Julio Diz
- Julio Diz
- Nació en la ciudad de Lanús, Buenos Aires, Argentina, el 27 de junio de 1956. Desde muy pequeño concurrió al cine, descubriendo a Walt Disney en el viejo Cine Monumental de la ciudad de Bernal. Ya de grande, Román Polanski y su film, “Cul de Sac” fueron los movilizadores hacia el cine de culto. En los años ’70, estudió cine en la EDAC, (Escuela de arte cinematográfico) de la ciudad de Avellaneda. En los ’80 cursó en CECINEMA, (Centro de estudios cinematográficos) dirigido por José Santiso, y asistió al Seminario Introducción al lenguaje cinematográfico, dictado por Simón Feldman. Incursionó en el Cine de Súper 8 y 16 MM. Asociado a UNCIPAR (Unión cineistas en paso reducido), fue cofundador del Biógrafo de la Alondra. Es editor de Woody y todo lo demás, Series de antología y el presente blog. Actualmente trabaja en su primer libro, “Los tiempos del cine”.
domingo, 4 de mayo de 2008
Look Hollywood, última parte
Por Victoria Lescano
Una figura protagoniza del vestuario Hollywodense fue Irene Lentz Gibbons, quien comenzó su carrera en la MGM como un simple extra en "La viuda alegre" y quince años mas tarde se convirtió en executive designer de esa empresa. Por sus manos -siempre se presentaba en los sets con guantes blancos y sombreros-, pasaron los atuendos para Ginger Rogers, Dolores del Río, Claudette Colbert, Doris Day, Grace Kelly, Marlene Dietrich o Elizabeth Taylor. En "Ambiciones que matan" de George Stevens, 1951, Liz uso un vestido de noche strapless todo cubierto de violetas blancas y una falda de tul que se convirtió en un clásico de los años cincuenta.
Los años cincuenta incorporaron el estilo de los modistos franceses a la moda del cine. Christian Dior fue contratado para vestir a Marlene Dietrich en "Pánico en la escena" de Alfred Hitchcock, 1950, y Hubert de Givenchy vistió a Audrey Hepburn en "Desayuno en Tiffany's" de Blake Edwards, 1961. Durante esa década la imagen de Marilyn Monroe estuvo acompañada por los bocetos de William Travilla, quien la vistió en "Los caballeros las prefieren rubias" de Howard Hawks, 1953, "Vitaminas para el amor", de Hawks, 1952,"Como pescar a un millonario", de Jean Negulesco, 1953, "El mundo de la fantasía", de Walter Lang, 1954, y "Nunca fui santa" de Joshua Logan, 1956.
Helen Rose contribuyó a que los fabricantes de vestidos de novias se hicieran millonarios al copiar el vestido que Elizabeth Taylor lucio en "El padre de la novia", de Vicente Minnelli, 1950. Otros de sus bocetos mas plagiados fueron los trajes de baño de encaje creados para Esther Williams en "La reina del mar", de Mervyn LeRoy, 1952.
Salvo excepciones como los vestuarios para "Amor sin barreras", de Robert Wise, 1961, y "Cleopatra", de Joseph Mankiewicz, 1963, -incluyó 35 vestidos con bordados de autenticas joyas egipcias- encargados a Irene Sharaff, en los sesenta las cifras destinadas a ropas se empobrecieron. La otra excepción fue "Mi bella dama", de George Cukor, 1964, adaptación musical de "Pygmalion". Warner Brothers confío el vestuario y la dirección de arte al fotógrafo ingles Cecil Beaton y este adapto un vestido con forma de pantalla de lampara a partir de un diseño que Paul Poiret había hecho en 1913.
En los setenta los conceptos estéticos del pasado se hicieron pedazos, y esto se noto en el diseño de moda para cine. Lo más interesante fueron los excesos Kisch surgidos de los productos con raíces underground o contraculturales, pasando por los ridículos despliegues de Ken Russell hasta el pop distorsionado en las producciones de Paul Morrisey que auspiciaba Andy Warhol. El auge del cine de acción y fantasía spielbergiana de los '80 impidió un desarrollo demasiado pronunciado de los diseños para cine, ya que las divas, principales destinatarias de los modelos hollywoodenses, se vieron reemplazadas por infantes, extraterrestres, arqueólogos y robots.
En este nuevo marco, se puede destacar como ejemplo supremo de perfección en un diseño de vestuario la indumentaria de Indiana Jones. Pocas veces un par de prendas convencionales lograron describir tan adecuadamente a un personaje. Esto remite a Edith Head, y su idea de que un vestuario logrado no es aquel que se destaca en sí mismo por su lujo o imaginación, sino el que esta puesto al servicio del argumento de un film.
Fuente: Revista Film, enero 1993.
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