miércoles, 14 de marzo de 2018

Homenaje a King Kong, (parte 5).

Critica de "A.B.C."

Avenida: King Kong.

Por Alfredo Miralles


El Rey Kong, que así pudiera interpretarse, aceptando como inglesa la primera palabra del título. Rey, substantivo, aplicado por extensión a todo ser racional o irracional que detente el poderío en una colectividad cualquiera, es este Kong -reproducción desmesurada en el tamaño y bastante exacta en las características de lo que se cree debió de ser el antropopiteco, según las teorías darwinianas- en una selva prehistórica, injerto anacrónico en nuestra época y principal escenario, donde se desarrollan los acontecimientos de este nuevo film.


 
El nombre de Edgar Wallace influye un poco en el público, y así no puede extrañar la expectación que el estreno produjo; pero bien pronto se advierte que el autor abandonó aquí sus derroteros habituales para adentrarse en los para él nuevos del cinema, y no con independencia de criterio, sino de la mano de Merian C. Cooper, colaborador en Rango de Schoedsack, y coparticipe, asimismo, con éste en la dirección de King Kong.

En honor a la justicia, consignemos que en nada ha mejorado la obra del fallecido escritor inglés esta nueva producción, que carece incluso de originalidad, puesto que el precedente en el nudo de los hechos lo tenemos en "El doble asesinato de la calle Morgue", por ejemplo. Esto en cuanto al argumento.

Por lo que respecta a la película propiamente dicha, nada nuevo aporta en técnica; por el contrario significa un salto atrás al recurrir a teatralismos y puerilidades ya en desuso. Y tampoco en el procedimiento, pues la modalidad de utilizar muñecos en vez de seres humanos tuvo ya en Ladislas Starevitch un insuperable propulsor. El film sería, no obstante, más tolerable suprimiendo algunas escenas de dudoso gusto y reduciendo su longitud.


Fay Wray, Robert Armstrong y Bruce Cabot interpretan los
principales papeles de la obra, que defienden con bastante
dignidad.

Un solo mérito, y grande, por cierto, tiene la película: el minucioso
y abrumador trabajo de laboratorio que representa la intervención
de las bestias fabulosas y su movimiento en el mismo plano que los
actores; pero quizá no todo el público lo apreciará en su justo valor.




Fuente: Homenaje a King Kong, por Roman Gubern
Cuadernos Infimos 4, Tusquets Editor.






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