(The Interpreter, 2005) de Sydney Pollack
Todo empieza cuando Silvia Broome, una intérprete nacida en África que trabaja en la ONU, oye una conversación en una lengua africana poco conocida en la que queda clara la intención de asesinar a un jefe de Estado del continente negro. En cuanto oye y entiende las palabras "El maestro no saldrá de la sala vivo", la vida de Silvia cambia totalmente de rumbo y se convierte en el blanco de los asesinos. Cuando le asignan al agente federal Tobin Keller para protegerla, su mundo se convierte en una verdadera pesadilla.
Según Keller indaga en el pasado de la testigo y en sus contactos secretos, aumentan sus sospechas de que ella también es parte de la conspiración. Cada nuevo descubrimiento hace que desconfíe aún más de ella. Dependen el uno del otro, pero no podrían ser más opuestos. La fuerza de Silvia se basa en las palabras, en la diplomacia y en la sutileza; Tobin Keller cree en el instinto, en la acción y en los comportamientos básicos. Mientras se acerca el peligro de un grave asesinato político en EE.UU., Silvia y Tobin juegan al gato y al ratón mientras intentan detener la terrible crisis mundial que se aproxima.
Según Keller indaga en el pasado de la testigo y en sus contactos secretos, aumentan sus sospechas de que ella también es parte de la conspiración. Cada nuevo descubrimiento hace que desconfíe aún más de ella. Dependen el uno del otro, pero no podrían ser más opuestos. La fuerza de Silvia se basa en las palabras, en la diplomacia y en la sutileza; Tobin Keller cree en el instinto, en la acción y en los comportamientos básicos. Mientras se acerca el peligro de un grave asesinato político en EE.UU., Silvia y Tobin juegan al gato y al ratón mientras intentan detener la terrible crisis mundial que se aproxima.
Sydney Pollack vuelve a sus fuentes con el genero del thriller político que ya había experimentado con buena suerte en "Los Tres Días del Cóndor" y en "Fachada". Siguiendo la línea de la reciente "El Embajador del Miedo" y en similitud con films como "En la línea del Fuego" y "Poder Absoluto" -si bien en menor medida-, el centro de la atención es un mandatario político en riesgo de muerte y una sociedad en vilo pendiente de una sociedad convulsionada y paranoica.
La trama se desata cuando la protagonista del film advierte sobre un posible complot de estado para asesinar a un dictador africano, de ahí en mas todos los disparadores clásicos del cine político se van desatando y a medida de rompecabezas van armando una temática complicada con matices muy bien llevados que sin dejarse traicionar por el cine de acción crece en misterio, intensidad e interés.
A esta trama inicial se le suman dos personajes centrales torturados por su presente: los protagonistas de la historia por uno u otro motivo -que no conviene adelantar- viven experiencias conflictivas. Esto los acerca afectivamente y los condiciona con respecto al rumbo que toma el film, elemento que no favorece demasiado el buen clima creado hasta el momento y que puede llegar a confundir. Sucede que mas allá de una resolución a la altura de las circunstancias en su desarrollo narrativo, el film sufre las consecuencias de un guión compartido entre tres autores en simultáneo.
La dirección de Pollack es acertada y -si bien no innovadora- se basa en sus probados recursos en incursiones anteriores al género para atrapar al espectador construyendo buenos climas de suspenso donde la sospecha y la intriga no dan respiro logrando combinar con astucia momentos claves de la trama con hechos puntuales que acontecen a su alrededor. La ambientación lograda ayuda favorablemente a la historia, más todavía si se tiene en cuenta que la acción se desarrolla en plena Nueva York y dentro mismo de la O.N.U., -situación por primera vez permitida para el rodaje de una película- si bien quizás por propia culpa el film padece de su falta de certeza al no poder disimular, por momentos, algunas fallas de guión.
El elenco cuenta nada menos que con la dupla de Sean Penn y Nicole Kidman, quizás dos de los actores mas talentosos de su generación. Penn gracias a otra actuación de carácter se luce componiendo a un hombre atormentado por su presente, mientras que Kidman se vale de su aire frío y distante para retratar a una mujer que bien podría ser víctima o victimaria; una implacable asesina sospechosa o una frágil y vulnerable denunciante, duda que se mantiene abierta hasta el final.
Dejando el talento de ambos al margen, "La Intérprete" logra una interesante combinación entre sus personajes, no pensada para una mutua atracción y entendimiento desde el comienzo, sino valiéndose de ciertas dicotomías. Este juego de desencuentros, donde la falta de confianza y las dudas puestas en el otro predominan, ayudan a resultar creíble en el contexto de un film donde el contínuo desengaño y la conspiración política son su marca inconfundible.
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