ABBAS FAHDEL: 3 PREGUNTAS
El director de la excelente y desgarradora Homeland: Irak Año Cero vuelve a la ficción y trae al 33º Festival una pequeña gran historia de amor en una tierra devastada por la guerra.
Su intención inicial era filmar esta película en Francia. ¿Qué fue lo que le hizo cambiar de opinión acerca de la locación, y por qué eligió el norte del Líbano?
Yara no existiría sin el lugar donde se filmó, es un personaje principal de la película. Después de tres meses de búsqueda en Francia, y sin encontrar un lugar que se corresponda con lo que quería -esto es, un rincón rural aislado en medio de una naturaleza salvaje y preservada-, decidí filmar en el Líbano, en un valle que conocía y que sabía que sería perfecto como locación para mi historia.
¿Podría contarnos cómo fue el proceso de familiarizarse con la región y su cultura? ¿Los actores son los habitantes reales de la aldea?
Descubrí el valle de Kadisha un año antes del rodaje del film. Un mes antes del rodaje me instalé en la granja donde más tarde se filmaría la película. La granja pertenecía a una vieja granjera, Mary Alkady, a quien convencí de que interprete el rol de la abuela de Yara. Sus dos hijos, Elias y Charbel, también actúan en el film, como así también sus hijos pequeños. Para mi era de suma importancia hacer esta película con los habitantes del lugar, y de hacerlos actuar prácticamente de sí mismos. Esto le da a los personajes y a la película una autenticidad, una verdad que no podría haber obtenido con actores “profesionales” extranjeros al lugar.
Esta es su primera película de ficción en diez años, y también es una historia de amor. ¿Cómo cree que sus trabajos previos documentando la guerra de Irak han influenciado su manera de hacer ficción?
Después de la dolorosa Homeland: Iraq year Zero, necesitaba hacer un giro hacia la vida, hacia la belleza, hacia la esperanza. Un personaje de Dostoievsky decía que la belleza salvaría al mundo. Quizás sea una utopía, pero todavía tengo las ganas y la necesidad de creer en eso. Dicho esto, Yara está en parte inspirada en dos grandes secuencias campestres de Homeland: Iraq Year Zero, aquellas que suceden en la ciudad de Heet a la orilla del río Eufrates. Esas dos secuencias campestres evocan una suerte de jardín del Eden perdido, un tema que está en el corazón de Yara, con ese valle magnífico en el que la mayoría de los habitantes están muertos o emigrados al extranjero.
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