Entrevista a Laura Bari - Directora de Antoine
¿Podés presentarte?
Laura. Pasé la mitad de mi vida en Argentina y la otra mitad en Montreal. La orientación de base de mi vida profesional es de reunir las Artes, la educación y la salud mental fundando así un enfoque preciso para observar, investigar, enseñar y crear.
¿Cuáles son las características particulares de tu filmografía?
Ojalá mi filmografía continúe, a partir de Antoine, a narrarse meticulosamente con cadencia de danza. De alguna manera para que la metáfora, imperceptible, haga converger en su medida lo invisible, lo sonoro, la imagen, el silencio y la intención inicial.
Así, la arquitectura de un discurso se realizaría también mediante la evocación, único espacio para hacer fluir lo secuencial de los momentos captados por una cámara que define o sugiere y lo irremplazable de las experiencias de los personajes. Sin olvidar la originalidad que cada film necesita, la construcción de mi filmografía podrá entonces describirse como una integración de ideas, de intenciones, de percepciones y de comunicación para concluir otra vez en que aprender es siempre posible, imaginar es inevitable y crear es fundamental.
En el transcurso de éste año, éstos aspectos que alimentaron la creación de Antoine, son mencionadas por los jurados y el público de festivales de distintas partes del mundo sorprendiéndome por la absoluta sensibilidad y la pertinencia de repercepción del espectador.
Así, la perspicacia para imbricar seres extraños a lo fabuloso y absurdo de la existencia mediante recursos que permitan mutar las percepciones a través de un tratamiento artístico original, podrían marcar la evolución de una filmografía que
me sea adjudicada.
¿Cómo fue tu acercamiento al cine?
Me dan ganas de contar que desde que era una pequeña, las cámaras de fotos me fascinaban, como me fascinaba también, oír las historias de mi abuelo, quien participó en la historia de Film Andes, uno de los primeros estudios cinematográficos creados en Argentina a principios de la década del ’30. Los
estudios Film Andes funcionaron entre 1944 y 1957 y parece que Mendoza fue conocida entonces como el Hollywood de Sudamérica… Yo, sonriendo y siempre con vértigos, miraba las fotos y me imaginaba los movimientos dentro del estudio y los ruidos de
la montaña. Todos los martes esperaba despierta a mis padres (quienes a mis ojos, una creaba poemas y el otro máquinas). Esperaba hasta medianoche, que volvieran de la cinemateca, porque ellos me contaban el film que acababan de ver. Durante
los insomnios subsecuentes, me imaginaba las películas, y durante el día caminaba haciéndome filmes de lo que veía. Pasaron muchos años, me mudé de país, fui bastante al cine, a salas y a festivales. Se fueron consolidando los cruces entre la literatura, el cotidiano, la creatividad y las Artes audiovisuales. Me escolaricé un poco más en Montreal, profundizando el tema de la sicopatología de la expresión, el
arquetipo del imaginario y las cuestiones colectivas de identidad.
Desde entonces priorizar la construcción de personalidades y lograr que a través de las Artes, las personas (0 a 100 años) puedan pluralizar sus modos de expresión y regocijarse imaginando, creando donde sea que se encuentren sobre éste planeta.
Un día me vinieron a buscar para que dirija a niños para un segmento de un programa de televisión. Terminé dirigiendo 300 cortos, que irían insertos en éste programa que sigue actualmente en difusión cotidiana desde hace diez años, luego participé al concepto de otro programa, actualmente muy difundido. En realidad casi nunca miro la TV, y la cadena incoherente de producción en cuanto al concepto, aligeraba considerablemente el resultado final. Si bien pude enriquecer mi experiencia en rodaje, mi inspiración se reducía de alguna manera u otra.
Poco tiempo después, apareció éste niño Antoine, y mi cerebro explotó frente a su certitud, a su luz y a su empecinamiento; fue como si Charles Chaplin se me hubiese aparecido, con toda su determinación, su libertad, su curiosidad, con toda su gracia pero ésta vez capaz de carcajadas; con todo su misterio. Para mirarme fijo, justo ahí donde nacen los procesos autodidactas, estallan las ideas y florecen las
intenciones.
¿Qué es para vos el cine?
El cine es el Arte que hace converger todas las Artes. Espacio único, donde se detiene el tiempo, donde se amasa la consciencia del ahora y donde se continúan los recuerdos. El cine hace nacer un todo simbiótico entre forma y contenido (ni siquiera debería mencionarlos), creando un lugar donde se proponen ideas. Ideas que consolidan la densidad intelectual de un concepto como si se soplara a una burbuja, el cual, intrínsecamente entretejido con la poesía de la forma le dará sentido a una historia, a una situación, con azul agilidad y con ritmo propio.
Éste todo, deberá ser único y progresivamente viajar a una perspectiva compleja donde se besan la imagen, el sonido, el silencio, lo invisible, la ironía, lo inter-textual, e insisto: la poesía que no facilita el entendimiento, sino que facilita las interrogaciones y la fascinación por los personajes.
Las imágenes transitadas por lo insólito del cuadro, permitirán de indagar a la vez las situaciones íntimas particulares y la densidad histórica. Lo universal que cada personaje se celebra dentro de su luz y de su sombra. La puesta en escena se aleja mucho de la narración tradicional.
¿Cómo fue el proceso de realización?
Cinematográficamente hablando, sin obstáculos ni miedos, he expresado libremente mi punto de vista sobre el ser humano para poder darle al tratamiento subjetivo todas la sutileza posible y trazar líneas de quiebra en el tiempo, deconstruir el material para que se robustezca en su nueva forma. Intenté desde el principio crear ésta atmósfera para acercar al espectador a una realidad a la vez visible e invisible.
Establecer un diálogo entre lo que Antoine, percibe desde sus oídos y comunica con su micrófono y lo que yo percibo desde la cámara y comunico en la pantalla.
Para estructurar esta peli decido integrar tres niveles de narración según algunos principios del cine ensayo, del cine – realité y del cine experimental haciéndolos corresponder con los tres aspectos distintivos de Antoine: niño de origen vietnamita, hyper-prematuro y ciego. Es así que la estructura intercala momentos en la escuela, en la casa y en sus misiones de detective, análogamente a las asociaciones rápidas y muchas veces ilógicas que caracteriza a los niños de ésta edad. [así es como funciona también el pensamiento creativo]
Cuando conocí a Antoine comenzaron a danzar las líneas de mi enfoque con respecto a la identidad y la percepción, una pregunta surge inmediatamente: cómo Antoine, 5, siendo ciego, construye su imaginario? Y como voy a hacer la peli desde el punto de vista de un niño ciego? Mi ignorancia incontestable me provoca y me lleva a imaginar el concepto. La respuesta parece evidente: la construye a través de los otros sentidos, pero el hecho de ser ciego no implica una construcción auditiva perfecta.
Tratando de abolir las fronteras entre el sujeto, el objeto y los techos tradicionales del documental, es una prioridad de ponerme a la altura del ser humano que somos todos y trabajar a partir de las alquimias mas unificadoras. Quisiera destacar que con Antoine, el encuentro fue una explosión de buen humor y adrenalina. Continuando entonces a operar dentro del cuadro teórico de expresión – comunicación,
parte fundamental de la construcción de la actividad humana, le propuse ser mi co-creador de la banda sonora del film y utilizar el micrófono “wireless”, a veces enganchado en la remera, a veces atado a un palito chino para hacer un mini “boom”.
Expliqué a sus padres y maestros la teoría del desarrollo de los dos lóbulos del cerebro y de cómo los procesos hipotéticos consolidan el pensamiento creativo y favorecen el pensamiento científico al mismo tiempo. Les expliqué también de cómo yo
venia investigando desde distintos puntos de vista hacia unos veinte años, el tema de las asociaciones libres generadas con el pensamiento mágico, la resolución de problemas, los sueños, los deseos y la identidad durante ése periodo específico de la infancia. A los dos meses pude empezar a filmar. Tratando de complacer sus más grandes deseos en aquel momento de sus apenas 5 años, (manejar un auto y tener un celular) le propuse situaciones hipotéticas imaginarias para que a partir de la paradoja, se pueda extender el frágil límite entre lo real y lo imaginario.
Fue así que le pasé las llaves de mi auto y mi celular, y le dije que era exactamente lo que los detectives usaban para descubrir los misterios. Un detective que sale a cazar sonidos con su micrófono, y que ayudado por dos asistentes
heteróclitas, Maêlle y Julietta, deducen e imaginan sin lógica alguna pero con toda convicción. A la Ionesco. La primera misión duraría mas o menos un año. La idea le
encantó, y así fue como pude respetar otra de mis contrayentes de creación: filmar dos veces por mes durante un 14 meses, cosa de atrapar con todos los sentidos la transformación del agua y llevar el interés a las transformaciones moleculares de
la naturaleza, así como si no pasase nada. El tiempo. También era fundamental filmar a un niño de cinco años, quién haría su doloroso pasaje al pensamiento racional, donde también comienza la gran socialización, pero con un desafío netamente diferente para Antoine.
Decidí también no utilizar trípodes ni luces artificiales. Cámara al hombro y a danzar en silencio, cosa de anticipar, testimoniar o continuar la acción desde mi ojo que reconstruye según la estructura minimalista de todos los aspectos
mencionados en ésta entrevista. Todo el logging y la edición de los grandes segmentos serían preparados meticulosamente por mí misma y trabajados con mi maravillosa cómplice e editora.
¿Cuáles fueron los desafíos al momento de dirigir el largometraje?
Volverme invisible. Mantener el interés de los adultos durante dos años. Aprender la Panasonic y el Final Cut. Filmar, dirigir, arreglar las peleas, manejar, preparar las meriendas, descargar las tarjetas P2, grabar el sonido, mantener la columna vertebral desde el principio hasta ahora. Todo al mismo tiempo en que el frío y el adiós se vuelven blancos. Los adultos en Antoine, si bien funcionales a su educación y crecimiento, parecen gravitar de manera casual en el mundo de nuestro protagonista.
¿Cuál fue el punto de partida de esta búsqueda?
Los niños son el reflejo de su socio cultura, y a través de sus expresiones nos hacen saber del como reintegran el todo desde su punto de vista. Así, las intrínsecas facetas de sus relaciones mas cercanas, como las influencias del medio, aparecerán en sus juegos, en sus imitaciones y en sus diversas formas de expresión (si la oportunidad se les ofrece, por supuesto): teatrales, verbales, motrices, picturales, esculturales, cinéticas y/o cinematográficas. Ya se ve un poco de ésta última forma, con la participación de Antoine en la creación.
¿Cuáles son tus próximos proyectos?
Un proyecto experimental, donde el ‘suave delirio’ es el protagonista y el alcohol de una botella de vino elaborada en Mendoza sería el punto de partida y el de llegada que acunara la metáfora.
Idas y venidas de la relación entre el hombre y la máquina. Historia de Ariel, 37, mendocino, quien vive en un mundo complicado y luminoso a la vez. Tres años después de una brutal metamorfosis, [doble amputación de piernas], decide diseñar y construir sus piernas ortopédicas. Abordando otra vez la imaginación, la provoco ésta vez en su rol clave al servicio de la ciencia. Centralizaré entonces la estructura alrededor de la reconstrucción de la identidad de éste hombre, en una sociedad donde las prioridades para los discapacitados se encuentran en un lugar todavía remoto. Pero convencida que las limitaciones bien reorientadas sirven a la vez para generar fuerza y perseverancia para el cotidiano sobrevivir, haré un film sobre éste, hombre-sirena, hombre-centauro, hombre-robot que no pudo enterrar sus piernas y que se olvido de los zapatos. Entretejeré sus momentos de alucinaciones,
dolor y miedos, con las etapas del proceso creativo de sus nuevas piernas (quizás un prototipo de piernas ortopédicas para cualquiera de nosotros); el cual dará riendas a sus sueños y le permitirá de reorganizar su mudo emocional, físico, social y profesional. Idas y venidas entre éste hombre y las máquinas. Y como suele suceder, Ariel es mi hermano.
Fuente: © Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, nook diseño web / Big Sur
Julio Diz
- Julio Diz
- Nació en la ciudad de Lanús, Buenos Aires, Argentina, el 27 de junio de 1956. Desde muy pequeño concurrió al cine, descubriendo a Walt Disney en el viejo Cine Monumental de la ciudad de Bernal. Ya de grande, Román Polanski y su film, “Cul de Sac” fueron los movilizadores hacia el cine de culto. En los años ’70, estudió cine en la EDAC, (Escuela de arte cinematográfico) de la ciudad de Avellaneda. En los ’80 cursó en CECINEMA, (Centro de estudios cinematográficos) dirigido por José Santiso, y asistió al Seminario Introducción al lenguaje cinematográfico, dictado por Simón Feldman. Incursionó en el Cine de Súper 8 y 16 MM. Asociado a UNCIPAR (Unión cineistas en paso reducido), fue cofundador del Biógrafo de la Alondra. Es editor de Woody y todo lo demás, Series de antología y el presente blog. Actualmente trabaja en su primer libro, “Los tiempos del cine”.
domingo, 4 de julio de 2010
Perfiles del 24 Festival de cine de Mar del Plata, entrevista a Laura Bari.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario