viernes, 2 de octubre de 2009

Terrence Malick, para paladares exigentes.

Terrence Malick (30 de noviembre de 1943), es un director, productor y escritor de cine estadounidense, ganador de un Oso de Oro en el Festival Internacional de Cine
de Berlín, del Premio al Mejor Director en el Festival Internacional de Cine de Cannes, y de un David di Donatello, entre otras importantes distinciones.

La obra de este director se centra en la descripción de la belleza de la naturaleza en clara oposición a la ambición y la crueldad del hombre. Con una visión claramente panteísta del mundo, ha narrado algunos de los episodios más oscuros de la historia de su país, como la Segunda Guerra Mundial o la destrucción de la cultura nativa norteamericana. Es conocido también por sus escasísimas apariciones públicas, y por la dificultad en encontrar alguna fotografía suya. En sus contratos como realizador, una cláusula le redime de protagonizar cualquier material gráfico.


Biografía

Poco se sabe de la vida de este hombre, salvo por su actividad cinematográfica. Así lo ha querido él, y la mayor parte de sus datos biográficos no cinematográficos que están documentados son de su juventud.

Malick nació en Ottawa, Illinois. Su padre era de origen libanés, y trabajaba en una compañía petrolífera de Texas, por lo que creció en Oklahoma y Texas. Malick estudió filosofía en las universidades de Harvard (donde fue graduado como summa cum laude), y Oxford, en cuyo Magdalene College estuvo preparando una tesis sobre Heidegger que finalmente nunca vio la luz. Con posterioridad, fue profesor de filosofía en el MIT, mientras trabajaba como periodista "freelance" para Newsweek, The New Yorker, y Life.

En 1969, Malick obtuvo un Master del AFI Conservatory, una división del American Film Institute. Allí dirigió Lanton Mills ese mismo año, un cortometraje interpretado por Harry Dean Stanton, Warren Oates y él mismo. No quedó muy satisfecho con el resultado, y al parecer decidió no hacer más cortometrajes.
El agente Mike Medavoy, que conoció en el AFI Conservatory, le consiguió sus primeros trabajos como guionista. En los inicios de los años 70, escribió los primeros borradores de Harry el sucio y el guión de Pocket Money entre otros. También escribió el guión de la primera película dirigida por Jack Nicholson, al que también conoció en el AFI Conservatory.




Primer largometraje: 'Malas Tierras' (Badlands, 1973)

En 1973, dirigió Malas Tierras, protagonizada por Martin Sheen y Sissy Spacek. El estreno se realizó en el New York Film Festival. Inspirada en un hecho real, no obtuvo un importante éxito de público, pero llamó poderosamente la atención de los especialistas por su singularidad y estilo fuera de toda norma, que auguraban a una promesa sin ningún interés por ganarse el favor de la taquilla, y sí por establecer un universo propio. En la desesperada huída de un asesino en serie y su novia adolescente, Malick retrata un país a la deriva, en la búsqueda de la propia identidad, oscilante entre sus mitos derruidos del pasado y un futuro sombrío.




Segundo largometraje: 'Días del cielo' (Days of Heaven, 1978)

En 1978, dirigió Días del Cielo, protagonizada por Richard Gere y Sam Shepard. Terrence Malick obtuvo el premio al mejor director en el Festival de Cannes. Además, la película fue nominada a 4 Premios Óscar, obteniendo el Óscar a la Mejor Fotografía para Nestor Almendros, por la bella fotografía natural que le otorgó esa atmósfera soñada a la película. Esta vez trabajó sobre un guión completamente original que, como siempre, firmó en solitario.

Prolongación natural y muy lírica de 'Badlands', 'Días del cielo' cuenta la historia de dos amantes que se hacen pasar por hermanos para esquivar una atroz pobreza y mala suerte que les persigue desde siempre. Malick ahonda en su estilo con esta tragedia, al mismo tiempo que se alejaba por completo de los cánones comerciales. Parte de la crítica alabó su pericia y coraje.

Tras el estreno de Días de Cielo, desestimó dirigir El hombre elefante, que llevaría al cine David Lynch con gran éxito, y trasladó su domicilio a Francia y desapareció del ojo público por 20 años. Allí se casó con Michele Morette en 1985. Se divorciaron en 1998 y ese mismo año, se volvió a casar con Alexandra "Ecky" Wallace. Por dos décadas pareció que Malick se retiraba para siempre del cine.




Tercer largometraje: 'La delgada línea roja' (The Thin Red Line, 1998)

En 1998, regresó al cine con La Delgada Línea Roja, película bélica sobre la Batalla de Guadalcanal en la Segunda Guerra Mundial basada en la novela del mismo nombre de James Jones protagonizada por un gran elenco de actores entre los que se encontraban Sean Penn y James Caviezel entre otros. La película fue nominada a 7 Premios Óscar pero no obtuvo ninguno de ellos.

Considerada por muchos como una de las más perfectas películas bélicas jamás realizadas, Malick regresaba con ella a su habitual (esta vez, polifónica) voz en off, y a esa desengañada y panteísta visión del mundo que ya aparecía en sus dos largometrajes precedentes. Aclamada por un amplio sector de la crítica, finalmente obtuvo el Oso de Oro en el Festival de Berlín de aquel año, consolidando a Malick como uno de los directores más importantes de su generación, a pesar de la escasa obra en títulos que ostentaba.




Cuarto largometraje: 'El nuevo mundo' (The New World, 2005)

En 2005 Malick filmó su cuarto largometraje, titulado El nuevo mundo, una versión muy libre, y lírica, de la leyenda de Pocahontas y John Smith, que confirmó el estilo visual de Malick y su interés por la historia norteamericana. Entre sus actores destacan Colin Farrell, como Smith, y la debutante Q'orianka Kilcher como Pocahontas.

Quinto largometraje: 'The Tree of life'

Malick ultima su quinto largometraje, que verá la luz en 2010, y que según él mismo es el proyecto de su vida. Se titulará The Tree of life, y estará protagonizado por Brad Pitt y Sean Penn, entre otros.


El enigma Terrence Malick

No me puedo imaginar a ningún artista cinematográfico a quien resulte más apasionante, y a la vez más complejo, dedicarle un análisis en Blogdecine, que el esquivo, huidizo y poco fructífero en títulos (no así en imágenes de gran altura estética), el norteamericano, de ascendencia parcialmente libanesa, Terrence
Malick. Este director, guionista y productor, sólo ha filmado 4 largometrajes en 65 años de vida y 35 de carrera (la quinta, ‘The Tree of Life’, podría verse en 2010), y aún con tan exigua producción es, sin duda, uno de los más importantes cineastas vivos.

Por supuesto, y como debe ser, no carece de numerosos detractores que tachan su cine de pretencioso, vacío, preciosista y aburrido.
Personalmente, creo que su cine sólo puede ser degustado como merece por los paladares más exigentes, pues Malick pertenece a esa raza de cineastas incapaz de pactar ninguna concesión al espectador, construyendo una obra alejada de los gustos de la mayoría con el formidable coraje de un artista coherente sólo consigo mismo y con sus necesidades creativas, delimitadas por unas reglas que le son
propias y que no pueden ser compartidas por ningún otro cineasta, lo que le convierte en un autor inaccesible para muchos, pero irrepetible para algunos.


Pero lo que es, sobre todo, es un autor enigmático, quizás el más enigmático de todos los autores contemporáneos. Malick raramente concede entrevistas (la última tuvo lugar en el Festival de Roma de 2007, a la que se pudo asistir libremente), y siente aversión hacia cualquier tipo de cámara que le grabe o le fotografíe, de modo que el material gráfico de que se dispone se limita a un par de fotografías de aquí y de allá y a su aparición en su cortometraje ‘Lanton Mills’ y a sus breves cameos en la fundacional ‘Malas Tierras’, y ‘Los indeseables’, de Stuart Rosenberg, en las que podemos observar a un hombre alto y afable, de extraños ojos oscuros.

La obra de Malick se rebela contra cualquier intento de simplificación, o sobre cualquier acercamiento al uso por parte de los especialistas. Se le pueden rastrear, como es lo común, algunas infuencias, pero su punto de vista y su particular universo son tan prístinos que hacerlo parece un mero lugar común. Además, el
profundo abismo que separa las dos mitades temporales de su carrera atenta seriamente contra las teorías cinematográficas acerca de la evolución de un cineasta, pues los 20 años transcurridos entre ‘Días del cielo’ y ‘La delgada línea roja’, en los que, al contrario que otros cineastas, no hizo, que se sepa, ningún cortometraje o publicidad, no explican la fortísima estilización y la incuestionable depuración de su cine.

En el momento en que su nombre era acogido por los cinéfilos como el
de un cineasta fuera de toda norma, de poderosísima personalidad (aunque no falta, por supuesto, quien deteste ‘Días del cielo’), Malick desapareció literalmente del mapa, se refugió en Francia, donde dio clases de filosofía y literatura, se casó a mediados de los ochenta, regresó a Texas en los 90, y empezó, lentamente, a preparar ‘La delgada línea roja’. Imposible recordar, ahora mismo, otro ejemplo de un director que se retire voluntariamente durante veinte años para regresar con una portentosa obra maestra del calibre de la de Malick, que no sólo es la mejor de su año, 1998, sino que es, a juicio de quien esto escribe, la mejor película
norteamericana realizada desde entonces.


El escalofrío de la naturaleza

Estudiante de filosofía en Harvard, autor de una tesis no concluida acerca de Heidegger para el Magdalene College de Oxford, profesor de filosofía en Massachussets y en Francia, antiguo periodista freelance para la revista Life, autor de los primeros borradores de ‘Harry el sucio’, Malick pertenece a la llamada generación Neo-Hollywood, la de los Scorsese, Coppola, Spielberg, De Palma y
compañía, tanto por concordancia histórica como por lo que estos cineastas significan de deconstrucción y renovación de los mitos audiovisuales norteamericanos. Y, de todos ellos, es el más afín a la tradición histórica y literaria de Estados Unidos, y el que de manera más rotunda y melancólica se zambulle en la naturaleza.

Porque las historias de este hombre sólo podrían encontrar su marco perfecto en la naturaleza. Más que eso, existen a través de ella, y con ella formula su discurso formal. No lo hace de una manera directa o manipuladora, pero sus historias poseen un fondo en el que el escalofrío por la mera belleza de lo salvaje, le acercan a
Thoreau y a Whitman, dos escritores con los que comparte numerosos puntos en común, y que pueden explicar tan bien su personalidad como esa visión netamente panteísta que recorre todo su cine y que le dota de un aura de inasible espiritualidad.

Siempre rodeado de los mejores directores de fotografía, en su debut contó nada menos que con tres: Stevan Larner, Brian Probyn y Tak Fujimoto. En cuanto a los dos primeros, ya fallecidos, no tuvieron una carrera anterior o posterior relevante. Pero sí Fujimoto, que ha desarrollado una espléndida carrera, después de debutar también en `Badlands’, siendo el responsable de la imagen de la magistral ‘El
silencio de los corderos’ y de algunas de las mejores películas del gran M. Night Shyamalan. Para su segundo filme, contó con la gran labor de Néstor Almendros, galardonada con el Oscar.

En cuanto a John Toll, de fulgurante inicio de carrera con dos Oscar, le contrató para la que en mi opinión es una de las mejores fotografías de la historia del cine en su tercer largometraje. En 2005, llamó al que creo es el mejor director de fotografía de su generación, Emmanuel Lubezki, para retroceder cuatrocientos años en
la historia de su país. Es el único de todos sus operadores que va a repetir con él, pues es el encargado de la imagen de la venidera ‘The Tree of Life’. No creo exagerar si afirmo que estos grandes artistas alcanzaron su cima personal trabajando con Malick. Y no sólo eso, sino que nunca nadie filmó la naturaleza de manera tan
hermosa y tan trágica como ellos con Malick.

Obtenido de "http://es.wikipedia.org/wiki/Terrence_Malick"
Obtenido de Blog de Cine, 2 de setiembre de 2009

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