran
parte de su tiempo.
En 1981 participó como codirectora, junto con A. Cohen, N. Dowd y M. Zetterling, en la película Love, en la que toda la labor estaba en manos de mujeres. Regresó a los escenarios londinenses en 1985 con la obra Tiempos pasados, de Harold Pinter. Con posterioridad, participó en la película Los compañeros del diablo, dirigida por Terence Young, y en la versión para televisión de Los indiferentes, en 1988, basada en la novela homónima de Alberto Moravia y dirigida por Mauro Bolognini.
En septiembre de 1988 recibió el premio de interpretación del Festival de Cine de San Sebastián por su papel en la película La amiga,
de Jeanine Meerapfel, en la que encarnó a una de las madres argentinas
de la plaza de Mayo. A principios de 1991 coprotagonizó en Israel el
rodaje de una película, que sufrió retrasos en la realización por el
conflicto Irak-Kuwait. El filme, coprotagonizado con Michael York y
dirigido por Vilmos Zigmond se tituló La larga sombra.
Debutó como directora de cine, en solitario, en octubre de 1991, con la película Sofie,
rodada en Copenhague y basada en una novela del danés Henri Nathansen, y
con ella consiguió en el Festival de Montreal el Gran Premio Especial
del Jurado, el Premio Ecuménico por sus valores sociales y el Premio a
la película más popular del Festival. Durante el mismo año, protagonizó
con Max Von Sydow y Ewa Froling la película The Ox, a las órdenes de Sven Nykvist. Ésta fue seleccionada para representar a Suecia en los Oscar en 1992.
Después
de promover en febrero de 1994 en la Berlinale su segundo proyecto como
directora, Kristin Lavransdatter, éste se hizo realidad y fue la
película de mayor presupuesto de Noruega. Estrenada en agosto de 1995,
se convirtió en el mayor éxito de público y taquilla de este país
nórdico. La película narra una historia de pasiones y conflictos
ambientada en la Edad Media, basada en el libro de Sigrid Undset. Por
ella recibió el Gran Premio Especial de las Américas por su contribución
al cine como actriz y directora el Festival de Montreal de 1995.
Filmografía
Como directora
2014: Miss Julie
2000: Infiel
1996: Encuentros privados
1995: Kristin Lavransdatter (la novela de Sigrid Undset)
1992: Sofie
Como actriz
2006: The danish Poet corto animado (voz)
2003: Saraband
1994: Zorn (TV)
Drømspel
1992: La sombra distante
1990: Mindwalk
1989: Juicio a un desconocido
1989: La amiga
1987: Gaby
1986: Speriamo chi sia femmina
1984: La diagonal del loco
1978: Sonata de otoño
1977: Un puente lejano
El huevo de la serpiente
1976: Cara a cara
1975: Leonor
1974: La abdicación de una Reina
1973: Secretos de un matrimonio
40 Carats
1972: La papisa Juana
La nueva tierra
Gritos y susurros
1971: El visitante nocturno
1969: Pasión
1968: La vergüenza
1967: La hora del lobo
1966: Persona
Teatro
Long Day's Journey into Night, de Eugene O'Neill (2010)
Old Times, de Harold Pinter (1984-1985)
Ghosts, de Henrik Ibsen (1982)
Rosmersholm, de Henrik Ibsen (1978)
Anna Christie, de Eugene O'Neill (1977)
Pygmalion, de George Bernard Shaw (1975)
A Moon for the Misbegotten, de Eugene O'Neill (1975)
Casa de muñecas, de Henrik Ibsen (1974)
Brand, de Henrik Ibsen (1973)
Seks personer søker en forfatter, de Luigi Pirandello (1967)
Anne Pedersdotter, de Hans Wiers-Jenssen (1967)
Den Hellige Johanna , de George Bernard Shaw (1965)
Herr Puntilla Og Drengen Hans Matti, de Bertolt Brecht (1964)
Romeo Og Julie, de William Shakespeare (1964)
Medmenneske, de Olav Duun (1963)
Ungen, de Oskar Braaten (1963)
Faust, de Goethe (1963)
Brennende mørke. (1962)
Den Kaukasiske krittringen, de Bertolt Brecht (1962)
Peer Gynt, de Henrik Ibsen (1962)
Mannen som kom. (1961)
Kongs-Emnerne, de Henrik Ibsen (1960)
Flyktningen (1959)
Hamlet, de William Shakespeare (1959)
Kristin Lavransdatter, de Sigrid Undset (1959)
Anne Franks Dagbok, de Frances Goodrich y Albert Hackett (1957)
Extraido de http://www.biografiasyvidas.com/biografia/u/ullman.htm https://es.wikipedia.org/wiki/Liv_Ullmann
No hay nada más noble, más fuerte, más sano
y más útil en la vida que un buen recuerdo,
sobre todo cuando es un recuerdo de la infancia.
-Aliosha Karamazov
Casi siempre era en otoño. Se llegaba a la casa arrastrando el
bolso del colegio, la mamá regaba el patio y desde la entrada se sentía
el olor a tierra mojada. En la cocina se tomaba a la rápida una leche
caliente y se tragaba un pan con mantequilla, mientras en la radio que
permanecía eternamente sintonizando El Correo de los Enamorados
Claudio Baglioni repetía eso de: “Tenía ella mi edad, diez años nada
más, y un día me casé por juego”. Se encendía el televisor de la sala y
luego de un aviso de utilidad pública se iniciaba el Cine en su Casa.
Y entonces una cámara en sepia mostraba como tras una bruma de amanecer
se perfilaban los edificios de un lejano suburbio de Londres y las
melancólicas voces de los Bee Gees cantaban “In the Morning”. Ya todos
sabíamos de qué película se trataba, mal que mal la habíamos visto
cientos de veces en el mismo horario, en el mismo canal, con la misma
ventana que seguía dejando entrar el olor a tierra mojada desde el
patio: Melody.
Fue
hace un par de semanas, me dirigía a una conferencia en el Goethe, y
como llevaba media hora de adelanto decidí pegar una vuelta por
WestCoast, en Mac Iver al llegar al Parque Forestal. Y allí estaba, en
la vitrina y sobre números especiales de Súperman y figuritas Star Wars, una copia en VHS, de Melody.
No lo pensé dos veces, la había buscado infrucuosamente por tanto
tiempo: ni siquiera pregunté el precio, “¿me da una bolsa para
llevarla?”. Fui a la conferencia y apuré el paso a casa, metí el video
en el equipo y apreté Play.
Conocíamos la historia al revés y al derecho. Daniel Latimer era un
niño de 10 años que asistía a una rígida escuela inglesa, y que se hacía
amigo de Ornshaw, el rebelde del curso, que le enseñaba a hacerse la
cimarra y tomar el bus que viajaba al norte, al centro de la ciudad: una
amistad irrompible. Pero, un día algo pasó, mientras espiaban la clase
de danza. Daniel se fijaba por primera vez en la existencia de una
niñita de su misma edad, Melody Perkins. Y entonces todo el mundo del
chico se transformaba: el servicio religioso, el almuerzo en el salón,
la prueba de música, el campeonato deportivo.
Lo primero que me sorprende al verla ahora en edición subtitulada (y a
decir verdad, bastante deficiente), es la cantidad de pasajes que deben
de haber sido cortados en esas tardes de semana de fines de los 70,
inicios de los 80. Daniel hacía dibujos de desnudos que copiaba de una
revista que su madre le quitaba, en los recreos se veían niños fumando
(y sólo tenían 10 años), Ornshaw trataba de meterse a la maleta en un
topless. La historia se acerca así más a algunas joyas de la narrativa
inglesa sobre la infancia, como El Señor de las Moscas o El Jardín de Cemento, que a las soserías acerca de niños ñoños que nos tratan de inculcar cuando somos chicos.
Una tarde, después de un castigo, Ornshaw y Daniel salen al pasillo
del tercer piso y desde la escalera del segundo Melody los mira. Bajan
lentamente los peldaños (“que no te vea llorar”), y Latimer se
acerca a la niña. Ornshaw trata de convencerlo de que no vaya: que mejor
salgan al baldío cercano a ver la última bomba que ha fabricado el
muchacho de lentes, que vayan a los juegos, o al cine. Ya es tarde: la
pareja se va alejando por el claustro, y luego echa a correr, y Ornshaw
se queda golpeando su bolso contra la pared, enojado, vencido.
***
Vuelvo sobre lo mismo, Melody se acerca de manera extraña a un
espacio indefinido y siniestro que a veces podemos vislumbrar en plena
infancia y que la mayoría de las veces olvidamos al crecer. Un poco la
intuición del Lihn de La Pieza Oscura. O quizá esta otra cuña del Dostoievski de Los Hermanos Karamazov:
“Muchachos de alma y corazón puros, todavía casi
niños, se deleitan en conversaciones e imágenes que a veces repugnan
incluso a los más rudos soldados”.
***
Como tantas veces antes, pero ahora juntos, la pareja se interna en
el cementerio que da a los parques de la escuela, y las hojas otoñales
crujen bajo sus pies. Melody le dice a Daniel que ha escuchado que él la
ama: “No me importa, pero es que la gente se ríe”. Él le
muestra sus dibujos y ella lee una de las inscripciones de las tumbas,
donde una mujer agradece a su marido recién muerto, en 1893, por
cincuenta años de felicidad.
Melody: ¿Cuánto son cincuenta años?
Daniel: 150 trimestres, sin contar las vacaciones.
Melody: ¿Me amarás tanto tiempo? No creo.
Daniel: Por supuesto, ya te amé una semana entera, ¿no?
Después ella lo lleva de visita a su casa, una once familiar, y al
día siguiente se escapan a la playa, a los juegos, en el tren que viaja
al norte.
Se ha dicho más de una vez que Melody fue un poco como la versión preadolescente de El Graduado, se le ha relacionado con los logros del Free Cinema,
o con las revoluciones estudiantiles de un par de años antes. Es
verdad: allí donde la cinta en que actuaba un joven Dustin Hoffman tenía
como fondo a Simon & Garfunkel, acá tenemos el fondo de los Bee
Gees; allí donde aquel movimiento cinematográfico inglés aspiraba a un
realismo documental, acá había un Londres paneado desde la mirada de
unos niños; allí donde se pedía la llegada de la “imaginación al poder”,
acá el poder era tomado a la fuerza por los minúsculos.
***
Cuando Melody y Daniel vuelven al colegio el director los llama a su oficina, hace un esfuerzo por tratarlos con delicadeza (“son unos niños”),
entonces Daniel le contesta que a pesar de eso ya saben lo que quieren:
“nos queremos casar”. Daniel vuelve a la sala de clases, Ornshaw ha
escrito en el pizarrón: “¿Cuándo es el matrimonio?”. Y por
primera vez se golpean. Más tarde, otra vez en el cementerio y bajo la
lluvia, que sólo protege una carpeta amarilla, Daniel abraza a Melody,
están llorando.
Esa debe de ser la escena central del film, donde se resume y rezuma todo su espíritu. Vista más de una vez Melody
se convierte de pronto en una obra que más que contar una historia va
dando cuenta de distintos estados de ánimo. Casi no hay diálogos (aunque
cuando los hay ¡los hay!). Se trata más que de una fábula, de una
secuencia de imágenes o panorámicas íntimas, artículadas como una serie
de videoclips, años antes de los primeros videoclips, sobre los tracks
extraídos del álbum Odessa de los músicos australianos: “In The
Morning” en los créditos iniciales, “Give Your Best” durante las dos
cimarras, “To Love Somebody” en la tarde deportiva, “First of May”
(Calenda Maia) en el inolvidable encuentro en el cementerio, y por
cierto, el que daba nombre a la historia: “Melody Fair”, que
contextualiza la escena donde se presenta a la heroína, cuando cambia
ropa vieja por un pez rojo nuevo y luego lo libera en un estanque y
luego llega al Pub y le pide dinero para un helado a su padre.
Lo que ocurría después era del todo impredecible, y era la parte que
más nos gustaba de la película. Los profesores se daban cuenta de que
los alumnos se habían fugado. El muchacho de lentes les soplaba que
habían ido a una iglesia derruida a celebrar el matrimonio y, cuando el
director abandonaba la sala, sacaba desde su pupitre su última bomba, y
también salía. Luego se mostraba a todo el mundo corriendo: los
profesores en una Combi, la mamá de Daniel en su descapotable blanco, el
muchacho de lentes a pie.
***
Hubo, es verdad, otras películas anómalas que se transmitieron por Cine en su Casa o Tardes de Cine: Los Chicos de la Calle Paul de Zoltán Fábri, o El Globo Amarillo
de J. Lee Thompson. Películas que se veían con sorpresa, temor y
temblor. Todas ellas residen en el inconsciente colectivo de una
generación que fue la primera en criarse con el televisor como madre
putativa, como un secreto bien guardado entre los recuerdos
de la
infancia.
En la iglesia, Ornshaw, que oficiaba de celebrante llamaba al silencio: “esto es en serio”,
y tras las preguntas de rigor no alcanzaba a declararlos marido y
mujer, los adultos habían llegado y se producía una estampida general de
la muchachada. Al principio parecía que los grandes iban a vencer, como
siempre, a los pequeños; pero entonces la situación se trastornaba. Los
niños empezaban a sacarles la ropa a los mayores, a tirarles el pelo, a
pegarles puntapies en las canillas. El muchacho de lentes prendía su
bomba y la lanzaba al auto. Y el auto explotaba en mil pedazos. Los
adultos impresionados no hallaban nada mejor que huir despavoridos por
el descampado, mientras los chicos iniciaban una danza triunfal/ritual
en torno al incendiado descapotable blanco.
***
Me he preocupado de averiguar que fue de los actores principales de
esta cinta. Mark Lester y Jack Wild cuando se filmó,
con el nombre de S.W.A.L.K. (“sealed with a lovely kiss”,
sellado con un beso amoroso, sigla con que los niños firmaban sus
primeras cartas de amor en la Inglaterra de posguerra), en 1971. Tres
años antes habían trabajado en la galardonada Oliver! de Carol
Reed. Tracy Hyde en cambio era presentada (“and introducing”) como
Melody en su primer papel. Ni Lester, que hoy es médico y vive en el
interior británico, ni ella, que vive en el interior de Francia,
hicieron mucho más, abandonando su labor actoral al poco tiempo. Wild,
en cambio hasta el día de hoy sigue actuando, aunque ha cambiado el cine
por el teatro vanguardista.
***
Simultáneamente a la derrota del cuerpo de profesores, Melody, Daniel
y más atrás Ornshaw huían del único representante del magisterio que
quedaba en pie, el de latín e historia. Llegaban a la línea del
ferrocarril y encontraban uno de esos carromatos de tracción humana que
sólo se ven en la películas. Ornshaw los subía y empezaban a balancearse
y a avanzar, primero timidamente y cada vez más rápido. “¡¡¡No se olviden de escribir!!!”, y luego, cuando llegaba el profesor le espetaba: “Pelee como un hombre” y lo salía persiguiendo. La cámara mostraba como se alejaba la pareja hacia el norte y luego venían los créditos finales.
***
Entre los adultos que trabajaron haciendo Melody, más allá
del “desconocido” director Waris Hussein, se encuentran tres que más
tarde serían reconocidos cinematógrafos. El primero es Alan Parker, este
fue su primer guión y no cuesta mucho darse cuenta de que gran parte de
las imágenes y sensaciones que explotaría, por ejemplo en The Wall,
ya están seminalmente incluidas aquí (la rebelión de los niños, y
varias escenas que son casi calcos, como la de la bala en la línea del
tren). Aunque sus trabajos se fueron de a poco alejando del tono que Melody propone, al menos una vez retorna a este temple de ánimo, y es en su obra mayor: The Commitments. El segundo es David Puttnam, que habría de convertirse luego en el “Spielberg” británico, con las producciones de Carrozas de Fuego, Los Gritos del Silencio o La Misión. El tercero es uno que no aparece ni en los créditos, pero que fue el que ayudó a elaborar el plot, Andrew Birkin. Curiosamente su cinta más conocida es justamente El Jardín de Cemento (sobre el texto de Ian McEwan), como para dejar en claro que ambas historias están unidas por un hilo conductor invisible.
***
Melody fue, de este modo, un experimento temprano para este
trío, y un experimento que dejó una marca indeleble en muchos niños de
entonces (aunque no en los países de habla inglesa donde la película
pasó casi desapercibida). Bien resume todo lo dicho recién el propio
Parker en el libro Fast Fade de Andrew Yule sobre Puttnam: “Melody fue lo que fue, el inicio para todos nosotros”.
EL CAMINO DE LA LIBERTAD
Por Alejandro Caravario
Ninguna
película me impactó más profundamente que Melody. Aún recuerdo la
conmoción romántica, al terminar la proyección, en rotundo contraste con
la impavidez de mi padre, que bostezaba con disimulo y barajaba
mentalmente un surtido de pizzerías donde concluir la salida familiar.
Aunque Melody Perkins y Daniel Latimer tienen alrededor de doce años,
nadie podría decir que su amor es ese juego de imitación que los adultos
encuentran tierno y cómico. No. Los héroes reclaman para sí no sólo la
inmortalidad de sus sentimientos recíprocos, sino la legalidad del
matrimonio. Sin dudas, la cosa va en serio. Los chicos se quieren casar y
así se lo plantean a las atribuladas familias. Y como no transigen ante
los intentos de disuasión, se pudre todo. En apoyo al amor empecinado
de Melody y Daniel, los compañeros del colegio (un clásico antro
británico donde cunde el castigo físico) se rebelan ante los fruncidos
profesores. Y se trenzan en una formidable batalla que termina con la
explosión del auto de la mamá de Daniel, una esnob incurable. Los viejos
vinagre cobran, la pareja huye. Ganan los buenos por goleada. Final
felicísimo.
De modo que el amor –meditaba yo mientras se encendían las luces–, no
sólo insufla virtudes inusitadas y sensaciones de máxima intensidad.
También puede desatar revoluciones, señalar el camino de la libertad.
Quería todo eso para mí y para Gloria, una vecina de ojos fulgurantes a
la que acababa de besar por primera vez.
Dos escenas se grabaron para siempre en mi memoria. Una ocurre en el
comedor escolar. Daniel, que aún está en la etapa de aproximación y
cortejo, toma su plato de comida y, en lugar de enfilar como de
costumbre hacia el sector de los varones (los muchachos), se dirige
temerariamente a la mesa de las chicas. “¿Me puedo sentar a tu lado?”,
le dice a Melody sin medias tintas. Por supuesto que no puede. Pero el
chico hizo lo que debía. Las burlas que lo acompañan mientras regresa
vencido a la mesa masculina lo tienen sin cuidado. Esas alturas del
arrojo y la invulnerabilidad sólo las alcanza alguien enamorado. Idea
que, al influjo de Melody, ha concentrado de manera magistral Paul
Thomas Anderson en ese gran film que es Embriagado de amor (Punch-Drunk
Love).
Otro momento sublime es uno que podríamos llamar clip de amor (la
peli está llena de clips de amor): Daniel corre como un descosido en una
de las pruebas de atletismo que se disputan en el colegio. Para darse
fuerza –o porque ya ha entrado en la fase de obsesión–, su mente sólo
registra imágenes de Melody, recuerdos que se enhebran y forman una
breve antología del flechazo. Mientras, suena “To love Somebody”, a
cargo de Bee Gees (la banda de sonido es una sucesión de hits
indestructibles), un toque que envía las emociones a la estratósfera.
Pasados los años, me pregunté si un adulto podría mantener el film
escrito por Alan Parker en su podio cinematográfico. Así que me dispuse a
una velada revisionista. Una doble función que incluyó Karate Kid como
aperitivo y a la que invité a mi amigo Fabián y a mi hermano Christian
para que completaran el jurado. Calculé que ellos, libres de compromisos
afectivos, equilibrarían mi posible fractura nostálgica con dosis
oportunas de objetividad y madurez. Comprobé que la película mantenía su
poder devastador. Me retrotrajo, como un ejercicio de hipnosis, a la
sala de la calle Lavalle donde me explotó el corazón. Melody consigue
eternizar la infancia. Si los actores Mark Lester y Tracy Hyde quedaron
congelados como pareja teen (la adultez fue un estorbo insalvable en sus
carreras), los coetáneos que asistimos desde la platea a aquella
aventura también experimentamos el síndrome Marcelo Marcote cada vez que
reincidimos.
Mi hermano y Fabián opinaron que la peli resistía con toda dignidad
el paso del tiempo, pero no compartieron mi euforia retrospectiva. El
entusiasmo brilló en sus ojos sólo cuando me vieron descorchar un vino
reserva. Algo semejante ocurrió con mis hijas. Cuando llegaron a la edad
de Melody y Daniel, me apuré a hacerles ver el film que, desconté, las
dejaría en un delicioso estado de shock. “Msé, está linda”, musitaron
casi de compromiso. Les gustó, es cierto, pero nada más. Mis alabanzas
les sonaban desmesuradas, mis escenas predilectas las encontraban apenas
simpáticas. Y, lo peor, la vida, para ellas, se disponía a seguir tal
cual era antes de Melody. Luego de mucho pensar, superé la decepción.
Entendí que mi amor no es transferible. Y que su singularidad
irreductible da prueba de una pasión genuina.
Elenco
Tracy Hyde (16 de mayo de 1959) como la colegiala Melody Perkins.
Mark Lester (11 de julio de 1958) como el colegial Daniel Latimer.
Jack Wild (30 de septiembre de 1952 − 1 de marzo de 2006) como Ornshaw, el amigo de Daniel.
Sheila Steafel (Johannesburg, 1935−) como la Sra. Latimer, madre de Daniel.
Keith Barron (1934−) como el Sr. Latimer, padre de Daniel.
Roy Kinnear (1934-1988) como el Sr. Perkins, padre de Melody.
Kate Williams (Londres, 1941) como la Sra. Perkins, madre de Melody.
Hilda Barry como la Sra. Perkins, abuela de Melody.
En esta comedia se puede oír la banda sonora musical (previa a la época disco) del grupo Bee Gees
In the morning (‘en la mañana’).
Melody fair (‘inocente Melody’),
Spicks and specks
Give your best (‘da lo mejor de ti’),
el single To love somebody (‘amar a alguien’).
First of may (‘primero de mayo’) y
Teach your children (‘enséñales a tus hijos’), el éxito de Crosby, Stills, Nash and Young.
Extraido de http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/radar/9-10927-2015-09-20.html http://terceracultura.cl/2010/02/melodia-otonal-un-reencuentro-con-melody-especial-de-san-valentin-pt-1/
Minisinopsis: En un lavadero de coches trabaja un grupo de
personas que, al ritmo de la emisora de radio KGIS, ven cómo desfilan
los más extraños personajes por el negocio.
Si ya has visto la película, puedes seguir leyendo.
Esta película, formalmente hablando, es una de las más extrañas que
he visto. La cuestión es que no presenta una historia que se va
desarrollando a lo largo de la película, sino que se trata de la
historia de cada uno de los personajes a lo largo de un día. Y no es que
sea algo a lo que nos tenga desacostumbrados el cine porque existen
películas similares, la diferencia es que en el resto hay un pequeño
hilo que lo sostiene todo y en ésta no. Prácticamente se puede decir que
no hay una línea argumental y de lo que trata es de lo que ocurre en el
lavadero con los clientes que van y de las bromas que se gastan entre
ellos. ¿Qué es entonces esta peli? Pues diría que un desfile aderezado
con música funk que no para de sonar. Es una película blaxploitation
porque la mayoría de los protagonistas son negros, pero es atípica
porque también hay blancos, chicanos, indios… y no son los malos de la
película… en realidad, nadie es malo.
Michael Schultz, director por y para la televisión y Joel Schumacher, guionista y director del remake El fantasma de la ópera de 2004, crean un batiburrillo de secuencias sin sentido alguno pero con mucha marcha.
Por desgracia, como comedia deja un poco que desear. Para hacerse una
idea, el reclamo de la película en todas sus reediciones en DVD es
Richard Pryor (qué gran tipo y qué gran pérdida su muerte), que sólo
sale durante 5 minutos en la película. Y, por lo demás, los personajes
están llenos de tópicos. Por el lado del equipo de lavado tenemos a: TC (Franklyn Ajaye), el tipo que quiere convertirse en superhéroe (El Moscardón) y que lleva un pelazo cardado como el del 1188; Lindy (Antonio Fargas) el gay llevado al paroxismo; Gerónimo (Ray Vitte), el tipo que parece un pandillero; Goody (Henry Kingi), el indio loco con un sombrero de ratón (por cierto, quiero uno); Chuco (Pepe Serna) el hispano; Duane o Abdullah (Bill Duke), el tipo del “poder negro”; Lloyd (DeWayne Jessie) y Floyd (Darrow Igus), los imitadores de James Brown; Scruggs (Jack Kehoe), el cowboy; Lonnie (Ivan Dixon), el expresidiario reformado; Justin (Leon Pinkney) el que deja la escuela para trabajar y casarse; Hippo (James Spinks), el tragón enorme; Slide (Garrett Morris) y Charlie (Arthur French), que son tipos normales. Y el resto de los que trabajan en la gasolinera son: Earl (Leonard Jackson), el jefecillo que no quiere trabajar como los demás; El señor B o Lion (Sully Boyar), el típico jefe casado que se zumba a la secretaria (Melanie Mayron); y por último el hijo del jefe, Irwin
(Richard Brestoff), obsesionado con el libro rojo de Mao y que quiere
ser un currante pero en realidad es un inútil. Vamos, un desfile de
tópicos, como he dicho.
A parte de las historias personales de los que curran en el lavadero,
están los clientes o no clientes que pasan por él: La prostituta que le
deja sin pagar 20 dólares al taxista y se pega toda la película en el
lavadero, el niño vomitón y la madre histérica, Papa Rico (Richard Pryor) y sus Wilsons Sisters (The
Pointer Sisters), Calvin, el niño del monopatín que aparece y
desaparece todo el rato, Harold (escayolado de pies a cabeza) y su
esposa y el tipo que es confundido con un terrorista.
El diálogo más destacable del guión es la que protagonizan TC obsesionado con ser un superhéroe y Lloyd: – TC: “¿Te das cuenta de que no existe un Supermán negro?, yo sería
el primero, Lloyd, sería igual que Supermán, me convertiría en una
persona superlista, lista, lista. ¡Oh, llevaría una gran capa de
terciopelo negro y un casco con dos grandes ojos y una visera!”
– Lloyd: “Estás loco de atar”
– TC: “¡Oh, vamos, Lloyd!, si fuese el Supermán negro podría subir por
las paredes de los edificios, nadie podría meterse conmigo, nadie se
metería conmigo porque sería El Moscardón.”
– Lloyd: “Sigues estando loco de atar”
– TC: “No me hablarías así si fuera el moscardón.”
– Lloyd: “Te voy a decir algo: De ser así estarías lleno de mierda de
mosca. Y tú ya sabes que no hay nada más bajo que la mierda de mosca.”
Con lo que he repetido una y otra vez, que la peli no tiene un
guión convencional y racional y aún con el tema de los tópicos, puede
considerarse algo más que un videoclip. De hecho, para carecer de tanto,
da más de lo que parece y se hace entretenida de principio a fin, pero
nada más y así se debe tomar: como un desfile funk o videoclip largo que
te deja un poco confundido.
Director: Michael Schultz
Guion: Joel Schumacher
Reparto (en orden por créditos) está completo
Darrow Igus
...
Floyd
Día Otis
...
Lloyd (como De Wayne Jessie)
James Spinks
...
Hipopótamo
Antonio Fargas
...
Lindy
Las hermanas del indicador
...
Las hermanas Wilson
Richard Pryor
...
papá rico
George Carlin
...
El taxista
Clarence Muse
...
Snapper
Franklyn Ajaye
...
TC
Tracy Reed
...
Mona
Bill Duke
...
Duane - Abdullah
Ivan Dixon
...
Lonnie
Henry Kingi
...
Bueno
Pepe Serna
...
Chuco
Ray Vitte
...
Geronimo
Jack Kehoe
...
Scruggs
Garrett Morris
...
Diapositiva
Leon Pinkney
...
Justin
Renn Woods,
...
Loretta (como Ren Woods)
Lorraine Gary
...
histérica Señora
Lauren Jones
...
Marleen
Leonard Jackson
...
Conde
Sully Boyar
...
Leon 'Sr. B 'Barrow
Irwin Corey
...
El bombardero loco (como Prof. Irwin Corey)
Richard Brestoff
...
Irwin Barrow
Melanie Mayron
...
Marsha
Arthur francés
...
Charlie
Michael Fennell
...
Calvin
Antonie Becker
...
Charlene
Erin Blunt
...
Hijo de Lonnie
Carmine Caridi
...
Padre tonta
Reginald Farmer
...
Chófer del papá rico
Ricky Fellen
...
Hijo de la Virgen histérica
Ben Frommer
...
Hombre detrás de Ken
Cynthia Hamowy
...
La mujer del hombre vendado
John Linson
...
Hijo de padre tonta
Ed Metzger
...
Cop arrestar
Antar Mubarak
...
Sonny Fredericks
Derek Schultz
...
Hijo de padre tonta
Mike Slaney
...
vendada Hombre
al Stellone
...
Oldsmobile propietario
Jackie Toles
...
La madre de Calvino
Janine Williams
...
Daugher de Lonnie
Otis Sistrunk
...
Otis
Tim Thomerson
...
Ken (como Timothy Thomerson)
Jason Bernard
...
Oficial de libertad condicional de Lonnie
Jay Butler,
...
AM Disc Jockey (voz)
JJ Jackson
...
2º PM Disc Jockey (voz)
varilla McGrew
...
PM Disc Jockey (voz)
Sarina C. Subvención
...
Noticias (voz)
Billy Bass
...
Noticias (voz)
Brooke Adams
...
Terry (escenas borradas)
Benny panadero
...
Barney (escenas borradas)
Danny DeVito
...
Joe (escenas borradas)
Lewis Lillian
...
Bernie (escenas borradas)
Danny Tucker
...
Cop en Big Joe (escenas borradas)
maderas soleadas
...
Fecha de Kenny (escenas borradas)
Extraído de https://peliscutres.wordpress.com/2007/09/05/car-wash-un-mundo-aparte-1976/