Andréia Horta, protagonista de la biopic sobre Elis Regina
Elis,
el film de Hugo Prata estrenado hace poco en Brasil, se verá en el
Festival Internacional de Cine de los Países del Sur del Mundo (Ficsur),
y su protagonista será una de las visitas estelares, junto con su
compatriota Sonia Braga.
“Elis es una de las mejores cantantes del mundo, no sólo de Brasil”, afirma Andréia Horta.
La
cantante Elis Regina tuvo una carrera meteórica que se inició a los 11
años, en medio de entorno social humilde, y culminó con una muerte
temprana por sobredosis de cocaína y alcohol en pleno estrellato a los
36, en 1982. En esas dos décadas, grabó decenas de discos, combatió el
machismo que dominaba la industria musical de aquellos años y se
enfrentó a una dictadura militar cuyo desenlace no llegó a ver. El
cóctel conformado por partes iguales de talento, carácter, popularidad y
espíritu crítico le valió su ingreso al Partenón de los grandes
representantes de la música popular brasileña. Era extraño, pues, que
nadie hubiera visto antes que en esa vida arremolinada e intensa se
escondía la semilla de un largometraje. La situación se revirtió el año
pasado cuando el director Hugo Prata filmó Elis, una biopic que aborda
los distintos recovecos de la vida de la artista desde su llegada a San
Pablo a mediados de los ‘60 hasta su fallecimiento. Estrenado en la
última edición del Festival de Gramado, una de las plataformas
principales para el cine brasileño de aspiraciones masivas, el film
oficiará de apertura de la primera edición del Festival Internacional de
Cine de los Países del Sur del Mundo (Ficsur) con una proyección
pautada para el próximo sábado a las 22 en la UMET (Sarmiento 2037).
“Sabía muchísimo de su vida y obra porque siempre fue mi
cantante favorita”, dice vía telefónica desde Brasil Andréia Horta, la
actriz encargada de ponerse en la piel de Elis y una de las visitas
estelares –la otra es ni más ni menos que su colega Sonia Braga– del
evento audiovisual que hasta el 8 de julio presentará más de un centenar
de films, entre cortos, medios y largos, provenientes de la Argentina,
Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Paraguay, Perú, Venezuela,
Uruguay, Australia, Nueva Zelanda, Egipto y Argelia, entre otros países.
“Desde que era muy joven, en mi casa se escuchaba la música de Elis,
así que en mi interior sentía algo muy grande y fuerte por ella, una
admiración profunda por su postura y las decisiones que tomó a lo largo
de su carrera”, agrega la actriz de 33 años, de amplia trayectoria
teatral y televisiva en el gigante del subcontinente. Quizá por esa
familiaridad asegure que la investigación “no fue muy difícil, más allá
de haber visto y leído muchísimo material”. Lo que no implica que el
proceso creativo no haya sido agotador: “Tuve un preparador para el
cuerpo, otro para la voz y un tercero para que fonéticamente pudiera
sonar lo más parecido a ella. Fueron tres meses de ensayar todos los
días durante ocho horas. Hasta cuando me iba a dormir sentía que
preparaba este papel”.
–Elis Regina es un personaje con una carga emocional muy fuerte. ¿Fue difícil salir del personaje y volver a ser Andréia?
–No fue difícil, pero sí me sentí muy impactada y afectada
por todo este trabajo. Experimentar a Elis en mi cuerpo y en mis
pensamientos me ha dado un coraje muy grande para tratar de ser quien
soy y no intentar ser otra cosa. Es muy normal tratar de agradar a todos
y ella me ha liberado de esa búsqueda.
–Usted comenzó su carrera en el teatro y después
pasó a la televisión y al cine. ¿La experiencia sobre las tablas le
sirvió para los números musicales?
–Sí, totalmente. Llevo siempre esa experiencia, no se pierde
nunca. Al contrario, siempre suma como persona y artista. Trabajé
intensamente cada músculo y cada respiración para las canciones. Fue
realmente una de las más grandes cantantes del mundo justamente porque
tenía una interpretación corporal muy intensa para cada palabra. No era
sólo cantar, así que el teatro me resultó muy útil.
–Muchos críticos, músicos e intérpretes consideran a
Elis como una de las mejores cantantes brasileñas de la historia. ¿Qué
implica en su carrera este papel? ¿Sintió alguna responsabilidad extra?
–Creo que lo más difícil fue que yo misma pienso que Elis es
una de las mejores cantantes del mundo, no sólo de Brasil. Eso me ha
complicado bastante. Me gustó muchísimo avanzar despacio en la
composición e ir encontrando sus distintos gestos y pensamientos en mi
cuerpo. Hoy uno puede encontrar muchísimo material en Youtube, así que
la comparación era algo que tenía muy presente al comienzo del trabajo.
El punto fundamental fue comprender que Elis no estaba más acá, y la que
estaba en escena viviendo y cantando era yo. Liberarme de ese peso fue
transformador.
–El director Hugo Prata dijo que Elis es la película
sobre “una mujer que luchó toda su vida contra el machismo, la
dictadura militar y sus propios demonios”. ¿Coincide con esa
definición?
–Sí, coincido. Casi toda la obra de Elis se desarrolló
durante la dictadura. Nunca pudo hacer música con libertad, siempre
tenía que pasar por la censura. Una cosa muy tacaña, increíble. Ella
empezó a cantar en la década del ‘50, cuando el mundo musical estaba
integrado por hombres. Era un territorio muy masculino, pero ella logró
torcer eso. Se convirtió en la “Jefa”, la patrona de todos. Por eso es
admirable lo que hizo.
–¿Cómo fue la proyección en el Festival de Gramado? Esa ciudad está muy cerca de Porto Alegre, de donde Regina era oriunda...
–Gramado fue un momento muy especial en mi vida. Era la
primera exhibición pública de la película y encima en la tierra de Elis,
así que estaba muy nerviosa. No sabía cómo iba a ser recibida ni
tampoco cómo mi trabajo iba a afectar la memoria de las personas. Para
mí fue un momento de gloria, el primero de mi vida, sin dudas. Me
resulta muy importante que el recorrido de nuestro trabajo haya empezado
ahí. Todos los gaúchos sienten un orgullo muy grande por ella.
–Salvando las distancias, a usted, igual que a Elis,
la fama le llegó de muy joven. ¿Esa similitud le permitió comprender
algún aspecto de ella?
–Sí. El problema de empezar a trabajar muy joven es que
corrés el riesgo de perder tu privacidad. Te volvés un personaje público
y tenés que empezar a responder preguntas sobre qué comés, con quién
andás, con quién no. Quieren saber todo. Se genera una expectativa muy
grande alrededor y piensan que uno tiene que estar siempre lindo y esas
cosas, y a mí la verdad no me interesa. Yo hice teatro desde muy
pequeña, así que mi oficio tiene una relación distinta con la idea de
suceso. Para mí el suceso profesional no se da con la exposición. La
diferencia entre Elis y yo es que ella era un poco más ingenua. A los 20
años, ella ya era muy popular pero no sabía muy bien cómo manejar la
exposición porque las revistas y los programas sobre el mundo de la
farándula y esas cosas recién empezaban. Con el tiempo fue cambiando su
postura y empezó a elegir dónde estar, en qué lugar aparecer, con quién
relacionarse. Eligió exponerse sólo como artista. En ese aspecto sí creo
que nos aproximamos mucho.
–Alguna vez usted dijo que la fama es lo que menos le interesa del arte. ¿Es difícil ser famosa?
–Los artistas quieren ser vistos. Es duro que a nadie le
interese lo que hacés, entonces por un lado es muy grato que a alguien
le guste tu trabajo. La fama es parte de eso. Lo malo es que perdés la
posibilidad de caminar por calle tranquila sin que la gente esté
pendiente de tu humor, tu simpatía... Es casi un trabajo paralelo. Nadie
viene a este mundo sólo para agradar, así que es una parte medio
delicada. Trato de mantenerme lo más oculta posible y hablar sólo de mi
trabajo para no exponerme y mantener algo de misterio sobre mi
personalidad. No tengo ninguna necesidad de que alguien hable de mi vida
personal.
–Además de actriz, usted también ha publicado un libro de poesía. ¿De dónde surge ese interés?
–Publiqué ese cuando terminé la facultad de Artes Escénicas y
no tenía un trabajo que me permitiera ganar lo suficiente para vivir.
Hice una selección y le pedí a un profesor que me ayudara a pulir los
textos para que pudiera presentarlos. Siento mucha ternura cuando
recuerdo esa época. Para mí en aquel momento lo importante era decir lo
que sentía, expresarme. Creo que la actuación y la escritura son dos
formas de tratar de comprender a la humanidad.
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